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Río Manso, pero no siempre tranquilo

Desde Bariloche, 55 kilómetros y tres días de rafting vertiginoso por rápidos con nombres tan explícitos como Montaña Rusa y... Gritá y Doblá




SAN CARLOS DE BARILOCHE.- La propuesta es vivir 72 horas en contacto directo con la naturaleza, lejos de la civilización. Experimentar el vértigo de recorrer un río con rápidos clase III y IV (las categorías van de I a V) a bordo de una balsa de rafting en una expedición de tres días por la zona del río Manso.
La expedición por los tramos del Manso conocidos como Inferior y A la Frontera -límite con Chile- es una de las modalidades turísticas que marcan tendencia en esta parte de la Patagonia, con reservas de hasta cinco meses de anticipación.
En este caso, Magda y Damián Ecker; Loli y Federico Irrgang; Daniela y Pablo Dusserre; y Verónica y Alfredo Navarro Hueyo son vecinos del mismo country en Buenos Aires y suelen compartir sus vacaciones. A ellos se suma Beatriz Hockton, una londinense de 20 años.
La cita: viernes, a las 10, en la base operativa de la empresa organizadora, Extremo Sur, en el centro de Bariloche. El consejo: ropa cómoda (más una muda), bolsa de dormir, lentes para sol, traje de baño y protector solar.
Desde el encuentro, Esteban Bauer, líder o head-guide, y los pasajeros trabajan en conjunto. Preparan los enormes bolsos impermeables -llevan mochilas e insumos- que irán a bordo de las balsas. "Acomoden sus cosas como para tener a mano el traje de baño, el neoprene y un polar", sugiere Bauer.

Día 1. Lago Steffen-Campo Piedra Pintada

El grupo parte en una combi. Lo sigue una camioneta 4x4 con las balsas, que toma la ruta nacional 258 y se dirige al lago Steffen, pasando por los lagos Gutiérrez, Mascardi y Guillelmo.
Una vez en el Steffen, Esteban, Silvio Chimango Barrionuevo y Martín El Flaco Alonso -los tres guías- ponen a punto gomones, cascos, botas de neoprene, chalecos salvavidas y palas que distribuirán entre los pasajeros. En tanto, el grupo se prepara para la navegación con una ingesta liviana: galletas, frutas frescas, budines, tortas y jugos. Algunos eligen hacer una caminata hasta una cascada cercana. Federico y Damián, en cambio, sacan su equipo de fly cast y, en vano, hacen los primeros intentos con la pesca.
Por fin, tras una breve charla de seguridad a cargo de los guías, comienza el descenso por el río. Altas cumbres y una exuberante vegetación son el marco durante el primer tramo, de unos 8 kilómetros. Hasta la primera parada, en una playa de arena, donde el grupo repone energías con un almuerzo frío.
Se reanuda la navegación. Y el Manso se torna cada vez menos sumiso. Uvasal, Banda de Billar, Diente de Hipopótamo, Montaña Rusa y Roca Magnética son algunos de los curiosos nombres de los rápidos clase II y III que se atraviesan. Hasta que luego de la confluencia con el río Villegas, el Manso gira hacia el Oeste y forma el gran valle del Manso Inferior, con imponentes vistas de los cerros Ventisquero y Bastión.
El día inicial de expedición finaliza en el campo Piedra Pintada, donde se arma el primer campamento. A la hora de la cena, los dueños del parador premian con un fogón y un plato especial: gulasch con spetzel. El cansancio no permite que la sobremesa se extienda mucho más allá de la medianoche: el grupo decide ir a dormir.

Día 2. Campo Piedra Pintada-Campo de John

Qué bueno que no se trasnochó. Los guías amanecen antes de las 8, despiertan al resto del equipo y preparan la mesa para el desayuno. Lisandro, dueño del establecimiento Piedra Pintada, se encarga de llevar el pan casero y los bidones.
Arranca el segundo día de navegación. Se trata de una sección más tranquila del río, que ofrece buenos lugares para pescar y tomar excelentes fotos. Algunos de los expedicionarios aprovechan este tramo para probar el ducky, un kayak inflable sumamente estable en el que continúan parte del recorrido. Y en uno de los altos, Damián reincide con la mosca y, esta vez sí, consigue una trucha marrón. Foto para el recuerdo y la devuelve, como corresponde.
Al llegar a la confluencia con el río Foyel, el grupo queda frente a frente con el glaciar colgante del cerro Ventisquero, uno de los más importantes de la zona. Cuando comienza a caer la tarde, llega al Campo de John, cercano a la zona conocida como La Pasarela.
Una pequeña despensa marca el primer contacto con la civilización. Todos arman sus carpas en una playa de arena, al pie del imponente cerro Bastión, y degustan variedad de ahumados: ciervo, jabalí, trucha, salmón. Apenas un aperitivo; para la cena, Alonso sorprende con un pollo al disco.

Día 3. Campo de John-Límite con Chile

Es el día más esperado. El grupo tiene que atravesar los rápidos de mayor dificultad, por eso los guías vuelven a dar una charla acerca de las medidas de seguridad. Además, es el último tramo del Manso en territorio argentino, donde el río se pone más furioso. Más nombres enigmáticos: El Cajón de Terciopelo, Agujero de Ozono, Gritá y Doblá, Tobogancito, Garganta Profunda, Extasis, Huevo Revuelto y Colmillo son los rápidos de este tramo.
Y en el último de ellos, bautizado Internacional, nadie supera la prueba. En el final de la expedición, todos caen al agua por primera vez, pero son custodiados por los guías que, desde kayaks de seguridad, contienen y rescatan al grupo.
Al llegar al límite con Chile concluye la navegación. El Hito Fronterizo marca el destino. Un asado con cordero patagónico corona la travesía, una fiesta que ni el Internacional logra aguar.

Datos útiles

El río

El Manso nace en el cerro Tronador (3554 metros sobre el nivel de mar). Recorre unos 150 kilómetros en territorio argentino, atravesando los lagos Mascardi, Moscos, Hess y Steffen. Luego cruza la cordillera de los Andes y unos 30 kilómetros después, como afluente del río Puelo, llega al Seno de Reloncaví, en el océano Pacífico.

La expedición

Dura tres días y se recorren unos 55 kilómetros de río. La propuesta incluye traslados, guías, kayaks de apoyo el día 3, equipo de río (traje de neoprene y chaqueta impermeable), balsa de apoyo, bolsas secas para la ropa personal, cajas estancas para equipo de fotografía, equipo de camping (carpa, aislante para dormir, utensilios de cocina) y todas las comidas mencionadas: desayuno, almuerzo, cena caliente y vino.
Extremo Sur

Temporada

Según la Secretaría de Turismo de Bariloche, la ciudad espera vivir una temporada excelente, según las reservas registradas. El verano último ingresaron 73.000 turistas en enero y otros 60.000 en febrero. Para la temporada 2005-2006 esperan superar estas cifras. De la cantidad de pasajeros que ingresa, el 65 por ciento son argentinos y el 35, extranjeros. Actualmente, la ciudad cuenta con un total de 19.500 plazas de alojamiento.

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Por Gilda Santarsiero
Para LA NACION

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