Sin perro en los menús, Pekín atiende su juego
10 de agosto de 2008
PEKIN.- Luce impecable. Si siempre fue una ciudad imponente y moderna, ahora lo es más todavía por los arreglos que se hicieron para los Juegos. Los adornos olímpicos lo cubren todo y la noche dispara neones en cada dirección desde sus imponentes edificios vanguardistas.
Y ni que hablar de los colosales estadios para Pekín 2008. El publicitado Cubo de Agua y el Nido de Pájaro son dos obras que ya merecen la misma atención que otros monumentos milenarios de la capital.
Los que la recorran hoy notarán que la gente está más ordenada que de costumbre. A muchos empleados les dieron vacaciones para evitar que el tránsito sea el caos de siempre. Y para los ómnibus de periodistas o automóviles de los integrantes de la "familia olímpica" -dirigentes, familiares e invitados de los Juegos-, los agentes de tránsito ordenan carriles especiales para aligerar el movimiento de vehículos. De todos modos, las esquinas siguen siendo zona de riesgo, con peatones y ciclistas que jamás respetan un semáforo.
El turista estará bien atendido. Porque los hoteles están llenos de voluntarios que se desviven por complacer a la gente, aunque rara vez otorgan una solución. Incluso los ciudadanos se muestran respetuosos y amables. Y aquellos pocos que hablan inglés, si ven a una persona desorientada se acercarán con buenas intenciones: Can I help you?
¿Qué tan grande es la capital China? Para tomar el subte en una zona céntrica, los voluntarios le dirán que lo mejor es tomarse un taxi. Pero que no se malinterprete. Hay que pedirle al taxista que lo arrime a alguna de las estaciones. Pongamos un caso testigo. Si está en la calle Zhongguanoun Donglu, a la altura del Zoológico y quiere ir a Tiananmen, puede elegir caminar 25 cuadras o pagarse un taxi hasta el punto más cercano de la red subterránea, Xizhimen Nandajie, una de las estaciones de la circular línea 2. Si no, hay que tomarse los ómnibus, que los hay y muchos. Pero si uno no conoce bien los recorridos puede ser una aventura difícil.
En cuanto a las comidas, las autoridades aseguran que se quitó el perro de los menús. En algunos lugares todavía se puede conseguir. Para rarezas, hay que salir un poquito del centro, recorrer mercados y se puede comprar de todo. Patas de gallina en bolsitas, vísceras de aves y algunas otras cosas difíciles de describir. Lo de las patas, con un líquido viscoso marrón es llamativo. "¿Cómo se come?", le preguntan a la vendedora, que hace gestos de "abra y chupe". Otra vez será.
En cuanto a paseos, hay que estar seguro antes de salir. La Plaza de Tiananmen, un punto crítico para el gobierno de Hu Jintao, cada tanto queda cerrada por motivos oficiales que el gobierno atribuye, generalmente, a los Juegos.
No quieren que mientras el mundo los está mirando, los manifestantes aprovechen para reclamar por las violaciones a los derechos humanos, y tengan la mejor prensa que jamás imaginaron. Pero no sólo hay protestas de organismos internacionales. Hace algunos días hubo marchas pidiendo aumento de sueldos o reclamos por desplazamientos de tierras en pos de embellecer el corredor olímpico. Tampoco se podrá acceder a la Gran Muralla hasta el 14 del actual, ya que el lugar se cerró para las pruebas de ciclismo. Pero hay demasiadas cosas que se pueden hacer mientras tanto. Regateo en Silk Market, visitas al Templo del Cielo, el Palacio de Verano, las tumbas Ming. Pekín da cientos de oportunidades.