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El día en el que Channing Tatum me salvó en un cuarto de hotel

Hace pocos días estrenó la última película de Channing Tatum, Magic Mike: el último baile. A partir de esto, nuestra editora recuerda una anécdota que tuvo con él en Hollywood.


Magic Mike: el último baile puede verse en HBO Max.

Magic Mike: el último baile puede verse en HBO Max. - Créditos: Gentileza HBO Max



Hace pocos días, estaba haciendo zapping una noche cualquiera por las plataformas de streaming y me topé con él, mi querido “amigo hollywoodense” Channing Tatum. Enseguida pensé: ¿otra película nueva de Magic Mike? ¿Hacía falta? ¿No era que ya habíamos visto todos los abs marcados que había que ver? ¿No quedó un toque vintage el temita de los strippers? Bueno, parece que el aclamado Mike del título nos da la última entrega de sus dotes sensuales en Magic Mike: El último baile (esperemos que esta vez sea la última). La dupla que armó Channing con el director Steven Soderbergh –que dirigió las pelis anteriores, la original en 2012 y la secuela en 2015- encuentra el desenlace en esta nueva historia, donde Mike –un poco alejado del mundo del striptease y ahora devenido en emprendedor de la coctelería- se permite la oportunidad de dirigir un espectáculo propio, con la ayuda de su mecenas Maxandra Mendoza (interpretada por Salma Hayek).

Digamos todo: la película no es, claramente, una obra de arte. Pero re va para una noche donde querés ver algo liviano. O donde querés conectar con otro mood, ya sea sola o en pareja. Cuenta el devenir de Mike en su odisea de montar un show de strippers en uno de los teatros más icónicos de Londres, reformulando la base de un texto clásico que hasta entonces estaba en cartelera. Para decirlo simple: es como si Mike tuviera el desafío de hacer una versión del Macbeth de Shakespeare con bailarines envaselinados. Pero tiene un par de secuencias (dos, para ser más precisa, una al arranque de la peli y otra hacia el final) en donde la peli explora los contorneos imposibles de Tatum (¿sabías que él fue stripper antes de convertirse en actor?), volviéndose escenas de mucha potencia y de mucho voltaje, altamente recomendables para subir tu propia temperatura. También la vi como una especie de “homenaje” a nuestra propia historia con Channing, por quien conservo un cariño muy especial. Ahora les cuento por qué.

Cuando en 2015 se estaba por estrenar Magic Mike XXL, la película arma un junket de prensa internacional en Hollywood con todo su elenco y fuimos invitadas a cubrir el estreno. Fui en representación de OHLALÁ! Eran cuatro días en un hotel 5 estrellas de Los Ángeles, con una agenda cargada de entrevistas –casi que entrevisto al que llevaba el café en el rodaje, je-, pero había recompensa: nos daban 7 minutos a solas con Channing. Era mi primera vez de todo: mi primera vez en Hollywood, mi primera vez entrevistando a alguien en inglés, mi primera vez con alguien tan arriba.

Cuando llega ese día estoy lista. Me duele la panza de los nervios. Ensayo por vez número mil las preguntas en voz alta para no equivocarme. Practico frente al espejo hasta la forma de presentarme: “Hi, I´m Maria Eugenia, a journalist from OHLALÁ! magazine...” Soy periodista, sí, e hice muchísimas entrevistas, pero esta es diferente. Me tiembla la voz, pero manoteo mi Ipod –el dispositivo en el que iba a grabar la charla- y salgo puntualísima hacia la habitación 317, el lugar donde me esperaba Channing.

“Remember you can´t take any pictures with him” – vuelve a recordarme su asistente a cara de perro, antes de que pudiera pasar a la suite más lujosa del hotel. No pierdo tiempo en discutirle; solo tenía 7 minutos con él para sacarle algo jugoso y volver con una gran nota para la próxima edición. Channing me invita a sentarme junto a él; su sonrisa y su carisma hacen que se me olviden todas las preguntas que tenía preparadas, pero lo disimulo bien. Toco el REC del Ipod y arranco. Los 7 minutos son prácticamente 7 segundos; ya la asistente cara de perro hace girar sus dedos en círculo en señal de “redondeá, flaca”. Le hago caso, total ya tenía un notón. Le agradezco y nos despedimos.

Menos de cinco minutos después, estoy desesperada. Lloro en mi habitación. El Ipod no está por ningún lado. Doy vuelta toda la habitación y no aparece. “¿Dónde mierda lo puse?” es lo único que mi mente repite en loop. Pienso que me van a echar del trabajo. Empiezo a pensar en la posibilidad de tener que reconstruir la charla a partir de mi escasa memoria, si el audio no aparecía. Pero no estaba dispuesta a darme por vencida. Así que volví a la habitación 317.

Toco otra vez la puerta. Obvio, la abre la asistente cara de perro. En el inglés más espasmódico y nervioso que me sale le cuento que perdí el Ipod. Le pido ayuda para chequear ahí; era improbable, pero quizás lo había dejado olvidado. Obvio, la asistente me dice que no puedo pasar porque Channing está con otras entrevistas, pero que ella revisa y me avisa. A los 30 segundos sale y es una sentencia: “acá no hay nada”.

A lo lejos, lo veo a Channing terminar la entrevista número mil del día. En un movimiento imposible –casi como los que él hace en las películas-, levanto la mano desde la puerta y le grito “¡Channing, help me!” La asistente me tira rayos con la mirada. “Come in… what happened?” Estoy de nuevo ahí, parada frente a él. No había ensayado nada de esto frente al espejo, pero le cuento lo que me pasa. “Let´s seek together…” Y otra vez sonríe.

Yo misma hubiera pagado por ver esta escena: Channing Tatum y yo, gateando por la habitación de un hotel de Hollywood 5 estrellas en búsqueda de un Ipod. “Here it is!” –grita él en un momento. Cuando me da el Ipod, me siento la más poderosa del universo. Ya no tengo nada más que perder, así que, además de agradecerle, me la juego: “You´re my hero. Can we take a picture together?” La asistente cara de perro me debe estar odiando, pero el brazo de Channing vuelve a sacarme el Ipod de las manos, esta vez para sacarnos una foto juntos. Él vuelve a sonreír. Y yo ahora también. Porque sé que acabo de vivir mi propia peli en Hollywood, la tierra de los sueños.  

Channing, mi sonrisa y yo en Hollywood, antes del estreno de Magic Mike XXL

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