¿Sos una Mumm Vivant? Explorar la montaña también es cosa de chicas

“El mensaje de Mumm me llegó justo en el momento en que pensaba que ya fue, que este año me iba perder la nieve”, dice aún incrédula Josefina Ayerza, influencer y diseñadora de ropa. “Me proponían un itinerario alucinante frente al cerro al que más amo en el mundo, el Cerro Catedral. No había manera de que dijera que no”, resume la modelo que supo representar al país haciendo ski como parte del Club Argentino de Ski. Y fue ese cerro, en el que precisamente encontró en su ventana cuando llegó a la Casa Mumm, en Bariloche. Una casa ideada para que los “Mumm Vivants” -así llaman a quienes comparten esta filosofía exploradora - convivan durante cinco días explorando la montaña y compartiendo experiencias únicas. Además de Josefina Ayerza y Bárbara Pérez, entre los Mumm Vivants se encontraban Martina Saravia, Benjamín Alfonso, Rodolfo Pirovano y Nicolás Castillo.

Bárbara Pérez, una de las representantes de la camada de jóvenes deportistas populares en las redes sociales, también estaba ahí, ansiosa por explorar una zona que ninguna de las dos conocía: Mallin Alto. “Si todo parecía genial desde el momento cero, puedo asegurar que se intensificó cuando con el equipo de Mumm llegamos a Mallin Alto. No nos daban las manos para sacar fotos”, aseguró Barbi. El lugar al que hacen referencia se conoce como “la pura encarnación del espíritu de la Patagonia”, un espacio en el que la tradición criolla se reúne con deportistas y aventureros de todo el mundo para darle al paisaje una personalidad única.

Mallin Alto está ubicado a 23 km al sur de la ciudad de San Carlos de Bariloche. Se encuentra emplazado justo una altura de 1000 metros, en la transición entre la estepa Patagónica y el comienzo de la cordillera, con montañas de hasta 2.200 metros de altura y bosques de increíbles lengas y ñires, árboles autóctonos. “Es muy difícil describir un lugar así. Aunque las fotos y las filmaciones que hicimos son alucinantes, creo que no reflejan todo lo espectacular que es”, comentó Barbi, emocionada al recordar la experiencia. “Subimos con motos de nieve y arriba nos esperaba un refugio único: unos domos espectaculares, en el que un chef, nuestro chef, llamado Miguel (nadie recuerda el apellido), nos hizo una de las comidas más ricas que comimos en nuestra vida”, detalla Josefina. ¿La más inolvidable? “Un risotto en pleno bosque, cocinado con la leña que encontramos ahí. El postre y las botellas de Mumm con las que brindamos se preservaron en la misma nieve virgen”, relata aún asombrada.

Pero a pesar de disfrutar enormemente de la comida y los paisajes, hubo algo que ambas terminaron por definir como lo mejor: la calidad de la nieve. “Todavía no entiendo si bajé, floté o volé”, observa Barbi, quien tiene amplia experiencia en pistas fuera de circuito también en Estados Unidos y Europa. “Nunca vi nieve tan suave, tan espectacular”, asegura. Josefina suma a esa observación un detalle inolvidable: la luna llena: “Creo que el equipo de Mumm pensó en todo, incluso en eso, porque no puede haber sido tan perfecto. Desde la selección de los invitados, con quienes se creó un vínculo y una energía increíble, hasta los momentos de brindar con Mumm al lado del fuego al finalizar el día de montaña, todo fue espectacular”.

A la hora de definir la experiencia Mumm Vivant entonces, ambas van por el mismo lugar: adrenalina, exotismo, aventuras pero todo, absolutamente todo, en el marco del hedonismo y el placer. El final se sintetiza en una postal: un jacuzzi en la nieve donde el grupo brindó con Mumm por haber tenido la oportunidad de vivir semejante travesía.