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Una buena costumbre galesa

La pequeña Gaiman recibe al viajero con tradiciones inalterables con los años, además de paseos en gomón, viejas capillas y hasta un reino del reciclado




GAIMAN.- Por momentos, en Gaiman se tiene la sensación de haber sido depositado ahí por una máquina del tiempo. La vida en la colonia galesa es extraña, incluso para los turistas galeses que llegan y se encuentran con que acá se puede comer torta negra todo el tiempo, mientras que ellos sólo lo hacen para las fiestas de fin de año, los pobladores hablan galés con modismos retro y mantienen tradiciones que en su lugar de origen ya no existen.
En todo el planeta, sólo se habla galés en Gales y Gaiman. Pero Gaiman es una palabra tehuelche y significa punta de piedra. Será porque los galeses colonos construían sus casas con piedras afiladas. En la ciudad sale un diario en galés cada dos meses y hay un jardín de infantes que enseña el idioma. Lo fundó una maestra jardinera que llegó por un año, pero se enamoró y no se fue más. Para variar, en la guía telefónica abundan los Jones, Roberts, Evans y Williams. Pero García hay 6, Gómez 5 y González, 4.
Incluso, la región no coincide con el resto de la estepa patagónica: no hace tanto frío porque está en un valle, el Valle del Chubut, resguardado por bardas, y gracias a los sistemas de riego y de drenaje de sal implementados por los colonos galeses en el siglo XIX, donde antes había pastos duros y mimbres hoy abunda la vegetación verde.
A toda velocidad, uno puede recorrer Gaiman y alrededores en un día, pero el lugar invita al descanso: a tomar un té de tres horas, a sentarse a ver pájaros al costado del río Chubut, a escuchar las historias de los lugareños, a buscar tiendas bizarras, a recorrer las capillas galesas, a ver rodar las norias, a dormir la siesta bajo los árboles, a andar en bici bajo un cielo interminable... Mejor dejarse fluir por lo menos una semana.
Para alojarse, entre otras posibilidades, a seis kilómetros de Gaiman está la posada Los Mimbres. Tres casonas distribuidas en 53 hectáreas con tilos, cipreses, pinos, nogales y una pileta. Recomendados, el quincho con techo de vidrio y enredadera vegetal en la parrilla, el fernet casero, la colección completa de la biblioteca Robin Hood en unos estantes de la casa grande, la mermelada de zanahoria con naranja, un fogón de la época de la Colonia y el gusto de la rúcula.
No dan ganas de salir de Los Mimbres. Pero si uno es turista tiene que salir. El asfalto hasta Gaiman es nuevo y se puede ir en auto o bici. Habrá que llevar protector solar, repelente para mosquitos y ropa en capas, perfecto para ganarle al calor que hace al sol y al frío que hace a la sombra.

Meditación y tortas fritas

En Gaiman no hay nadie en la calle y es normal, sobre todo al mediodía y en verano. Todavía quedan fachadas galesas típicas por las calles 28 de Julio y Michael Jones, pero son pocas. "En los años 50 hubo una desvalorización de todo lo que fuera de origen galés. En un momento se corrió la voz de que iban a declarar monumento histórico las casas y, como de concretarse no iban a poder tocar esas fachadas nunca más, la mayoría de los dueños decidió tirarlas abajo antes de que pudieran declararlas, lo que finalmente nunca pasó", explica Marcela Plust, dueña de Los Mimbres y guía turística.
Hay mucho para hacer en Gaiman además de tomar el té galés.
En lugar de ir a un spa bien se puede ir a una flotada por el río Chubut, que si se medita sobre el significado de las siglas Salute per Acqua se trata de eso mismo. Lo organiza Argentina Visión y es un paseo en gomón, en uno solo o en caravana de hasta cuatro balsas. De a poco se avanza bajo el sol, entre tamariscos, álamos, sauces, el ruido de los remos moviendo el agua, aves que vuelan y pían por ahí como bandurrias, picos de plata, patos, palomas y algún pescador que mira el gomón con recelo, porque los lugareños desconfían del río.
Si ningún tripulante habla demasiado, la flotada se vuelve una práctica de meditación. A la salida, sorpresa: en la orilla esperan mesas hechas de carretes de cable con manteles ajustables. Los anfitriones son los propietarios de esas hectáreas e invitan con mate, cerveza, tortas fritas, embutidos y quesos que producen ahí mismo.
En Almirante Brown 52, en tanto, espera el parque El Desafío: una especie de reino del reciclado fundado en los años 80 por Joaquín Alonso, con enredaderas hechas con flores de latas de cerveza, instalaciones como el Taj Mahal, las ruinas de Mucho Chupi, un patio andaluz, un viejo Citroën recubierto de chapas, y un sendero circular con sorpresas de uno y otro lado, matizado con carteles con leyendas para ir reflexionando o riéndose. Al lugar llegan más extranjeros que locales. Aunque no tiene ningún apoyo financiero local, figura en guías turísticas como la Lonely Planet, en el Libro Guinness de los Récords y cada tanto lo visitan de la BBC de Londres.

