Costó conciliar el sueño anoche. Cuando finalmente estaba profundamente dormida, ¡escucho que tocan el timbre!
Sobresalto, susto, ¡todo! Me quedé inmóvil y con los ojos bien abiertos como en las películas, como si eso evitara una tragedia.
No pude distinguir si fue abajo o arriba, no sabía si era alguien que pasaba por la calle e hizo ring raje de madrugada (pésima idea) o si alguien estaba en el pasillo.
Preferí pensar que alguno se equivocó de piso y seguí durmiendo, pero soñé feo.