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Arriesgar el futuro: un borrador de ideas de lo que vendrá

La directora de OHLALÁ! Sole Simond relata sus vivencias y sentires en este mes aniversario de los 17 años de la revista.


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Editorial de Sole Simond en la revista OHLALÁ! - Créditos: Getty



Es raro ser la más veterana de un equipo, por no decir la más vieja, la que custodia la memoria de 17 años. Es raro porque me parece que fue antes de ayer cuando era “la mascota” de mi primera redacción, donde hacía una pasantía en una revista de viajes y empezaba a incursionar con mis primeras notas de turismo a los 18 años. Es raro porque algunos recuerdos se vuelven borrosos, y otros están como tatuados a fuerza de narrativas de cómo creamos esta marca que ahora tenés en tus manos.

Hay frases de las campañas de marketing que vienen como ecos: “No eras vos, eran las revistas”, u otras de focus groups detrás del vidrio de la cámara Gessel: “Si OHLALÁ! entrara a una fiesta, me querría hacer amiga”, o títulos bisagra: “Llorar está buenísimo”, o charlas con nuestra psico, Inés Dates: “A la ilusión no hay con qué darle”. Y todo se compila como en un videoclip acelerado y hitero que nos trae hasta acá, con una melodía más suave para pensar el futuro, sin el ruido de la creación, sino con el compás de quien acuna lo que ha logrado.

Recibí tantos “gracias” a lo largo de este tiempo, cuando fui testigo de lectoras y usuarias que se acercaban a valorar un punto de inflexión, una idea inspiradora, una forma de entender la vida que les había regalado OHLALÁ! Fui testigo de tantos equipos que se construyeron y se desarmaron, y se volvieron armar, de tantas personas aliadas que fueron parte de nuestro camino. 17 años es una odisea en esta era líquida y vertiginosa, pero ¡qué odisea linda!, qué viaje de heroínas nos mandamos, ustedes y nosotras. Así que voy a usar este editorial para hacer un borrador de lo que yo creo que es lo que nos espera, el futuro de una marca femenina que tiene que reiniciarse cada vez que la conversación feminista se enciende. 

 

Ya no será suficiente estar tras las pantallas, las compuertas digitales van a tener que dar paso a los encuentros. Tendremos que “abrir nuestras casas”, dar el marco para una intimidad real. Ya no será suficiente que pensemos lo mismo, sino que nos arriesguemos a actualizarnos en la conexión con los otros. Yo sé que el algoritmo talibaniza nuestros consumos, pero serán los hallazgos los que nos devuelvan el alma al cuerpo, y para eso tendremos que ser más pillas que Mark Zuckerberg. ¿Cómo? Teniendo secretos, apagando los celus, tomando un libro de la biblioteca, cocinando una pastafrola con la receta que tenemos en un papelito de Doña Petrona.

Las comunidades no son masivas necesariamente, son la unión de muchas personas que se sintieron sapo de otro pozo porque estaban en el pozo incorrecto, entonces, ¿cómo visibilizo quién soy para encontrarme con un par?; como marca, ¿cómo vuelvo a poner de manifiesto mis valores? Los productos tendrán el gran desafío de ser congruentes, y esa congruencia late desde adentro, grandes equipos de trabajo hacen grandes cosas, no hay otra. Así que los próximos años las habilidades de liderazgo servicial, el desarrollo de la inteligencia emocional, la mirada sistémica frente a los grupos serán las llaves para abrir un nuevo portal creativo e innovador. No solo la inteligencia artificial. Pero el gran desafío será que mantengamos las ganas de soñar. Ninguna marca sobrevive si no sueña, y en este contexto, claro, está difícil. Entonces, ¿qué quiero cuando cierro los ojos?, ¿dónde me veo?, ¿qué me alienta a seguir adelante?

 

Esa búsqueda de sentido traerá los nuevos escenarios, que algunos serán efímeros y nuestra gran maña será soltarlos a tiempo, y otros se convertirán en plataformas desde donde pensarnos y acompañar de nuevo. Claro, y no se puede solas. Nunca. El cuentito del individualismo terminó por erosionar nuestra salud mental, y ahora que pende de un hilo, la pregunta que cabe es: ¿a quién necesito?, ¿con quién me siento escuchada?, ¿qué me resuena a mí? La sinergia es el nuevo éxito. Creeme, buscate socios y compañeros, no te quedes sola.

La felicidad compartida vale doble. Por eso, perderán los mezquinos, los que se la quieran guardar para sí solos, los que no vean propósito sino solo números, porque la generosidad, amiga mía, trae generosidad. Así que bienvenida a un futuro colaboracionista, donde OHLALÁ! arma la ronda con vos y, en vez de preguntarte “¡¿qué querés?!, ¿¡qué necesitás?!, como ya nadie sabe qué responder a eso, pregunta: “¿Cómo estás?”. Esa respuesta traerá lo que vendrá.

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Soledad Simond

Soledad Simond Estuvo en el equipo creador de la marca femenina OHLALA!, en La Nación, y la dirige desde hace 6 años. Además, es facilitadora de talleres de empoderamiento en corporaciones, da workshop de oratoria y planificación emprendedora.


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