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Veinte motivos para amar a Roma

A pesar de su cultura eterna, su historia infinita, sus plazas deslumbrantes, sus iglesias seculares, sus artistas únicos, sus obras de arte insuperables, sus palacios nobles, hay también algunas razones más simples para enamorarse de esta maravillosa ciudad.




I

La primera razón es muy simple: la palabra Roma es especular de amor, del latín durante la época del antiguo imperio romano, pero también en el español actual. Escuelas de teología y largas investigaciones revelan que Roma no fue llamada así por casualidad, sino por ser una ciudad destinada a transformarse en caput mundi, en latín, centro del mundo .

Créditos: CORBIS

II

Más allá de las raras ocasiones en que nieva y la ciudad se detiene, el clima soleado y temperado es otro motivo valido para enamorarse de Roma: el cielo se tiñe de azul casi todos los días y desde el mar llega la brisa, el gorjeo de las gaviotas y el olor mediterráneo de los pinos marítimos.

III

El sonido del agua de las numerosas fuentes diseminadas por toda la ciudad acompaña el ritmo de la vida romana. Cada fuente tiene su razón de existir, como por ejemplo la Dell’ Acqua Paola, en el Gianicolo (una de las siete colinas de Roma), que debido a su ubicación permite en una sola mirada percibir toda la pasión, el trabajo y el esplendor de los artistas que han construido la ciudad durante siglos.
La Fontana di Trevi, para lanzar la moneda y recordar La Dolce Vita

La Fontana di Trevi, para lanzar la moneda y recordar La Dolce Vita - Créditos: CORBIS

IV

En el centro histórico , cualquier dirección puede corresponder a un antiguo palacio majestuoso que representa la potencia de las grandes familias nobles romanas, de la iglesia opulenta y de los papas dispendiosos de la antigüedad. Las cúpulas, las fachadas, las fuentes realizadas por los máximos arquitectos del siglo XVII, Gianlorenzo Bernini y Francesco Borromini, hacen revivir la época barroca en cada esquina.

V

Los domingos al mediodía más vale recibir la misa y la bendición del Papa en la plaza San Pietro, antes de visitar la Basílica di San Pietro, las tumbas de los papas, los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina. Y, al fin, enfrentar la difícil subida a la cúpula de San Pietro para sorprenderse frente al paisaje. Recordar que se trata de un lugar sagrado al que conviene llegar con espalda y rodillas cubiertas para no quedarse afuera… Para averiguar los horarios de misa y demás información, consultar

VI

Comer carciofi alla giudia (alcauciles a la judía) en el antiguo barrio judío es un momento gastronómico revelador. El encanto de este barrio, hoy entre los más fascinantes y eclécticos de la ciudad, también se debe a la cantidad de restaurantes que sirven comida riquísima a muy buen precio. Por entre 6 y 10 euros se puede comer un plato de alcauciles, de bucatini (un tipo de pasta) all’amatriciana o las puntarelle alla romana, ensalada especial condimentada con salsa de anchoas, típica de la capital italiana.

VII

Mirar por la cerradura del Giardino degli Aranci (Jardín de los Naranjos), en la cima del Aventino (otra de las siete colinas de Roma), es una forma tradicional, pero muy original de gozar de la vista de Roma. Metiendo el ojo en el hueco de la cerradura de la puerta del Priorato dei Cavalieri di Malta (sede histórica de esta orden religiosa) aparece la cúpula de San Pietro enmarcada en los árboles del Priorato como si fuera un cuadro.
La cúpula de San Pietro, en el Vaticano, desde la terraza del Mausoleo de Adriano

La cúpula de San Pietro, en el Vaticano, desde la terraza del Mausoleo de Adriano - Créditos: CORBIS

VIII

Girare in motorino ( recorrer en motocicleta ) es la típica y la mejor forma (¡y la más rápida!) de conocer Roma. Así se evita el tránsito caótico y se llega a tiempo para ver el atardecer desde la terraza del Castel Sant’Angelo, del año 139, en la orilla derecha del río Tevere, a pasos de la Ciudad del Vaticano. A esas horas, por el Lungotevere, el bulevar que corre junto al río, se ven los antiguos palacios que se asoman asumiendo una tonalidad miel.

