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Apego: por qué es importante esta relación entre la madre y su bebé

El apego es la conducta innata e instintiva que lleva a una persona a establecer contacto y proximidad con respecto a una figura de la cual espera protección. Hay diferentes estilos de apego.


Apego, qué es y por qué es importante

Apego, qué es y por qué es importante - Créditos: Getty



El apego es la conducta innata e instintiva que lleva a una persona a establecer contacto y proximidad con respecto a una figura preferida de la cual se espera protección. Este concepto, desarrollado por John Bowlby, se apoya en la dependencia humana que activa un patrón instintivo ligado a la supervivencia.

Las psicólogas María Fernández Castaño y Graciela Panzitta, en su libro Claroscuros de la maternidad, desarrollaron la importancia del apego. Explican que la madre, que es la primera suministradora de satisfacción de las necesidades del niño, es el primer objeto de amor y también de protección frente a los peligros externos.
“Una de sus tareas fundamentales es moderar la angustia, que es la reacción inicial frente a la adversidad traumática, en grado o medida aún mínima. Sin embargo, cuando esto no ocurre se pueden entablar vínculos con personas sustitutas que suturan esta situación e impulsan hacia la resiliencia”, mencionan.

En ese primer encuentro madre-hijo/a comienza a instalarse un circuito de retroalimentación en donde la conducta de uno incidirá sobre la del otro. El bebé no es pasivo en este contacto, sino que participa activamente en la relación: tiene la posibilidad de estimular ciertas respuestas en la madre o figura de protección. Al sentirse cuidado aprenderá a cuidarse.

El vínculo de apego brinda una base segura y protección. Estas experiencias primarias producen modelos que darán lugar a estilos de vincularse. De este modo, el apego no sólo se produce en este primer vínculo, sino que se irá replicando con otras figuras significativas que aportan seguridad a lo largo del desarrollo. Hablamos de familiares, amigos, maestros, parejas, etcétera.

“El apego no se pone en marcha una sola vez en la vida, sino que se reactiva en distintas situaciones en las que podemos pensar en una resignificación del mismo”, expresa Fernández Castaño. Y detalla: el primer momento es en la conformación de la díada madre-hijo; el segundo momento, en la adolescencia, con los pares y la búsqueda del amor; un tercer momento, con los hijos; un cuarto momento en los adultos mayores con los nietos y los grupos de su edad.

Su colega, Graciela Panzitta, aclara: “Los nuevos vínculos pueden modificar las modalidades de apego infantiles. Por ejemplo, una pareja violenta puede generar un apego inseguro ambivalente y llevar a producir ansiedad extrema; así como una experiencia afectiva de buena conexión y cuidado puede brindar una vivencia de apego seguro y ayudar a cerrar heridas del pasado”.

Diferentes estilos de apego

A partir de la observación de infancias (de uno y dos años) frente a la presencia de un extraño y su conducta con respecto a la madre, un grupo de investigación evaluó la situación de despegue y reencuentro con la figura de protección.

Se encontraron diferentes estilos de apego de acuerdo a las características del cuidado materno y del vínculo.

  • Apego seguro. En el apego seguro los niños presentan ansiedad de separación y reaseguramiento al reunirse con la persona que brinda protección. Tienen confianza en la disponibilidad de sus cuidadores, lo que implica saber que serán receptivos y responderán a sus necesidades.

  • Apego inseguro evitativo. En este estilo de apego los niños no poseen confianza en la disponibilidad de la madre o cuidador principal. No muestran signos de ansiedad ante la separación; por el contrario, se manejan en forma independiente. Parece no afectarlos el alejamiento del cuidador y hasta lo rechazan cuando se aproxima. Esta conducta responde a una sobreadaptación más que a una verdadera indiferencia y autonomía. Las características del cuidado materno muestran rechazo, descuido, maltrato, pero también pueden ser figuras sobreestimulantes e intrusivas.

  • Apego inseguro ambivalente. Se observa en niños que muestran ansiedad de separación y no se calman cuando regresa su madre, sino que intentan llamar la atención y potencian su ira. Las características del cuidado materno son la fluctuación entre momentos de disponibilidad y buena respuesta con otros en los que no atiende las necesidades del hijo debido a su propia inestabilidad. Estas madres muestran una conducta contradictoria. Muchas veces, interfieren de forma no consciente en los avances exploratorios del hijo, lo que favorece su dependencia y cercanía, tomándolo como objeto preferido de apego.

  • Apego inseguro desorganizado. Se trata de niños que presentan inseguridad extrema y cuando se reúnen con la madre reaccionan con conductas confusas y contradictorias que evidencian desorganización psíquica. Se observa en chicos que padecieron situaciones de violencia y abuso. Las características del cuidado materno son el maltrato, la intrusión, la falta de discriminación y la inconsistencia.

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