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Sevilla

Multicultural, festiva y sin apuro. Así es esta ciudad del sur español, que invita a perderse en sus calles de inspiración mora, llenas de balcones siempre floridos; ideal para admirar y disfrutar




SEVILLA.- ... Quién me presta una escalera para subir al madero para quitarle los clavos a Jesús el Nazareno?/ Oh, la saeta, el cantar al Cristo de los gitanos siempre con sangre en las manos siempre por desenclavar/ Cantar del pueblo andaluz que todas las primaveras anda pidiendo escaleras para subir a la cruz...
Los versos de Antonio Machado cobraron actualidad en los últimos días cuando esta ciudad vivió otra Semana Santa con sus inalterables tradiciones, como las honras a la Virgen de la Macarena, patrona de Sevilla, con largas procesiones de múltiples y coloridas cofradías.
La Semana Santa es una de las expresiones más claras del mundo andaluz. Pero hay muchos otros motivos para acercarse a ver cómo palpita, en el sur del país, la cuarta ciudad de España en número de habitantes -menos de un millón-. En otras palabras: Sevilla es un destino de viajantes más que de turistas, según la distinción que hace Paul Bowles; los primeros son los que se enamoran; los otros, los que suman.
De Sevilla fascinan dos cosas: su personalidad y su historia. Tiene el atractivo y el colorido de las iglesias con cirios encendidos, las mujeres con moño, el tapeo en Triana y las corridas en La Maestranza. Se presenta al observador como un cofre de agradables sorpresas.
Un cinturón de siete kilómetros de perímetro dibuja las antiguas murallas, hoy reconvertidas en una ronda de circulación vial que marca la urbanización de la ciudad.
En la capital de los mantones y abanicos, y cuna del flamenco se camina tranquilamente por las calles. La influencia musulmana es lo más llamativo en la arquitectura, ya que esta zona fue ocupada por los moros durante 800 años. El tiempo parece detenido en medio de los fulgores del sol, que sale casi todo el año. En agosto, el calor es implacable: alcanza los 47°C a la sombra.
Sevilla vive en la calle. En un recorrido asoman laberínticas callejuelas, blanquísimas fachadas de las casas y balcones repletos de flores. Para ver la vida pasar no hay mejor sitio que una de las mesas de alguna confitería del centro. La simpatía de sus habitantes es un ingrediente único. Suelen entregarse a ese ritmo de vida suave y lánguido. Optan más bien por tomarse todo con mucha calma y no se dejan avasallar por el estrés y otros padecimientos contemporáneos. La proverbial sobriedad de Sevilla sólo puede ser conmovida por las sevillanas.
El transcurrir cotidiano es un canto a la alegría. Los vecinos admiran con fervor la atmósfera exclusiva que crea el puente de Triana, que lleva al barrio homónimo. No puede faltar una visita a este barrio, y tampoco a los de Santa Cruz y de la Judería, así como a la espectacular Plaza de España, escenario en 1929 de la Exposición Iberoamericana. En 1992 se realizó la Expo 92, que conmemoraba el V Centenario del Descubrimiento y que supuso desde el punto de vista urbanístico la incorporación de la Isla de la Cartuja, digna de conocer.
El barrio Santa Cruz es un laberinto de calles con subidas y bajadas, ideales para perderse y comer en alguno de sus restaurantes con platos típicos.

Por el Guadalquivir

Vale la pena realizar expresamente una caminata a lo largo del río Guadalquivir, que divide la ciudad, y por el Parque de María Luisa, que es el pulmón verde del centro de la metrópoli. El río marca la historia y la vida de Sevilla. Fue determinante su carácter navegable para que Sevilla fuese elegida como puerto único para comerciar con las Indias Occidentales tras el descubrimiento del Nuevo Mundo. Comenzó así su etapa más gloriosa. Cuenta la leyenda que fue creado expresamente para Sevilla, pero eso es imposible de comprobar; lo que nadie discute es que en esta ciudad se concentra una serie de maravillas artísticas.
La costanera también es un paseo obligado. A un lado del río se levanta la Torre de Oro, construida en 1220 como defensa del puerto, llamada así porque estaba recubierta de mosaicos dorados. Esta construcción, uno de los últimos aportes del arte Almohade, actualmente alberga el Museo Naval de la Ciudad.
A ambos lados del río, las caras son diferentes. En uno está Sevilla, la gran ciudad, y en el otro la Isla de la Cartuja, los Remedios y, más allá, Triana. Prácticamente no hay sevillano que reciba al huésped que deje de recitar: Mira si soy trianero, que estoy en la calle Sierpes y me siento un extranjero. Sierpes es la calle comercial por excelencia de la ciudad.
Si la idea es salir de compras, todo está al alcance de los pies. Para moda, la calle del Amor de Dios es un buen destino, con tiendas de ofertas y hasta artículos de segunda mano.
Por Julio Aguirre Chaneton
Enviado especial

