Viajando con Almodóvar
Madrid siempre fue el gran set de filmación de este excéntrico director, que retrata la capital españolade una manera única; un recorrido por la ciudad a través de sus mejores películas
4 de agosto de 2013
Pedro Almodóvar es un guía de lujo para conocer Madrid de una manera diferente. Los que quieran embarcarse en un paseo turístico cinematográfico pueden descubrir los escenarios de la capital española que utilizó el director en la mayoría de sus películas, incluyendo Los a mantes pasajeros, que se estrenará el próximo jueves en los cines de nuestro país.
"En Madrid es tarde", dice por teléfono Marisa Paredes en la película La flor de mi secreto y le responde una voz masculina: "En Madrid nunca es tarde". Y en esta como en muchas otras características hace hincapié Almodóvar en su veintena de películas (entre largos y cortometrajes) que transcurren directa o indirectamente por las calles madrileñas, hasta tal punto que existen visitas guiadas que recorren la capital española siguiendo las locaciones almodovarianas.
Pedro Almodóvar nació en la pequeña ciudad de Calzada de Calatrava, Ciudad Real, Castilla-La Mancha, pero a los 17 años se mudó a Madrid. Mientras trabajaba como empleado en Telefónica dio sus primeros pasos como director y redactor de novelas cortas y relatos periodísticos. El reconocimiento en España fue en 1984 con el estreno de ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Y cuatros años después llegó a la fama mundial con la aclamadísima Mujeres al borde de un ataque de nervios, que fue nominada al Oscar como mejor película en lengua extranjera, premio que finalmente obtuvo con Todo sobre mi madre .
Existen pocos directores de películas que estén tan íntimamente ligados a una ciudad como Pedro Almodóvar a Madrid. Igual que Woody Allen, que en sus comienzos utilizaba como locaciones lugares característicos de Nueva York, el director manchego ha encontrado en los íconos madrileños una fuente de inspiración para las mejores locaciones en sus obras fílmicas.
No sólo se puede encontrar Madrid en los escenarios de Almodóvar, sino que también sus colores, su luz, su música, sus personajes, su idiosincrasia y hasta su proceso histórico. Si bien en algunas de sus películas se pueden identificar lugares de Barcelona, playas de Tenerife, edificios valencianos o parques gallegos, siempre son utilizados por el director como un complemento de una trama para volver a Madrid. La capital española se transforma en las películas de Almodóvar en un personaje más.
Para comenzar con la Madrid de Almodóvar podemos observar en Mujeres al borde de un ataque de nervios la afamada escena de la actriz Carmen Maura desde el ático de un edificio en la coqueta calle Montalbán, una panorámica de la Gran Vía y sus imponentes edificaciones. Esta es la principal arteria de la ciudad, que cumplió hace poco los cien años de su trazado desde la calle de Alcalá hasta la plaza de España, recorriendo grandes tiendas de moda, cines y teatros y los edificios icónicos madrileños como el Metrópolis, Casa Matesanz, Telefónica, Carrión, Grassy y el Palacio de la Prensa y el de la Música (entre muchos otros).
La afilada mirada de Pedro Almodóvar
"Mira, Madrid"
Uno sabe que está en la capital española cuando cruza la rotonda donde se encuentra la Puerta de Alcalá. "Mira, Madrid", le susurra Pilar Bardem a Penélope Cruz mientras está dando a luz en un colectivo que rodea la puerta de entrada a la ciudad en el comienzo de la película Carne trémula . Este acceso de estilo neoclásico y aspecto monumental similar a los arcos de triunfos romanos se comenzó a construir por mandato del rey Carlos III en 1769, por lo que es precursor a otros del estilo como la Puerta de Brandenburgo en Berlín (1788) y el Arco de Triunfo de París (1806). Se encuentra frente al Parque del Retiro, a pocos metros de la Fuente de Cibeles, y cuenta con cinco arcos adornados con lemas, armas, banderas, esculturas y está rematada con el escudo de España.
