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Florencia Francisconi: la partera argentina que está ayudando a las mujeres ucranianas en medio de la guerra

María Florencia Francisconi es matrona. Trabajó en Etiopía, Kenya, Palestina y ahora está en Ucrania, donde acompaña los partos y coordina equipos, en medio del conflicto bélico.


María Florencia Francisconi es partera argentina y trabaja en Ucrania junto a Médicos sin Fronteras.

María Florencia Francisconi es partera argentina y trabaja en Ucrania junto a Médicos sin Fronteras.



“La partería me encontró a mí, yo no la busqué”, asegura María Florencia Francisconi. Después de terminar la secundaria en San Nicolás, pensaba anotarse en la carrera de martillera pública, como su mamá, pero optó por instrumentación quirúrgica. Cuando terminó, sentía que le faltaba una pata asistencial a su trabajo. Mientras hacía sus prácticas en Rosario conoció a una matrona (una licenciada en obstetricia) que la introdujo en este mundo. “De una universidad pasé a la otra. Desde el primer momento, me encantó trabajar con la salud sexual y reproductiva, con los bebés. Esto es lo que tenía que ser, yo soy partera, la partería se transformó en más que una profesión, es una filosofía de vida”, sostiene.

Florencia  hizo su Residencia en el Hospital Especializado Materno Infantil "Argentina Diego" en Buenos Aires y estudió una Maestría en Salud Pública en España. En 2018, decidió dedicarse al sector humanitario. Empezó como responsable de actividades en terreno y más tarde se convirtió en Instructora de Soporte Vital Avanzado en Obstetricia para Médicos Sin Fronteras. “Hay mucha gente que romantiza las misiones, pero es muy demandante estar fuera de tu casa, con todo lo que conlleva la tarea médica humanitaria, pero no concibo separarme de la obstetricia ni de esta forma de trabajo. Siempre digo que va a ser la última, pero descanso un poco y me llama mi manager para ofrecerme otra misión y no puedo conmigo misma. Me atraviesa por completo, es mi forma de vida”, confiesa.

Trabajar sin fronteras

Florencia conoció la ONG Médicos sin fronteras gracias a su mamá. Ella apoyaba distintas organizaciones y desde chica Florencia leía las revistas institucionales y se maravillaba con la labor humanitaria que hacían. De a poco, fue gestando la idea para su propia carrera. “Mi primera misión fue en Etiopía. Estuve seis meses y si bien me sentía técnicamente muy preparada en habilidades obstétricas, el contexto fue un poco chocante al principio. Hay que aprender a trabajar ahí, la forma de acercarte a la población es totalmente diferente. Hay lugares que requieren de mediadores interculturales. Yo justo fui a la región Somalí de Etiopía que es más conservadora, musulmanes, la relación de las mujeres con el trabajo, con los hombres y con el resto es todo un aprendizaje. Tenés que aprender qué se puede hacer y qué no, hasta cómo salís vestida del mercado”, explica.

En Etiopía la OMS estima que menos de 2,3 profesionales de la salud, que incluyen médicos, profesionales o parteras. Cada 100 mil habitantes son insuficientes porque no llegan a cubrir necesidades básicas. Luego tuvo otras misiones en Kenya y Palestina. De todas se llevó un gran aprendizaje. “El valor añadido está ahí, porque realmente te necesitan. El impacto que vos llegás a ver es muy grande y muy lindo. Esto es muy demandante, pero muy lindo”, sostiene.

La partera argentina también es Instructora de Soporte Vital Avanzado en Obstetricia para Médicos Sin Fronteras

La partera argentina también es Instructora de Soporte Vital Avanzado en Obstetricia para Médicos Sin Fronteras

Ser partera en Ucrania

Su última misión fue a Ucrania. Estuvo tres meses allí cubriendo tres regiones, con la guerra como telón de fondo. Si bien la ONG ya trabajaba allí en temas de HIV y tuberculosis, con el estallido del conflicto bélico tuvieron que dar respuesta rápida a necesidades desatendidas: dar cobertura a las personas cuyo hospital se transformó en hospital de guerra, capacitar en trauma, y focalizar en salud mental. “Hicimos una evaluación con el equipo de cuáles eran las necesidades y decidimos enfocar en planificación familiar y violencia sexual basada en género. Estuve trabajando con los equipos iban a recibir estos casos, tenían el paquete de medicación profiláctica para ofrecer, si iban a tener disponibles servicios de asistencia psicológica. Mucha gente perdió  sus trabajos y quedaron mujeres solas a cargo de la familia. Nos parecía que una buena intervención era poder brindar esos servicios de manera gratuita, el método que eligieran”, explica Florencia. Entre sus averiguaciones, encontraron que una mujer ucraniana podía llegar a invertir hasta un 2% de su salario básico en planificación familiar. Era necesario cubrir esa demanda, especialmente en este contexto.

Por otro lado, la violencia sexual fue otro de los puntos clave a trabajar. “Durante las guerras todos los tipos de violencia ascienden y la violencia sexual claramente no es la excepción. Incluso se exacerba, así que estamos trabajando con la sensibilización de los equipos cómo recibir a las sobrevivientes, dónde el tratamiento profiláctico a brindar”, relata. En este escenario, Florencia se mantuvo alerta, pero no se paralizó. “Un poco de miedo está bien, porque te permite no olvidarte del lugar en el que estás trabajando. Pero si escucho una alarma y me quedo frisada sin poder responder, sería un problema para el trabajo. También hay que seguir ciertas normas de seguridad a seguir a rajatabla. Si el jefe te dice que a las seis de la tarde tenés que estar de vuelta en la oficina no me quedo esperando a ver qué pasa o comprando en el mercado. No jugamos a ser héroes y heroínas, estamos para ayudar y podemos hacerlo en la medida en que estemos y estemos disponibles. Entonces con eso sí hay que ser bien responsables”, continúa.

Luego de tres meses, viajó a Portugal para un breve descanso. Pero ya está nuevamente embarcada en una nueva misión en territorio ucraniano. “Tengo 35 años, pero si me tuviese que morir mañana, tuve una vida súper plena. Trabajé en donde quise, no me privé de nada, lo hice siempre con mucha vocación y pensando principalmente en las mujeres. No tengo deudas pendientes conmigo misma, a mí este trabajo me hace súper feliz”, concluye.

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