IX

Comer sandía por las calles es otra tradición bien romana. En verano las calles se llenan de quioscos de frutas que, por un euro, venden sandía ya servida en un plato, con un cuchillo, útil para recuperarse de la canícula molesta de los días de verano.

X

Probar pizza en San Lorenzo : los restaurantes y trattorias de este barrio tradicional llenan las veredas con mesitas y ofrecen las pizzas más ricas de la ciudad. Con un precio medio entre 18 y 20 euros, en los restaurantes Il Podista, i Fratelli, La Casetta e Il Maratoneta se puede tomar una cerveza, comer una rica entrada, una deliciosa pizza y terminar con un enérgico café expreso.

XI

Ir al histórico mercado de pulgas de Porta Portese , que se realiza en la homónima plaza en el barrio de Trastevere los domingos por la mañana, es ideal para encontrar de todo un poco, desde ropa hasta bicicletas usadas. Negociar con los vendedores y evitar que a uno lo estafen es parte del programa.

XII

Bere al Nasone significa tomar agua de las canillas distribuidas por toda la ciudad, donde corre constantemente agua fría para refrescar a los turistas durante las visitas de verano. Se tapa el hueco donde sale el agua y ésta sale por la canilla superior que parece una gran nariz (nasone).

XIII

Por estar apenas a 30 kilómetros, el mar es un destino fijo de vacaciones y fines de semana de los ciudadanos romanos. A las cercanas playas del Lido se llega por la transitada autopista o en media hora por un tren legendario, que sale de la estación Porta San Paolo y que parece salido de una película de otra época.

Créditos: CORBIS

XIV

Prendere l’ aperitivo ( tomar una copa con picada antes de cenar) es una tradición bien italiana. En Roma esta tradición se concreta en Campo dei Fiori, uno de los lugares más alegres de la ciudad, punto de encuentro nocturno popular de los jóvenes, que se reúnen para tomar un vino o un Negroni Sbagliato (un cóctel muy típico) entorno de la plaza.

XV

Un paseo por los jardines de Villa Borghese es un placer para los sentidos, sobre todo cuando termina en el prestigioso Caffè delle Arti de la Galleria nazionale d’arte moderna e contemporánea, donde se puede admirar la importante colección de obras de arte de los siglos XIX y XX, que es un verdadero desafío a la antigüedad de la ciudad.

XVI

El Sarcofago degli Sposi , una tumba de terracota milenaria del Museo Nazionale Etrusco di Villa Giulia, que representa dos esposos antes de la muerte, es el mejor ejemplo del amor eterno, el amor alrededor del cual el mundo gira…

XVII

Ir de compras por las elegantes calles del centro Vía Condotti, Vía del Babuino, Vía del Corso, puede ser una experiencia inolvidable o una verdadera pesadilla, dependiendo del día. Los sábados se asiste a lo que los romanos llaman struscio, una enorme fila de gente que se mueve lenta a lo largo de la calle mirando encantadoras vidrieras, entrando y saliendo de los bares, y charlando en las veredas.

XVIII

Parte de la vida de los italianos es el fútbol. Ver un partido del Derby Roma-Lazio en el estadio Olimpico es una experiencia divertida, folklórica y apasionante, y una forma para aprender rápidamente el dialecto local y... unas cuantas mala palabras.

XIX

Buscar cornetti después del boliche . En Italia, los boliches cierran más temprano que en la Argentina, pero la noche es larga igual y después de bailar, un programa típico es recorrer la ciudad en busca de confiterías abiertas de noche y que por la madrugada sacan cornetti caldi (medialunas calientes). La Dolce Maniera, Bar Romoli, Cornetto Notte e Il Sorchettaro son algunas de las confiterías más frecuentadas por los insaciables noctámbulos.
La Fontana di Trevi, para lanzar la moneda y recordar La Dolce Vita

La Fontana di Trevi, para lanzar la moneda y recordar La Dolce Vita - Créditos: CORBIS

XX

Finalmente, para asegurarse de volver pronto a Roma hay que tirar la monedita en la famosa Fontana di Trevi , la fuente donde Anita Ekberg se bañaba sensual bajo la mirada encantada de Marcello Mastroianni en la película La Dolce Vita, bien representativa de los efectos que Roma produce sobre quien la visita.

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