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Natal: del mar tibio al desierto de dunas

Brasil: aventuras a toda velocidad en buggy, buceo en arrecifes de corales, paseos en camello y playas de agua esmeralda con sol todo el año, en la capital de Rio Grande do Norte y sus alrededores




Allá arriba, bien arriba, pasando Bahía, Pernambuco y Paraíba, justo donde el nordeste se convierte en norte, está el estado de los potiguares. En lengua tupí, potiguar, gentilicio del que nace en Rio Grande do Norte, quiere decir comedor de camarón.
Y al primer lugar que me llevan al aterrizar en Natal es Camarões, el tercer mejor restaurante de Brasil según el TripAdvisor del año pasado. El templo del camarón. Pastel de camarón con catupiry y hierbas (R$ 13); camarón Dijon: salteado con vino blanco, salsa blanca, palmito y mostaza Dijon en granos (R$ 98), que dice para dos personas pero es para cuatro; camarón del chef: a la milanesa, sobre arroz cremoso de albahaca, gratinado con salsa de tomate, aceitunas negras y queso muzzarella (R$97).
Camarões es, efectivamente, el primer lugar al que uno debería ir para saciar esas ansias de camarón que despierta cualquier viaje al Nordeste. Y de caipirinhas también, preparadas con cachaça Samanaú, una marca potiguar que está entre las cinco mejores de Brasil.
Aunque potiguar es un término tupí, los tapuias, que eran los indios que vivían en estas tierras antes de la llegada de los portugueses, no hablaban tupí y eran tan caníbales que se comían incluso entre ellos. En portugués, el término comer se usa para decir que se posee sexualmente a alguien. Dicen que los portugueses comían a las tapuias, pero que después las tapuias se los comían a ellos. También los llamaban bárbaros, eran bajos, fuertes, con cabeza achatada y sin cuello, una fisonomía bastante parecida a la de muchos nordestinos.
El medio de transporte más habitual es el buggie, que ofrecen paseos vertiginosos por las dunas

El medio de transporte más habitual es el buggie, que ofrecen paseos vertiginosos por las dunas - Créditos: ROBERT HARDING/AFP

En Natal amanece temprano y oscurece demasiado temprano. Hay doce horas de luz, de 5.30 a 17.30, y esto se mantiene como la temperatura de 28 grados, todo el año. Desde la cama del Ocean Palace se ve el sol salir por el mar y como el hotel está sobre la playa, sería bueno hacer el esfuerzo y salir a caminar por la arena de Punta Negra a esa hora, cuando los únicos que andan por ahí son los pescadores, los surfistas y los turistas madrugadores.
Es cuando se puede andar sin protector solar. A no confiar en la brisa engañosa que hace creer que el sol no pica. El sol potiguar muerde y a partir de las 9 ya se corre el riesgo de quedar como un camarón. Por algo le dicen la Cidade do Sol. Dicen también que, según un estudio hecho por la NASA, el aire natalense es el más puro del continente americano. Y los norteamericanos han tenido gran influencia en esta región. Durante la Segunda Guerra Mundial Natal sirvió de base para el ejército del norte y fue aquí donde se instaló la primera fábrica de Coca Cola de Brasil.
Dos décadas atrás Punta Negra era una playa de pescadores, hoy hay más de cien hoteles, una sucesión de edificios altos y un barrio nocturno que se llama Alagamar. Al final de la playa está el Morro do Careca, una duna que midió 120 metros de altura y hoy está por la mitad. Sube el cemento, baja la arena. Pasando el morro no hay más edificios, todo es verde, un área de protección ambiental que se llama Barrera del Infierno y es también una base de la Fuerza Aérea Brasilera para lanzamientos de cohetes. Hay un Centro de Cultura Espacial donde se puede conocer la historia de los lanzamientos y sacarse una foto con el traje de Marcos Pontes, el primer astronauta sudamericano en viajar al espacio.
Un poco más al sur, en el distrito de Pirangi, está el cajueiro más grande del mundo. Esta vez los brasileños no exageran, aparece en el libro Guinness de los récords. Tiene una especie de elefantiasis vegetal, mide casi una hectárea y produce hasta 90.000 frutos por temporada. Con la entrada (R$ 8) le sirven un vasito de jugo de cajú amarillo, maravilloso como el árbol que los fabrica. Y en las tiendas de artesanías venden las castañas del cajú, tostadas, con sal, caramelizadas.

Rota Maracajaú

Leo Souza tiene el mapa de Rio Grande do Norte tatuado en el brazo. El chico, nacido y criado en Natal, es el presentador y guionista de un programa de viajes llamado Rota Intertv, de la TV Globo, que sale los sábados a las dos de la tarde y puede verse también por Internet. Lo normal es conocer la región a través del programa pero a veces toca lo extraordinario: conocer a los del programa y viajar con ellos por la región.
Punta Negra, de playa tranquila de pescadores a destino de surfistas con más de 100 hoteles

Punta Negra, de playa tranquila de pescadores a destino de surfistas con más de 100 hoteles - Créditos: shuttersrock

Viajamos a Maracajaú, una formación de arrecifes que queda a siete kilómetros de la costa y a 55 de Natal. Las lanchas salen con la marea baja desde la playa del parque acuático Ma-Noa y si soplan los vientos alisios, y casi siempre soplan, la travesía es con emoción, un término muy usado por estos pagos, tanto en el agua como en las dunas. Pero el buceo, una vez que se llega a la plataforma base, vale cada salto del recorrido. El mar de esta Área de Protección Ambiental de Arrecifes de Corales tiene todas las cualidades: verde, tibio, cristalino. Se puede nadar con máscara de snorkel, hacer una inmersión de buceo de bautismo, o con una máscara especial y un pequeño motorcito con forma de cohete, que es lo más divertido.

