Puerta de entrada a la Amazonia
Al margen del mapa turístico brasileño más conocido por el viajero argentino, Belém es una ciudad con mucho para descubrir antes de embarcarse para navegar por los ríos de una de las más intrigantes regiones del continente
30 de octubre de 2011
Belém.– La embarcación remonta el río Guamá, sobre la bahía de Guayará, y deja atrás la zona urbana para acercarse a la costa de vegetación tupida. La humedad y los casi 40°C castigan el cuerpo.
Por el Furo de la Paciencia, o Agujero de la Paciencia, se llega a la comunidad Boavista, donde habitan los caboclos, amerindios que descienden de la fusión entre el indígena y el hombre blanco. Son los habitantes de la isla Cumbú, frente a Belém, una ciudad de 1.500.000 habitantes, capital del Estado de Pará. Miran desde los muelles de la orilla; se bañan cerca de las barcazas que utilizan para pescar durante la madrugada, observan los movimientos de los desconocidos. Pero son cordiales, abren las puertas de sus casas, enseñan a pelar castañas, trepar árboles o manipular tarántulas.
Desde aquí se despliega la amazonia y nace un Brasil de trazos coloniales, fuertes creencias religiosas, ecoturismo, mercados callejeros, influencias latinas y europeas, y un arte culinario con predominio aborigen en la tierra del açaí, el fruto conocido como el desayuno del paraíso, utilizado en recetas dulces o saladas.
El territorio de la amazonia se distribuye entre nueve países: Guayana Francesa, Surinam, Guayana, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Brasil. Y Belém es la puerta de entrada a un paraíso de flora y fauna al que se puede acceder en avión desde San Pablo y Río de Janeiro (tres horas de viaje), o Brasilia (dos horas de viaje).
La fe de los paraenses
Cientos de papagayos pequeños buscan su lugar en el árbol más grande de la plaza, el milenario sama uma, que puede medir hasta 70 metros. Se necesitarían, al menos, 30 hombres tomados de las manos para rodearlo. El ruido de los pajarracos es ensordecedor, pero no les molesta a las señoras que se asoman en los balcones cercanos ni a los vendedores ambulantes instalados frente a la basílica Nuestra Señora de Nazaret, donde se realiza la peregrinación del Cirio de Nazaret el segundo domingo de octubre desde hace dos siglos.
En la edición de este año participaron dos millones de personas. Marcos, un guía que viste una remera amarilla con la imagen de la Virgen y un estampado que dice Cirio de Nossa Senhora de Nazareth, la compara con la peregrinación a Luján en la Argentina.
La basílica es una construcción de 1910, con piedras traídas desde Portugal, techo de maderas regionales trabajado en Italia, y vitraux franceses que retratan la historia de la aparición de la Virgen en 1790.
Las muestras de fe se ven en las cintas o rosarios que envuelven los barrotes de las rejas de la plaza. En el Santuario de los Milagros, a metros de la basílica, se levanta un espacio que roza lo macabro. Allí el devoto realiza su pedido para curar determinada enfermedad o alcanzar un objetivo material. Si el deseo se cumple vuelve al lugar y ofrece una escultura de cera de la parte del cuerpo que se sanó o una maqueta en miniatura de lo que consiguió. Las estanterías están llenas de figuras de piernas, cabezas, niños, corazones, riñones, cerebros y pequeñas casas, autos y barcos.
Dona Coló, una morena corpulenta de sonrisa generosa y conversación veloz, no vende ofrendas religiosas. Es la curandera más famosa del Mercado Ver-o-Peso y en su puesto cuelgan frasquitos de diferentes tamaños con líquidos de distintos colores, jabones, esencias y aceites. La morocha toma el brazo de una de sus clientas y le enseña a colocarse atrativo do amor, perfume que tiene en exhibición. Cuenta que sirve para encontrar el amor o recuperar uno perdido. Hay otras botellitas etiquetadas: viagra natural, chama de dinheiro, banho do estudante y garrafa para inflamaçao.
Su puesto es uno de entre los cientos que componen el mercado abierto al público todos los días. Un carnaval de colores y sabores. El centro del predio lo domina un penetrante olor a pescado frito, jugos naturales y açaí elaborados en los puestos de comida provistos de una pequeña bacha, una barra y no más de cuatro banquetas.
Avanzar por los pasillos implica encontrarse con una mini Saladita de productos orgánicos ofrecidos a los gritos y con ademanes exagerados: frutas como goiaba, mamao, palta, abil y acerola; especias en granos o en polvo; animales vivos y muertos; canastos y figuras hechas en mimbre; artesanías en cuero, hilo, piedras y madera; pescado reseco en sal.
