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Luciano Castro y sus romances: por qué alimentamos el conflicto entre mujeres

Georgina Sticco invita a reflexionar a partir de la exposición pública de la vida personal de Luciano Castro, su pareja Griselda Siciliani y sus exparejas. ¿Quiénes tienen la responsabilidad afectiva en una relación y por qué los medios convertimos los conflictos de pareja en enfrentamientos entre mujeres?


griselda siciliani, luciano castro y sabrina rojas

Griselda Siciliani, Luciano Castro y Sabrina Rojas. - Créditos: Archivo LN



Quisiera analizar por un momento lo que sucedió esta semana (o sigue sucediendo) entre Luciano Castro, Sabrina Rojas, Griselda Siciliani y Florencia Vigna. No me voy a detener en las intenciones por las cuales cada uno hace declaraciones públicas, dado que esa es su libertad, sino en la responsabilidad de los medios en relación a la narrativa que están generando.

Si hay algo que sabemos, es que las historias de pareja son complicadas. Sin embargo, intentamos constantemente encasillarlas y categorizarlas, tratando de evaluar cada una de las que conocemos: si no hacen tal cosa o tal otra, parece que no se llevan tan bien como hacen parecer.

Dentro de estos vínculos, quisiera que prestamos atención por un momento a cómo los medios, el cine, las series, o cualquier programa, contribuyen a sostener esta idea de buenas y malas parejas, de buenas y malas personas dentro de las parejas.

 

En esta trama en particular, de la que estamos siendo espectadores tipo micro-serie, faltan varios puntos de análisis. Lo primero que me llama la atención es cómo un conflicto entre ex-parejas se convierte en un conflicto entre mujeres. Es decir, los medios alimentan y se suman a crear una narrativa donde lo importante es la relación entre ellas, que se basa en un supuesto código (inexistente) entre mujeres, y no se detienen en la ruptura de un código que sí existe, que es el de la pareja. 

Lo ideal sería no darle relevancia a estos temas personales, pero de hacerlo sería interesante que los medios, con un mínimo de responsabilidad, intentaran DEJAR de alimentar esta enemistad entre mujeres, que además refuerza la idea de que las mujeres no somos de confiar, entre nosotras. Esto no es solo divertimento, esto crea realidades.

 

Desde el trabajo que realizamos en Grow-género y trabajo, en organizaciones, hemos escuchado más de una vez a líderes, varones y mujeres, indicar que el trabajo entre mujeres “es para problema”, que son “complicadas”, que “siempre compiten entre ellas”.

En una empresa hipermasculinizada, un líder nos contó que tenía una mujer en su equipo (bravo por él), y que cuando quiso contratar a otra mujer, habló con la primera para pedirle, por favor, que no hiciera “quilombo”. Él nunca había realizado ese tipo de comentarios a los hombres de su equipo, en 20 años.

Así es como, las narrativas épicas que hacen la idea de esta “guerra” entre mujeres, como  “la destrozó”, “volvió a cargar”, “volvió a disparar”, “ella estalló”, “ella apuntó”, “tremenda declaración”, “arremetió”, “redobló la apuesta”... no solo nos hace testigos de algo que no es para nada importante, sino que además refuerza el estereotipo de mujeres complejas, complicadas, competitivas.

¿Él? Solo es infiel. Pobrecito.

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