Uno de los sitios preferidos por Almodóvar es el Viaducto de Segovia, llamado popularmente como el puente de los suicidas por la cantidad de personas que se quitaron su vida lanzándose al vació desde la altura de este puente. Y así lo han hecho (o intentado hacer) personajes almodovarianos en Matador y en la que se está por estrenar: Los amantes pasajeros .
Este viaducto de grandes dimensiones de hormigón en plena ciudad es un ejemplo del racionalismo arquitectónico madrileño de los años 30 y del que se aprecian muy lindas vistas del Palacio Real, de la catedral de la Almudena y del Campo del Moro. Además por debajo lo cruza la calle Segovia en declive con edificaciones de distintos colores y por donde transcurre uno de los únicos exteriores de la última película del director.
Hasta la terminal cuatro del aeropuerto de Barajas tiene su espacio en sus películas. Cuando se aterriza o se despega de la T4 (como se la conoce usualmente) se puede reconocer a simple vista el proceso de modernización que ha atravesado Madrid, y Almodóvar lo plasmó en la pantalla grande. La estación diseñada por el arquitecto británico Richard Rogers inaugurada en 2006 -con un techo con cubiertas onduladas de madera y largas columnas en pares con una gama de colores del arco iris que va del azul oscuro al rojo pasando por el amarillo y el verde- armoniza perfectamente con las sierras que la rodean.
Chicote, la coctelería histórica de la Gran Vía
Justamente en la T4 comienza
Los amantes pasajeros
con una escena protagonizada por Antonio Banderas y Penélope Cruz como operarios de pista del aeropuerto. Y en la película
Volver
, aquí trabaja la protagonista Raimunda (Penélope Cruz) como limpiadora de las instalaciones internas de la T4.
Plazas de ronda
Si la capital española se caracteriza por algo es por sus plazas, que uno cruza a cada paso.
Hay de todo tipo y tamaño: grandilocuentes como la Plaza Mayor. Otras muy populares como Callao y del Dos de Mayo u otras pequeñísimas como la plaza del Cordón. Todas sirven para darle un respiro al caprichoso entramado urbano y a los ciudadanos que lo habitan, que colman las terrazas de los bares para ir de cañas y tapeo, o simplemente para sentarse en los bancos. Y esta particularidad es un detalle que Almodóvar no dejó pasar y las plazas madrileñas aparecen como escenarios en varias películas.
La plaza Santa Ana, una de las más encantadoras y vibrantes, se encuentra en el Barrio de las Letras y está repleta de bares y terrazas, de madrileños y turistas que disfrutan de la vista al hotel Reina Victoria y al Teatro Español.
En los alrededores está la Cervecería Alemana, de 1904, frecuentada por Ernest Hemingway y por los primeros hippies que tuvo la ciudad, y también el restaurante Tablao Villa Rosa, de los años 30, que conserva una gran decoración de azulejos andaluces, tanto en su interior como en su exterior.
En los extremos de la plaza se encuentran las estatuas dedicadas al dramaturgo del siglo de oro español Calderón de la Barca y al poeta granadino Federico García Lorca. La plaza sirvió de fondo para filmar Hable con ella y se puede apreciar en toda su plenitud con tomas captadas desde la esquina.
La famosa Plaza Mayor
En
La flor de mi secreto
los protagonistas realizan una liberadora caminata nocturna por una atípica deshabitada Plaza Mayor. Así decidió mostrarla el director, que reconoce que le gusta fotografiar las ciudades de noche, desnudas y vacías. Esta plaza emblemática de Madrid, una enorme explanada de planta rectangular con entradas en forma de arco en sus extremos, comenzó a construirse en el siglo XVII, por orden del rey Felipe III, cuya estatua ecuestre esculpida en bronce adorna el lugar. Fue escenario en tiempos pasados de numerosos actos públicos, como corridas de toros, procesiones, fiestas, representaciones de teatro, juicios de la Inquisición e incluso ejecuciones capitales. Hoy es el corazón de la ciudad donde la gente se ve y se deja ver y la abundan de festejos y sonidos.
