Silvina Luna: Vivimos en una búsqueda implacable de ser queridos por los demás
La psicóloga Paola Bertiz Broll se centra en las exigencias que nos impone la sociedad actual para con uno y con los demás. Trae un ejercicio que realiza con pacientes para revisar la imagen que cada quien tiene de sí.
29 de junio de 2023 • 10:58
Silvina Luna atraviesa una complicada situación de salud a causa de una cirugía estética. - Créditos: Archivo LN
Estamos inmersos en una sociedad cada vez más exigente, con lo cual nos vuelve exigentes para con nosotros mismos y para con los demás. Cada vez se nos pide más y más: inteligencia, belleza, que tengamos -a lo Roberto Carlos- un millón de amigos, viajar por el mundo, parecer más jóvenes de lo que somos, tener una hermosa casa y el último modelo de auto y celular, etc.
Vivimos en una constante búsqueda implacable de ser queridos por los demás. Sabemos y entendemos que para llegar a recibir ese amor del exterior (que nunca es suficiente) tenemos que contar con ciertos cánones esperados, porque si no quedamos fuera de la manada y estar fuera de la manada es morir en vida.
Mejorarme y trabajar sobre los aspectos que quiero cambiar de mí superándome, entrenándome, mejorando mi alimentación, cuidándome el cutis, trabajando sobre los aspectos de mi personalidad que no me gustan, sanando mis heridas, enriqueciéndome internamente, todos estos cambios pueden ayudar a que me valore y me ame más que antes.
Pero, ¿qué sucede si creo que este cambio únicamente es exterior, que así bastará para sentirme valorada y amada? Si esto ocurre, caigo en un callejón sin salida, porque llegará un momento en que ya no habrá más piel para estirar ni nada más para levantar. Solo estará ese vacío y esa imagen de mi que me acompaña hace muchos años y no he podido borrar aun, la imagen del rechazo.
La mayoría de las personas rechaza algún aspecto de sí, ya sea porque se burlaron de ella, o simplemente porque no nos gusta y punto. El problema es cuando ese detalle nos apaga por completo y no podemos ver todo lo bello que tenemos. Es como ver una mancha en el vidrio de la ventana y quedarnos mirándola y no ver el paisaje detrás de él.
Siempre les pido a mis pacientes que observen una fotografía de cuando eran más jóvenes y me digan qué ven allí. La mayoría me dice: me veo linda, qué piel que tenía, qué hermosa que era. Entonces le pregunto: ¿cómo te veías en esa época? Espantosa, siempre me vi de esa forma.
¿Ven que no es lo que veo, sino que es cómo me veo?