Venerables sacerdotes y arte contemporáneo

SEVILLA.- Entre los imperdibles de esta ciudad, la Basílica de la Macarena debería estar al principio de la lista. Queda en el barrio del mismo nombre, en el extremo norte del casco histórico, junto al tramo mejor conservado de las murallas y enfrente del Hospital de las Cinco Llagas. Es la Virgen de la Esperanza, la que da fama a la cofradía. Obra anónima datada de finales del XVII o principios del XVIII, se le atribuye a Pedro Roldán I, a su hija Roldana y a Hita del Castillo.
El recorrido puede seguir por el Hospital de los Venerables Sacerdotes, que fue fundado por Justino de Neve en 1675. El edificio está integrado por el templo y lo que fue la residencia de sacerdotes ancianos.

Barroco sevillano

La construcción, donde actualmente funciona el Fondo de Cultura de Sevilla, es uno de los edificios más importantes del barroco sevillano. Tiene un patio muy original, con galerías de arcadas en un nivel más alto y una fuente central decorada con azulejos.
Para los Venerables pintó Murilllo la más famosa de sus Inmaculadas que hoy se puede ver en el Museo del Prado.
Para continuar, el Conjunto Monumental de Cartuja y Centro Andaluz de Arte Contemporáneo. El Monasterio de la Cartuja se encuentra a la derecha del río. La milagrosa aparición de la Virgen dio lugar a la fundación, en 1400, de este convento dedicado por esa misma razón a Santa María de las Cuevas. Los restos de Cristóbal Colón, que había sido huésped de los monjes en diversas ocasiones, estuvieron enterrados en este monasterio durante treinta años.

Triana, cuna de toreros

Triana es el barrio con más personalidad en Sevilla y merece un capítulo aparte. Es la cuna de alfareros, artistas, toreros y flamencos ilustres. Más que monumental es un lugar especial que asoma como una ciudad aparte de la misma Sevilla. Es la puerta a la Isla de la Cartuja, donde se celebró la Exposición Universal en 1992, y se encuentra el monasterio de Santa María de las Cuevas.
Por el puente Isabel II o Puente de Triana se accede al barrio. De la plaza de Altozan arrancan los ejes fundamentales de Triana: las calles Pureza, San Jacinto, Castilla y Betis, que es la fachada de este gran barrio. Es vía de una sola acera porque al otro lado, desde el siglo XVII, están los muelles y malecones. Desde el restaurante Río Grande, al lado del puente, se contempla muy bien el río.
Sevillla presenta siempre, a primera vista, una estampa como de grabado. Un aire oriental flota sobre los tejados y se desliza por los silenciosos rincones. La ciudad permite moverse en un mundo de culturas reflejadas en su casco antiguo, con restos de murallas y columnas romanas, fortificaciones y torres almohades, además de iglesias barrocas y conventos. Llama la atención la riqueza de estilos y contrastes en los monumentos. Pasaron por estos lares fenicios, romanos, vándalos, árabes y castellanos. Una larga historia tejida con las guerras, las conspiraciones y las intrigas.

Datos útiles

Cómo llegar

El pasaje de Madrid a Sevilla en el tren AVE cuesta desde 140 euros ida y vuelta; el viaje dura dos horas y media.

Para ver

Reales Alcázares: en la Plaza del Triunfo, junto al Archivo de Indias, el Palacio Arzobispal y la Catedral, los Reales Alcázares son un conjunto monumental de la Edad Media, que forma el más importante edificio civil de Sevilla.
Archivo General de Indias: a la Antigua Casa Lonja de Mercaderes se decidió construirla en 1572 ante los abusos cometidos por los comerciantes que utilizaban para realizar transacciones las gradas de la Catedral e incluso el interior del templo, en caso de lluvia o excesivo calor. De planta cuadrada, el edificio tiene dos pisos y un amplio patio central, que por su monumentalidad y decoración se relaciona con el de los Evangelistas del Escorial.
Casa de Pilatos: es la casa nobiliaria más bella de Andalucía. Su estructura y decoración mudéjar, elementos góticos y mármoles italianos ofrecen una síntesis de gustos dominantes en las primeras décadas del siglo XVI
Museo de Bellas Artes: en un antiguo monasterio mercedario, permite admirar la arquitectura barroca y un valioso acervo artístico. Su pinacoteca está considerada la segunda de España.
Plaza de Toros de la Real Maestranza: espléndida plaza de ladrillo, con aplicaciones de cerámica policroma. Allí está el Museo Taurino, creado en 1989.

Más información

Oficina de Turismo de España. Carlos Pellegrini 1163 3°; 328-9664.

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