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Varanasi: los estremecedores rituales y ceremonias a orillas del río Ganges


Relato en primera persona de una de las experiencias inolvidables en la India

Relato en primera persona de una de las experiencias inolvidables en la India



El siguiente relato fue enviado a lanacion.com por Alejandra Gargiulo . Si querés compartir tu propia experiencia de viaje inolvidable, podés mandarnos textos de hasta 5000 caracteres y fotos a LNturismo@lanacion.com.ar
Llegamos a Varanasi, una de las ciudades más espirituales de la India. Cuánta intriga, ansiedad y temores que se irían disipando con el correr de los días.
Nos tomamos un taxi en dirección al hotel. Tardó una hora y media en llegar, lo que nos dio tiempo para observar la ciudad. La primera imagen, al igual que la mayoría de las ciudades de la India, fue la extrema pobreza material que contrasta con la extrema riqueza espiritual de este país.
Abundan las calles o callejuelas con casitas de adobe, atestadas de moscas. Vacas, cabras, monos y hasta elefantes circulan entre la gente y el tránsito.
El calor húmedo y agobiante sumado a otros factores, como la suciedad acumulada del día a día, las fuertes especias utilizadas en las comidas y las heces de los animales sagrados y no sagrados, hace que los aromas se intensifiquen. El tráfico es realmente caótico y ensordecer por las bocinas de los cientos de autos, rickshaws, bicicletas con carritos, motos, animales sueltos y personas sin miembros arrastrándose entre los vehículos, por lo que cruzar sus calles es todo un desafío. Una invasión y saturación de los sentidos, muy abrumadora en un primer momento.
Una vez en el hotel, el manager nos explicó el significado del nombre de esta ciudad, argumentando que el primer Ghat (escalinatas que conducen hasta el río Ganges) se llamó Varuna y el último se llamó Assi, de ahí el nombre de la ciudad, Varanasi. Arreglamos un tour para recorrer el Ganges y observar las ceremonias típicas que se realizan allí, una en la madrugada y otra en el atardecer.

Sagrada y contaminada

A las 17.30 el guía nos llevó a pie al Hanuman Ghat, una de las escalinatas que descienden hacia el Ganges, donde tomamos un bote rumbo a la ceremonia. Según el hinduismo, todos los hindúes deben ser traídos al Ganges para ser incinerados en sus orillas.
Varanasi es considerada una de las siete ciudades sagradas del hinduismo, así como para el jainismo y el budismo. A pesar de estar muy contaminada, el agua del majestuoso río es para los hindúes la más sagrada del mundo, capaz de limpiar los pecados del alma de los devotos y, al morir, de liberarla del penoso ciclo de la reencarnación.

Esperando obtener la redención, bebiendo sus aguas o bañándose en ellas, los peregrinos (algunos enfermos o agonizantes) realizan largos y extenuantes viajes hasta el Ganges.
La cremación la realiza el hijo mayor, que se debe rapar y dejar solo una colita de cabello, bañarse en el Ganges para purificarse y luego iniciar la cremación, que consiste en poner el cuerpo entre maderas hasta cubrirlo por completo y luego encender el fuego.
Bruma sobre el agua
Los creyentes se bañan en este río temprano en la mañana para purificarse y luego concurren a los templos a rezar. En la tarde noche vuelven a hacer lo mismo y a presenciar la ceremonia a la Ganga llamada Aarti. Algunos locales simplemente se bañan para refrescarse.
Todo esto nos explicaba el guía mientras nos dirigíamos en bote hacia la ceremonia principal del hinduismo. Cuando llegamos a Dasaswamedh Ghat, había cientos de botes anclados.
Mientras esperábamos, encendimos una vela flotante con flores, cerramos los ojos pidiendo algunos deseos y las arrojamos al Ganges. Los niños que venden las velas flotantes utilizan barcas de tergopol para trasladarse y ofrecerlas.
El Aarti es conducido por siete líderes de la ceremonia, uno por día de la semana. Están subidos a un escenario a orillas del río y la escenografía se completa con una especie de paraguas de luces. La ceremonia se inicia con el saludo de bienvenida al Ganges, donde un hindú representando a Shiva sopla unos caracoles de viento. Durante tres cuartos de hora, efectúan variados ritos con lámparas de fuego, hacen sonar campanas, cantan mantras y esparcen incienso. El sonido constante de los instrumentos autóctonos, acompañados por golpes de tambores, campanas y cánticos de fondo, crean una atmósfera religiosa conmovedora.
Cuando terminó la ceremonia, en el camino de regreso se podía ver una bruma sobre el Ganges, las almas que habitan en el río. Esta ciudad vibra por sí misma, la espiritualidad, que se vive con la intensidad, te hace replantearte tu vida terrenal y material, en un viaje de ida y no de vuelta? ¡Namasté Varanasi!
¿Vacaciones con un giro inesperado? ¿Una aventura que marcó tu vida? ¿Un encuentro con un personaje memorable? En Turismo, queremos conocer esa gran historia que siempre recordás de un viaje. Y compartirla con la comunidad de lectores-viajeros. Envianos tu relato a LNturismo@lanacion.com.ar. Se sugieren una extensión de 5000 caracteres y, en lo posible, fotos de hasta 3 MB.

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