Hay días en los que me despierto medio cruzada y me da por el orden y la limpieza.
Son las veces que mejor que no me cruce con un placard, porque lo vacío y regalo la mitad de sus contenido.
Todo me resulta desastroso y me la paso acomodando objetos hasta que me agoto y entonces me siento a tomar un mate y empiezo a filosofar acerca de las posesiones materiales.
Bueno, hoy me levanté un poco así.
Ya hice las 4 camas y estoy esperando a que mi madre se levante para cambiarle las sábanas a ella.
Ya acomodé los platos lavados y puse un lavarropas.
Ordené los marcadores con brillos cromáticamente y me hice un mate que previamente lavé desenfrenadamente.
Si todo sale bien, en diez minutos ya le llevo el desayuno a mamá y así me aseguro de, en veinte, no tener más platos para lavar.
¡Qué placer vivir en este departamento! Antes, cuando me daba el ataque TOC, no terminaba más!
Hoy no tengo pacientes hasta las dos de la tarde, así que voy a ir a buscar a los chicos al mediodía y los voy a llevar a almorzar (de paso no se ensucia la cocina).
Mirti se tomó el día porque tenía reunión de padres en el jardín de la beba y de paso la lleva al pediatra y ella va al oftalmólogo. ¡Qué feliz va a estar cuando llegue! No sólo porque no va a tener que hacer nada de nada, sino por haber zafado de estar mientras yo estoy con el ataque TOC.
Me da cada tanto, y cuando sucede la persigo a Mirti. Si ella hace la cama, yo la estiro un poco más, si ella guarda los platos lavados, yo los acomodo un milímetro más acá.
Ella me mira compasivamente, pero yo sé que en el fondo, me quiere pegar una patada voladora.