Té con saquito

En el momento de ir a tomar el té galés a alguna de las cinco casas de té de la ciudad será mejor haber tenido la precaución de no comer durante las horas previas. El que no lo hizo lo lamentará apenas se siente frente a las bandejas interminables de tortas de crema, manzana, dulce de leche, higo, chocolate, lemon pie, los panes escones, y, sobre todo, frente a la torta negra que ni en Gales se consigue tan fácilmente. Allá se come a modo de pan dulce sólo para las fiestas, pero en Gaiman no falta ni un minuto.
"La torta de crema déjenla para el final", recomienda un lugareño gourmand. Es liviana, dentro de todo: lleva crema de leche, azúcar, clara batida sin llegar a punto nieve y harina. Todo, bien regado por té a gusto, en teteras abrigadas por una funda de crochet. Té con saquito.
La potencia del té tiene su explicación: "Para los galeses, el té era una religión. El hombre y los chicos cumplían una jornada completa fuera de la casa de 9 a 16. Entonces llegaban a su casa y había un mesa de té puesta con todo lo que querían", cuenta María Elena Naso, al frente de Ty Gwyn, tercera casa de té en instalarse en Gaiman, en 1974. Naso evidentemente no es galesa, pero su suegra sí.
El turismo gastronómico va más allá del té galés. Igual, por la ruta galesa, la 25, que sigue hacia Trelew y termina en Rawson, se llega a Dolavon, un pueblo construido en parte sobre canales, con norias y un prado a orillas del río. Un orgullo del pueblo es su restaurante-molino. "En un momento se declaró que la Patagonia no era apta para sembrar trigo y una empresa molinera compró todos los molinos... para cerrarlos. Ahora sólo quedan dos, uno en Trelew y otro en Dolavon", sigue Plust. Mientras que un molino normal produce seis toneladas diarias de harina, en el Molino Harinero Dolavon llegan hasta los 250 kilos que usan para las pastas, el pan y las tortas del restaurante.
Antes de cada comida o té reciben a los visitantes con un audiovisual hecho en casa sobre las capillas galesas, otro orgullo de Dolavon y alrededores.
Ahí se recibe información para poder ir a visitarlas por sí solo, pero, por las grandes distancias, por los vecinos que custodian las llaves de las capillas y porque la mayoría está casi perdida en medio del campo, es mejor hacerlo con alguien de la zona.
En Gaiman, a la capilla más vieja la tiró el viento, pero todavía queda la de 1877, Bryn Gwyn, que se usa para encuentros dominicales con lecturas y cantos, y a unos metros, Bethel, de 1913, donde domingo por medio una pastora da el culto en galés. Están a unos metros, en el puente de las dos capillas.
En Gaiman el tour capillesco termina en Salem, que sigue las mismas líneas puras, pero en su caso completamente en chapa plateada.
Hay más capillas en Dolavon: Glan Alaw; Bethesda, custodiada por la vecina de al lado; Carmel y San David, con campanario y por donde se dice que pasó Lady Di.
Para verlas habrá que llegar a Moriah y Tabernacl, en Trelew; Berwyn, en Rawson; Nazareth, en Drofa Dulag; Seion, en Bryn Gwyn, y Bethel, en 28 de Julio.
A pesar de las distintas épocas en que fueron levantadas, son tan austeras que, con sus ladrillos a la vista y techos de chapa a dos aguas, no hay gran diferencia entre las construcciones.
También son parecidas por dentro. "Todas las capillas son protestantes e intentan no tener diferencias en los discursos. Llegaron a haber treinta y pico de cultos diferentes: calvinistas, metodistas, anglicanos..., pero ya no", cuenta Plust. En Bethel, incluso, llegó a casarse una pareja de otra religión.

