Reikiavik, ciudad moderna de espíritu vikingo
La capital de Islandia invita a conocer diseños de vanguardia, inusuales museos y vistas imperdibles
21 de agosto de 2016
En Reikiavik abundan cafés, pequeños restaurantes y muchas librerías, además de los negocios de venta de productos islandeses. Los más típicos son las mantas, gorros, suéteres y guantes de lana Lopi. Hay también artesanías en plata y tallas de madera, además de cerámicas que representan a los afamados elfos, troles y duendes.
La calle céntrica más comercial es Laugavegur, donde también encontrará algo insólito: el único museo dedicado totalmente al pene que existe en el mundo. Efectivamente, The Icelandic Phallological Museum, o Faloteca Nacional de Islandia, como se la llama en traducciones al español, exhibe penes de todo tipo. Desde uno de cachalote de dos metros de longitud a los de osos polares, morsas, delfines (cuyos miembros son giratorios) e incluso ratoncillos de campo. En el gift shop hay decenas y decenas de objetos, láminas, imanes, muñecos, y prendas de vestir inspirados en el motivo central del museo.
Hay muchos atractivos en esta capital, como la bella casa de Höfði, donde en octubre de 1986 Ronald Reagan y Mijail Gorbachov se reunieron para tratar el fin de la Guerra Fría. Pero les recomiendo los que más me gustaron: en la avenida costanera, junto a los muelles, está emplazado el Sólfar (El viajero del Sol), bellísima escultura alegórica a las antiguas naves vikingas. A última hora del día se ve el interminable ocaso sobre las montañas que forman el fondo del paisaje detrás del agua.
La otra visita debe ser a la Casa Nórdica de Alvar Aalto y a la iglesia Hallgrimskirkja, acaso una de las más extrañas del mundo por su particular forma y desde cuya torre (es el edificio más alto del país) hay una maravillosa vista de Reikiavik.
La otra visita imperdible es al centro de conciertos y conferencias Harpa. Con cinco años de vida, tiene un cautivante diseño geométrico en dos y tres dimensiones con pentágonos de cristal simulando las columnas de basalto típicas en los paisajes islandeses que crean un caleidoscopio de colores absolutamente único en su interior.
Ahora bien, si se quiere transformar en alguien digno de una novela de Julio Verne, también tiene esa posibilidad. El gran novelista francés se inspiró en el volcán islandés Snæfellsjökull para escribir Viaje al centro de la tierra. No en ese, pero sí podrá meterse en el volcán Thrinuhkugigur, que queda a unos 30 minutos de Reikiavik. Una vez en ese sitio hay que caminar unos 45 minutos por campos de lava hasta llegar al cráter. Luego en ascensor se desciende 120 metros hasta alcanzar su cámara de magma que es más alta que la Estatua de la Libertad. No hay nada por qué preocuparse. El volcán hace 4000 años que está dormido y no parece querer despertarse por el momento.
Por último, una salvedad. Si usted tiene menos días puede optar por una opción más breve recorriendo lo que se llama el Golden Circle (Círculo Dorado). En un circuito de un solo día de duración se pueden visitar tres de las maravillas naturales más famosas de Islandia: la catarata de Gullfoss, la zona geotermal de Geysir y el Parque Nacional de Þingvellir.