Con emoción

Al norte de Natal, cruzando el puente Newton Navarro y al otro lado del río Potengi, hay una villa de pescadores donde se come xinga con tapioca, un pescadito muy chico que venía siempre enganchado en la red, sin valor comercial por el tamaño mini, pero que los propios pescadores empezaron a freír en aceite de dendê y comer dentro de la tapioca, una especie de panqueque hecho con mandioca. La combinación se transformó en un plato típico de la villa, que se llama Redinha. En la costa, donde cada mañana están los pescadores quitando las escamas de su pescaría, hay una feria donde se puede probar la xinga. Dicen que en Redinha, cuando es carnaval, desfila un bloco llamado Os Cão, Los Perro, así, sin s, y que antes de salir a desfilar, los participantes se meten en el mangle, se cubren el cuerpo entero con barro y salen por la calle abrazando gente.
Buggies. Desde hace unos cuarenta años los buggies y las dunas se tornaron un solo corazón. Hay centenas de buggies que recorren las dunas de Genipabu, que es como un parque de diversiones de montañas de arena, lagunas de agua dulce, balsas que cruzan a remo, tirolesas que terminan en el agua, restaurantes que también terminan en el agua, dromedarios traídos de África. Los que más se divierten en este parque natural son los conductores de los buggies que llevan a los turistas a toda velocidad por las bajadas pronunciadas, y se agarran -nos agarramos- de donde se pueda y gritan -gritamos- desesperados cuando la curva es demasiado cerrada y demasiado inclinada. Son como perros traviesos los cientos y cientos de buggies coloridos que esperan bajo la sombra, en cada atracción turística, como una jauría ansiosa por seguir corriendo.
En la cima de unas dunas inmensas que dan al mar turquesa hay dromedarios. Camellos de una sola joroba que un alemán trajo de África. Como lo más difícil es subirse al animal y da bastante impresión cuando el camello se pone de pie, han mejorado la técnica. Ahora se sube por una escalerita a las dos sillas que hay en la montura, una a cada lado del camello, que no para de escupir saliva blanca y por eso le cubren la boca con un bozal. En todos lados hay carteles que anuncian que la Asociación de Animales certificó que aquí no los maltratan. Son dieciséis dromedarios, y once nacieron en Natal. Los turistas suben -subimos- disfrazados de odaliscas y jeques por diez reales el traje. A los pies de las dunas el mar que lleva a África encandila con su verdor.
Roger, el conductor del buggy, avisa que ya es hora. Arrancamos. Se me vuela el gorro por la velocidad. Mi compañero de buggy dice que bajará a buscarlo, pero Roger no frena. Da la vuelta, sube la cuesta de arena, gira, el gorro pasa por debajo del buggy y Roger lo agarra con la mano sin desacelerar. Se escuchan onomatopeyas de asombro y bajamos al mar.

Datos útiles

Cómo llegar: Gol tiene vuelos directos Ezeiza-Natal los sábados a las 22.55. El vuelo dura 5 horas. A partir de $8492 ida y vuelta.
Dónde dormir. Ocean Palace Beach Resort Via Costeira Senador Dinarte de Medeiros Mariz 7829. (55 84) 3220-4144. www.oceanpalace.com.br. Ubicado sobre la playa de Punta Negra, cuesta a partir de R$ 475 (US$ 140) la doble con desayuno, Wi Fi, parque acuático, gimnasio, sauna, jakuzzi, cancha de tenis, kids club y cine.
Dónde comer: Camarões Restaurante Av. Eng. Roberto Freire 3980. Ponta Negra. (55 84) 3209-2424. www.camaroes.com.br.
Cómo llegar. Lo más práctico es alquilar un auto en el aeropuerto de Natal. También hay empresas en el aeropuerto que hacen transfers. Desde la terminal de Ómnibus salen 4 buses diarios de la empresa Viação Cabral (R$ 21). www.expressocabral.com.br
Dónde dormir. Bangalô Kauli Seadi Avenida Enseada das Baleias 857. T: (55 84) 99194-8893. www.clubekauliseadi.com. Desde R$ 260 la doble con desayuno.
Dónde comer. Mar de Estrelas Av. dos Arrecifes 1120. T: (55 84) 3263-4168. www.pousadamardeestrelas.com.br. Cocina casera tradicional. Palmira Rua Praia da Xepa 105. T: (55 84) 3263-4297. Abierto entre semana para la cena, sábados y domingos desde las 12.

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