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Salud mental: claves para custodiar la calma y encontrar paz en tiempos inciertos

En tiempos de incertidumbre, nuestra directora editorial Sole Simond nos brinda algunas claves para custodiar nuestra propia calma, gracias a algunas estrategias que ella tiene a mano para, desde su lugar, aportar luz en esta vida.


¿Estás angustiada por el contexto? Algunas claves para intentar encontrar tu paz

¿Estás angustiada por el contexto? Algunas claves para intentar encontrar tu paz - Créditos: Getty Images



Recuerdo que cuando empecé a enseñar cursos de respiración consciente en El Arte de Vivir, profundicé en una teoría que dice que los valores opuestos son complementarios. Como frío y calor; luz y sombra; bueno y malo, salud y enfermedad, justicia e injusticia, paz y guerra, etc. Todo aquello que en nuestra vida que se experimenta como opuesto, en realidad, son funcionales entre, se necesitan.

¿Cómo sabemos que está llegando la primavera? Porque experimentamos frío hace pocas semanas. ¿Cómo nos damos cuenta de que nos duele un poco la cabeza? Porque ayer sentía mi mente liviana. ¿Cómo podemos agradecer que haya agua caliente cuando nos bañamos a la mañana? Porque en algún momento, nos falló el calefón. Y así. Es por contraste que identificamos la vida. Si todo fuera frío, no podríamos disfrutar del calorcito que nos trajo septiembre y tampoco seríamos capaces de darnos cuenta de que ESO es frío. Es muy interesante cómo nos aferramos o preferimos una manera, pero la polaridad se atrae, se necesita para existir, para que cada opuesto tenga su valor.

Te lo escribo así, bajado a tierra, pero este conocimiento es parte de la sabiduría vedanta: “los valores opuestos son complementarios”. Y hace 15 años, cuando empecé a enseñar compartía un ejemplo efectivo sobre esta idea, le preguntaba a los participantes: “Si vos le preguntás a un niño, ¿qué preferís, paz o chocolate?, ¿qué te responde?”. Todos respondíamos al unísono: “¡chocolate!”.

Hoy dudo. Hoy la paz es un bien preciado, incluso para los más pequeños. Ni los niños se salvan de las guerras, del dolor, de la preocupación, del miedo, de la inseguridad. En este contexto mundial, con la incertidumbre país, con los conflictos personales y familiares; lo más valioso que tenemos es poder sentir calma. 

¡¿Pero cómo lograrlo?! Te voy a decir lo que me sirve a mí, cada uno tiene su medicina personal. Lo primero es recordar que paz y conflicto son parte de la misma moneda. En mis 43 años ya tuve experiencia suficiente como para saber que la vida no es armonía solamente. Nuestra existencia está expuesta a variedad de crisis, dificultades, tristezas. Así que hace tiempo que presupuesto el dolor. No pienso que la vida es color de rosa, sé que el conflicto viene como parte de esta complejidad, y al mismo tiempo renuncio rápidamente a querer entender las injusticias. Porque, en general, nunca encontrás buenas explicaciones.

 

La vida es horrorosa y hermosa a la vez. Alguien nace y muere en este mismo momento. Entonces, procuro trabajar para la hermosura de la vida, como puedo, desde mi lugar, eligiendo ver la luz, en vez de ahogarme en la oscuridad. Es un esfuerzo, en un compromiso, es una lucha diaria personal: ver lo bueno, ver lo que hay, ver lo que puedo hacer. Y sobre todo, poniéndome al servicio. Que la vida no nos sea indiferente, que nos caliente la vida, que seamos testigos y a la vez protagonistas de las soluciones, y que pongamos nuestro talento a disposición.

Algunos siendo médicos, otras siendo periodistas de guerra, otras siendo ingenieras, otros siendo maestros, otros comunicando, otros dando asilo, otros juntando dinero, otros cuidando el Medio Ambiente, y así, cada uno con lo que tenga, con lo que pueda. Este mundo abismal y fraccionado es el contexto ideal para mirarnos a los ojos y decir: “Basta, mirate, mirame, te duele lo mismo que a mí, ambos buscamos amor y libertad, somos hermanos”.

Las guerras (las mundiales y las internas) son el otro opuesto, ese que esperamos que se manifieste lo menos posible para llegar a un ultimátum que nos despabile y nos convirtamos cada uno en la paz que queremos ver en el mundo. No como una frase hecha, sino con la valentía que implica evitar la reacción y la venganza, y convertirnos en sabiduría y acción. 

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