Expresión Revolución: ¿acaso puede un libro potenciar nuestra creatividad?

“Escribí el libro que te gustaría leer”. Esta es una frase del escritor Austin Kleon que está en una de las primeras páginas de Expresión Revolución, el hermoso libro de Shumi Gauto que hoy me inspira para sentarme a escribir esta columna. ¿Y por qué lo elegí? Porque es, sin dudas, uno de los libros más auténticamente genuinos que leí en el último tiempo. El que me hizo más invitaciones. El que me provocó de una manera linda, a pesar de mis resistencias. También porque es de esos que no vas a “devorar” en una tarde de domingo, sino que la propuesta es muy distinta: Shumi escribió, definitivamente, el libro que a ella le hubiera gustado leer. Y por eso, te lleva casi de la mano a que hagas un viaje hacia adentro tuyo, hacia esos lugares donde vive tu expresión más personal. Esa que muchas veces tapamos con la voracidad de la vida cotidiana, con filtros de Instagram, repitiendo voces que no necesariamente son las nuestras. La profundidad y la entrega –o la resistencia- la ponés vos.

Conocí a Shumi Gauto hace varios años ya, cuando fui a su casa para hacerle una nota para OHLALÁ! Ella todavía trabajaba en la radio, en el programa que co-conducía junto con Nico Artusi. Cuando nos pusimos a charlar, descubrí que también era (bah, es) fan de la lectura, de la actuación, del tejido: todas cosas que a mí también me interpelaban. Me llamó la atención su energía, su forma clara de hablar de sus pasiones. El tiempo pasó y varios años después, ya en pandemia, ella me invitó a ser parte de un seminario online llamado “La propia expresión”; eran 4 encuentros por Zoom en donde, a partir de consignas, cada uno de nosotros iba explorándose.

Y me acuerdo puntualmente de un ejercicio que hicimos en ese seminario, que me quedó resonando, porque abrió puertas, porque me sacó de la situación “sos el resultado de lo que hacés” y me permitió entrar más en el mundo “sos lo que sos, esté bien, mal, sea lindo u horrible”. Se llamaba “Dibujo Libre” y se trataba de eso que hacíamos cuando estábamos en la escuela y nos daban esta consigna: hacer lo que queramos, cómo queramos y durante el tiempo que queramos. Shumi musicalizaba con una playlist de diferentes estilos musicales y nosotros teníamos que dejarnos ser. Pero con una sola consigna; mandaba el cuerpo, no la cabeza. Ser, simplemente. Con todo lo que tengamos ese día, ya sea furia, amor, excitación, frustración, cansancio, dolor, curiosidad. ¿Queríamos bailar? Podíamos. ¿Queríamos gritar? Podíamos. ¿Queríamos llorar, hacer nada, desnudarnos, mirar lo que hacían los demás como espectadores? Podíamos todo. Y todo estaba bien. Me acuerdo todavía de lo que me costó “entrar” al flow del ejercicio. Al principio mi cabeza estaba más en el “¿me estarán mirando los demás?”, “¿estaré haciendo cualquiera y me van a echar?” hasta que pude entregarme a la curiosidad y a la libertad. Y es una experiencia muy hermosa hacerlo de manera grupal, porque te sorprendés y empatizás con la unicidad de cada uno.

“Dibujo libre” es tan solo uno de los ejercicios que te propone el libro (incluso, aún sin el libro, podrías hacerlo con las playlists que tiene Shumi en su Spotify), pero hay muchísimos más. Para incorporar nuestro propio “barro” a la vida creativa. Para explorar tus zonas más oscuras. Para ver qué te pasa con tu propia sensualidad. También hay charlas con artistas, creativos y pensadores. Cada página de este libro es una invitación a que no seas ajeno a lo que te pasa, a lo que vas sintiendo. A que te metas con toda. La única pregunta quizás sea: ¿hasta dónde estás dispuesta a dejarte atravesar?