Por una de las entradas al mercado se accede a un salón cerrado, con varias puertas y ventanas, donde a media mañana aún quedan ejemplares de pescados frescos que fueron atrapados durante la madrugada por los barcos que ahora reposan en la bahía, infectados de buitres que se alimentan de los restos de la pesca. Se comercializa, en total, una tonelada por día y se pueden encontrar camarones, tamoata, xareu, serra, tainha, guriguba y pirarucu, el pez más grande del Amazona que puede alcanzar un peso de hasta 150 kilos y una longitud de dos metros. Los precios son populares.
Alrededor de Ver-o-Peso las calles son de empedrado, predomina el estilo colonial en las casas y los edificios públicos, una arquitectura desarrollada por el italiano Antonio Giuseppe Landi con incidencia del estilo barroco jesuítico del siglo XVII. El mercado se ubica entre el casco histórico de la ciudad y el desarrollo urbanístico donde se aplicó un diseño moderno sobre estructuras viejas y en desuso: la Estação das Docas.
El Puerto Madero de Belém
Cae la tarde en la ciudad. Una brisa suave y caliente sacude las palmeras del paseo de la bahía donde confluyen tres ríos: Guamá, Mojú y Acará. La gente camina por la pasarela de la Estação das Docas, esquiva las grúas amarillas, grandes moles dormidas que años atrás fueron utilizadas para cargar y descargar los barcos. Detrás, los viejos galpones se ven iluminados, con ventanales amplios, mesas, sillas, mozos que vienen y van. Es el Puerto Madero de Belém.
Conservan detalles de lo que fueron los depósitos del puerto. Paredes macizas de ladrillos, chapas antiguas, números pintados que identificaban cada unidad y el techo del interior que mantiene la estructura de hierro. También una base sólida de material que se desliza a lo largo y en lo alto de los galpones, antes usada como transporte de carga, que hoy sirve de escenario para los músicos que le dan un clima íntimo a los salones gastronómicos.
El complejo fue restaurado en 2000 con un proyecto similar al de los docks de Buenos Aires con la diferencia que sólo hay restaurantes, venta de suvenires y un pequeño museo donde se exponen restos de cerámica, balas, botones de trajes militares, llaves y otros elementos. No hay lugar para oficinas ni departamentos privados. Las edificaciones de los alrededores tienen el sello de las casas antiguas de la ciudad y se produce un contraste bien marcado: el avance de la modernidad versus las viviendas que conservan sus rasgos coloniales.
Esa es una característica de Belém. Por ejemplo, un cementerio abandonado desde la década del 70, con tumbas y bóvedas abiertas, esculturas castigadas por el vandalismo y paredes húmedas y grises, asoma en silencio sepulcral en una de las zonas céntricas. La más coqueta, tradicional y moderna de Belém se llama Umarizal, un barrio de clase media alta con un circuito gastronómico de restaurantes, bares y boliches.
En 1616 Francisco Caldeira Castelo Branco fundó la capital y comenzó a desarrollarse desde el Forte do Presépio, que hoy exhibe los cañones y grandes murallones desde donde se defendía la ciudad. La Casa das 11 Janelas, ideal para disfrutar un trago de noche, mirando el río y bajo la luz de la luna, el Museu de Arte Sacra y la Igrega da Sé también se remontan a esos tiempos.
Cerca de la Amazonia
Los paseos en barco son opciones obligadas durante la estada en Belém. Se puede realizar un recorrido de dos horas y media por la zona de Estacao das Docas y toda la costa de la ciudad, y observar el puerto comercial, los aserraderos, las fábricas y las lanchas pequeñas que salen a recolectar la pesca, mientras una pareja baila sensualmente sobre la cubierta. Al ritmo de canciones regionales de todo Brasil, desde el agua llega la puesta de sol.
En otro de los paseos, por 230 reales, el turista logra entrar en contacto con la Amazonia profunda. Recorriendo el río Guamá, que tiene una extensión de 700 kilómetros de los cuales 160 son navegables, se llega a Cumbú, una de las 43 islas que existen en el Estado do Pará y donde viven 20.000 personas que se dedican a la agricultura pequeña.
La zona presenta una flora y fauna primarias con una vegetación típica de la Amazonia y especies como sama uma, pau Brazil, pará pará, guaguará, bacabinha, fruta pao y bambú. Allí crece el açaí, que en Belém se consume con un promedio de 80 toneladas por día.
