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Mauricio Kartun. "Siempre llevo una vieja libretita de hule negro"

Algo para declarar




¿Cómo se relacionan el oficio de dramaturgo y director de teatro con sus viajes?
–Los viajes son siempre detonadores de imágenes e ideas. Salir del círculo vicioso cotidiano te hace mirar la realidad desde ángulos inéditos. Esa es su gran virtud. No hay viaje del que no haya traído algún nuevo proyecto.
–¿Siempre viaja con lápiz y papel? ¿Cuál fue la última anotación?
–Viaje o no viaje llevo siempre a mano una vieja libretita de hule negro, de aquellas que usaban las abuelas para llevar las cuentas del almacén. Son mis preferidas. Todavía las consigo por ahí. Cuando las completo van a una caja con etiquetas para saber qué contienen. La última anotación de la última libretita: Hay matanzas de perros: deben proteger a Berganza. Algo que se me ocurrió para una obra futura mirando desde la ventana del hotel Dior a unos perros vagabundos aquerenciados en una esquina de la plaza de Tandil.
–¿Alguna vez se inspiró en un viaje para delinear un personaje o recrear un diálogo?
–Andaba en bici por un pueblito de Córdoba y en un puesto de regionales un cartel medio arruinado ofrecía salame de chacra. Lo leí al pasar y me pareció que decía Salomé. Me causó gracia y lo anoté. Al rato empecé a imaginar una versión teatral de ese mito bíblico en una chacra el tremendo día de la carneada anual. La obra –Salomé de chacra– la estrené hace tres años en el Teatro San Martín.
–¿Si pudieras visitar a un dramaturgo de todos los tiempos, a quién irías a ver y qué le dirías?
–A Chejov. Sería tan cholulo que el tipo, hastiado, me cerraría la puerta de la dacha (casa de campo) en la cara.
–¿Cómo son los viajes a tu jardín?
–Atiendo mi jardín en una casa de playa que tenemos. Vamos hacia allí una vez por mes y cada viaje es un flete atiborrado de plantas y plantitas en el coche. Llegamos siempre con olor a pastoreo. Nos gustan mucho a mi mujer y a mí esos viajecitos, la música sonando, el mate y nuestro gato, Fausto, protestando entre macetas en el asiento de atrás.
–¿Si tuvieras que elegir un medio de transporte para montar una obra ¿Cuál sería?
–El tren, claro, es un transporte mítico. No es casual que exista un turismo ferroviario tan apasionado. Una obra en el Transiberiano no estaría nada mal.
–¿Cuál es el personaje más exótico que hayas conocido en un viaje?
–En los noventa andábamos de gira por Manizales, en la cuenca cafetera de Colombia, y en un boliche de tango se nos acercó un desmesurado fanático del dos por cuatro que se hacía llamar Tanturi, por el director y compositor tanguero. Tuve la mala idea de contarle que mis viejos se habían conocido bailando con esa orquesta y que traía conmigo un cassette con lo mejor de sus grabaciones. A la mañana me despertaron unos golpecitos suaves en la puerta de la habitación y la vocecita del tipo. Se había colado en el hotel y murmuraba bajito para que no lo descubran: Amigo, soy Tanturi, vengo por el casetiiiico… Se lo tuve que regalar.
–¿Si tuvieras un pasaje sin retorno a cualquier parte del mundo. ¿Adónde irías?
A Taormina. Hace unos años llegamos de pasada con un coche alquilado dispuestos a recorrer Sicilia. Nos enloqueció tanto que devolvimos ahí mismo el coche y nos quedamos tirados frente al mar hasta el último día del viaje. Si no hacíamos un esfuerzo perdíamos el pasaje de vuelta.
–¿Un día de vacaciones perfecto?
–El orden de los factores no altera el producto: bicicleta, mar tibio, musiquita en los auriculares, pescar, fritura de pescados con cerveza, siesta, jacuzzi muy caliente, libros, mate, una película al atardecer, cenita divertida con amigos, gran Malbec, sommier king, edredón blanco de algodón egipcio de mil hilos.

Galicia sin GPS

El año pasado recorrí Galicia y Asturias en coche. En una tardecita helada llegué a La Isla, pequeño pueblo de mar donde nació mi madre. Ya había estado allí unos pocos días, hace mucho, a los cinco años, seis décadas atrás. Como todo viejo pueblo costero sus callecitas son curvas y enmarañadas para protegerse de los vientos marinos. Entré por la calle principal y como si se me hubiera encendido el GPS del recuerdo fui girando para un lado, para el otro, subiendo cuestas, cruzando charcos y llegué sin titubeos a la casa de mi familia, que estaba tal cual la recordaba, como si nunca me hubiera ido de ahí.PARA MAS DATOS
Para más datos: Su obra Terrenal, pequeño misterio ácrata se presenta de jueves a domingo en el Teatro del Pueblo.

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