En 1990 Antonio Banderas buscaba heroína para aliviar los dolores de muela de su amada a la que tenía secuestrada en Átame caminando por la Plaza de la Villa. A la plaza la rodean las fachadas principales de tres edificios de gran valor histórico-artístico, levantados en diferentes siglos. El más antiguo es la Casa y Torre de los Lujanes (siglo XV), construido en estilo gótico-mudéjar, que se emplaza en la cara oriental de la plaza. Le siguen en antigüedad la Casa de Cisneros (siglo XVI), un palacio plateresco que cierra la parte meridional del recinto, y la Casa de la Villa (siglo XVII), de estilo barroco, una de las sedes del Ayuntamiento de Madrid.
La movida y los bares de copas
La movida madrileña fue un movimiento contracultural surgido durante los primeros años de la transición de la España posfranquista, a fines de los 70, como una corriente de liberación luego de años dictatoriales que se vio reflejada en la música, la literatura, la pintura, la moda y el cine de la mano de Pedro Almodóvar. La película que definió este movimiento fue Laberinto de pasiones, con Cecilia Roth a la cabeza. El film comienza con un paneo de la actriz caminando por la feria de El Rastro, un mercado al aire libre que se monta todos las mañanas de domingos y feriados en el castizo barrio de Lavapiés, en el centro histórico de la ciudad desde hace más de 400 años, en el que se pueden encontrar tanto objetos cotidianos como curiosas antigüedades.
Luego la escena en La Bobia, bar de reunión de la movida, en la entrada del Rastro, en la calle San Millán, donde se daban cita pintores, músicos, escritores, bohemios, punks y rockers. Hoy, La Bobia ha sido sustituido por un café-franquicia que desvirtuó la esencia del local original.
En la novela negra que describe Los abrazos rotos , Blanca Portillo necesitó unos gin-tonic del Museo Chicote para poder revelar sus secretos más ocultos. Es una coctelería histórica de la Gran Vía, en cuyas paredes, en una mezcla entre lugar real y locación de cine, cuelgan varias fotos del mismo Almodóvar festejando con otros actores de sus películas. Fue inaugurado por Perico Chicote, el barman del hotel Ritz de Madrid, que decide abrir en 1931 uno de los primeros locales de cóctel. Se denomina Museo Chicote por poseer en aquel tiempo un sótano cercano con una colección personal de aproximadamente diez mil botellas con diferentes bebidas.
Durante los 80 se convirtió en un lugar fetiche para los precursores de la movida y han tomado de sus copas personalidades de la talla de Liz Taylor, Orson Welles, Grace Kelly, Rita Hayworth, María Félix, Sofía Loren, Gina Lollobrigida, Vittorio De Sica, Gary Cooper (entre otros tantos).
A muy pocas cuadras de allí, Pedro también eligió para la misma película otro bar del estilo llamado El Cock, lugar de encuentro de artistas, críticos de arte, galeristas y de otros sectores del mundo del arte contemporáneo, en el centro de Madrid, sobre la calle de la Reina. De estilo inglés, con mobiliario hecho a medida, es un clásico de la noche madrileña. Luego de la guerra civil lo adquirió Perico Chicote, y El Cock se hizo célebre por las peñas literarias y políticas que se desarrollaban en su sótano, y por eso se dice que existe un corredor secreto que comunica ambos bares.
Carmen Maura contempla la Gran Vía en la primera escena de Mujeres al borde de un ataque de nervios
Madrid es a Almodóvar lo que Almodóvar es a Madrid. Se podría atravesar la capital española de punta a punta siguiendo las locaciones de las películas de Pedro, aunque el director nunca expresó un homenaje directo a la ciudad. Esta relación se fue dando de una manera natural, sin necesidad de palabras ni redenciones. Almodóvar demuestra que sus películas son madrileñas, y a Madrid le sienta muy bien.
De hecho, el cine de este director no puede entenderse sin Madrid. La ciudad llega a convertirse en un personaje fundamental. El propio director lo ha reconocido alguna vez: "Siempre he encontrado en esta ciudad el paisaje perfecto con la fauna adecuada (insolente e ideal) para cada una de mis películas".