Luego de recorrer las diversas ramificaciones de los ríos, penetrando en la Amazonia, se puede interactuar con los caboclos en tierra firme, compartir sus experiencias, conocer sus costumbres y caminar por los senderos para apreciar la vegetación. En el trayecto van apareciendo casillas, templos, escuelas como la Municipal de Enseñanza Fundamental Boavista, en medio de la selva, con decenas de niños que corretean y se pierden entra los árboles. El recorrido culmina con un almuerzo en un paraje al lado del río. Una mesa larga, platos típicos, la vegetación a centímetros, el ruido de los pájaros y los nativos que pescan en sus lanchas y saludan al pasar.
Praias de mar, praias de río
BELEM.– A pocos kilómetros de esta ciudad hay playas de río y marítimas para intercalar entre los recorridos urbanos y por la Amazonia.
La más cercana es la de Chapeau Virado, en la isla de Mosqueiro y sobre las costas del río Maguarí. Queda a unos 70 kilómetros de la capital paraense. De lunes a viernes la visitan los turistas extranjeros y durante el fin de semana se llena de brasileños. Mosqueiro cuenta con otras 20 playas a las que se llega por las rutas BR-316 y PA-191.
Otras playas de río se pueden encontrar en la isla de Cotijuba, a 25 minutos de Belem, en lancha, y con 15 kilómetros de costas poco exploradas. Y a una hora, Caripi ofrece un profundo contacto con la naturaleza.
En cuanto a las playas de mar la más cercana es la de Salinas, a 220 kilómetros, bañada por el océano Atlántico y rodeada de bellezas naturales.
En Apeú-Salvador (320 km de la capital) está el sitio ideal para los surfistas que visitan el norte de Brasil. Allí encontrarán una ola tubular de gran extensión y tamaño.
Otras playas marítimas cercanas son Crispin, a dos horas y media de viaje; Maruda, a dos horas, y Ajuruteua, a cuatro horas.
Piedras preciosas en el antiguo presidio
BELEM.– Hasta 1998 funcionaba el presidio de San José, pero el sangriento motín ocurrido ese año motivó el cierre. En 2002 se restauraron las instalaciones y hoy, en las salas que fueron celdas y que mantienen las puertas y los barrotes de la cárcel, decenas de joyeros exponen sus productos, cotizan piedras en bruto y elaboran las artesanías. Es el Museu das Gemas, que le da la bienvenida a los turistas con una enorme piedra de cuarzo, de una sola pieza, de 2500 kilos y más de 500 millones de años.
La entrada cuesta 4 reales y se puede encontrar piedras preciosas como esmeraldas, zafiros, ámbar, coral, diamantes, amatista y topacio; maderas fosilizadas hace 260 millones de años que provienen del norte de Brasil, y elementos ancestrales de los indios marayoaras, que tienen hasta 3000 años. Hay vasijas, puntas de flecha, figuras de personas y de sapos amuletos que se denominan muiraquitá.
Datos utiles
Dónde dormir
Valor de los hoteles: una estrella, 100 reales por habitación; dos estrellas, 110 reales por habitación; cinco estrellas (como el Hilton), 600 reales por habitación.
El clima
La temperatura promedio en Belem a esta altura del año es de entre 23°C y 31°C.
Lo que hay que ver
- Basílica Nuestra Señora de Nazaret ; www.basilicadenazare.com.br
- Teatro de la Paz : construcción del siglo XIX similar a la Scala de Milán. La más antigua casa de espectáculos de la Amazonia.
- Museo Emilio Goeldi : parque zoobotánico con exposiciones sobre los pueblos originarios.
- Jardín Botánico Bosque Rodrigues Alves : posee 2000 árboles, orquídeas y criaderos de animales.
- Estação das Docas : el moderno complejo turístico construido en los antiguos galpones del puerto de Belem
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- Mangal das garças : parque ecológico en el centro histórico con orquídeas, mariposario y criadero de pájaros.
- Amazon Star Turismo : especialistas en excursiones sobre el delta del Amazonas. www.amazonstar.com.br
amazonstar@amazonstar.com.br
Mas información
Paratur: Organo Oficial de Turismo del Estado do Pará, Tel.: (55) 91 3212 0575
(55) 91 3212 0669 / (55) 91 3210 6330; http://www.paratur.pa.gov.br
Para consultas en la Argentina dirigirse a la embajada del Brasil en Buenos Aires, Cerrito 1350; Comité Visite Brasil; (011) 4515-2422
Fax: (011) 4515-2403
turismo@brasil.org.ar