Nada como el 28 de julio

"Para ver la película completa hay que venir un 28 de julio", invita Marcela Plust. Ese día, en 1865, llegaron las primeras familias galesas a Chubut. En esa época, en Gran Bretaña, Gales estaba invadida por los ingleses en muchos niveles: religioso y económico, entre otros. Así, muchos galeses, mineros en su mayoría, emigraron. Decididos a seguir con sus costumbres en otra parte, idioma incluido, llegaron al lugar más despoblado que pudieron, donde el gobierno local le daba 100 hectáreas a cada matrimonio de colonos, o 50 a cada soltero, semillas y maquinaria agrícola.
Una vez asentados, los galeses comerciaron con los tehuelches y se hicieron amigos. Hasta mandaron una carta a Julio A. Roca para impedir que los eliminase en su Campaña del Desierto. Hoy, aunque llegan hasta la quinta generación de descendientes de colonos, nadie se olvida de ese 28 de julio. Así se llama la calle principal de Gaiman y su única línea de colectivos. Ese día es, claramente, feriado en esta ciudad. Desde aquí hasta Trelew se dedican a festejar en galés, que debido a su lejanía del lugar de origen, esta zona conserva palabras tan antiguas que en Gales ya desaparecieron. Los festejos incluyen un acto con la representación del desembarco, rondas de té galés en casas y capillas, juegos como el palo enjabonado y carreras de embolsados, concursos de coros, incluso de Gales, y de poetas, druidas y archidruidas. Siempre se va eligiendo gente joven como para seguir con la tradición. En la última edición, el intendente de Gaiman dijo una poesía en galés y fue nombrado archidruida.

Datos útiles

Cómo llegar

  • Por Andes, el pasaje aéreo Buenos Aires-Madryn, ida y vuelta, cuesta 796 pesos, www.andesonline.com , 0810-777-ANDES. Por Aerolíneas Argentinas, Buenos Aires-Trelew, ida y vuelta, 820 pesos, www.aerolineas.com.ar , 0810-222-VOLAR
  • Hay ómnibus desde Madryn hasta Gaiman cada media hora por la compañía Mar y Valle (teléfono 472056). Desde Trelew se puede tomar la línea 28 de Julio, que sale baratísimo: 3,80 pesos.

Qué hacer

  • Argentina Visión propone una jornada en el valle del río Chubut: se sale desde Madryn y dura siete horas y media. Incluye tour por las capillas galesas, flotada por el río Chubut, té galés en Gaiman, citytour por Trelew y visita al Museo Paleontológico Egidio Feruglio. Todo por 270 pesos, por persona. Menores de 11 años, 210. Más datos, www.argentinavision.com , (02965) 455888.
  • Huinca Travel propone, todos los días, tours al Valle Inferior. Entre septiembre y abril, pingüinera de Punta Tombo, Gaiman, con recorrido por el pueblo, las capillas y un té, y Trelew, con una visita opcional al museo paleontológico. Todo por 180 pesos. El resto del año, lo mismo, pero sin pingüinos, 140 pesos. Más datos, www.huincatravel.com , (02965) 454411.
  • Puerto Madryn turismo ofrece: visita al Valle Inferior del río Chubut. En época de pingüinos, Punta Tombo, Gaiman y Trelew. Sin pingüinos, Rawson, Trelew y Gaiman. También, una excursión al dique Ameghino, con flotada incluida. Más datos, www.madrynturismo.com (02965) 452351.
  • Parque El Desafío: Almirante Brown 52.
  • Molino Harinero Dolavon: Maipú 61, Dolavon, (02965) 492290.

Qué comer

  • Té galés: por persona, 40 pesos promedio Ty Gwyn, 9 de Julio 111, tygwyn@tygwyn.com.ar, (02965) 491009 Plas & Coed, H. Yrigoyen 320, primera casa de té galés de la Patagonia Ty Cymraeg, Abraham Mathiws 74
  • Ty Caerdydd, finca 202, en la zona de chacras

Dónde dormir

Más datos

  • Secretaría de Turismo de Chubut: 9 de Julio 280, Rawson, (02965) 485271 y 0800-666-2904.
  • Casa de Chubut en Buenos Aires: Sarmiento 1172, 4832-2009.

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