Síndrome de la niña buena: cómo reconocer si sos una de ellas
Las personas que tienen el "síndrome de la niña buena" suelen darle prioridad a los deseos y necesidades de los demás antes que a los propios. ¿Sos una de ellas?
21 de febrero de 2023
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Cuando nuestro entorno nos exige ser perfectas/os, sumisas/os, obedientes, responsables y leales desde la infancia, un patrón de comportamiento –que alberga una creencia que se naturaliza-, nos dice que para ser amadas debemos “ser buenas”. Las “malas” no reciben atención, ni amor ni cuidado.
Si bien es una creencia falsa producto de una cultura donde los roles que se nos exige cumplir están cuidadosamente delimitados por la lógica patriarcal (las mujeres sumisas y dóciles son las que tendrán “éxito”), pega fuerte a toda edad y no es fácil de reconocer. Por el contrario, requiere de trabajo interno, resistencia a los mandatos y, sobre todo, mucha compasión y paciencia con una misma.
Complacer al otro todo el tiempo
El término “síndrome de la niña buena” fue acuñado por la psicoterapeuta estadounidense Beverly Engel y popularizado a través de su libro “Nice Girl Syndrome”. En este describe las características principales de las personas que sienten el valor social está fuertemente vinculado a ser percibidas como personas “agradables” y “sumisas”.
La psicóloga Ana Gómez dice que las personas que tienen este síndrome pueden sentir mucho miedo a ser rechazada o que los demás se alejen por no cumplir con sus expectativas. ¿Y dónde identifica el punto crucial? En la infancia, claro, cuando se les exigió que se comportaran como los adultos querían con la amenaza de que te dejaran de hablar o se fueran de tu lado.
Si bien el síndrome que mencionamos se da en mayor medida en las mujeres, también aparece en el universo de los varones, aunque en una ínfima proporción: el abismo es enorme, ya que es a nosotras a quienes se nos enseña de niñas que son más importantes las necesidades y deseos ajenos que los propios: quienes cuidamos “por naturaleza” somos nosotras, las sacrificadas por los otros. ¿Te suena?
Características principales del síndrome de la niña buena
No saber decir no: habitualmente las personas que lo tienen han aprendido tanto a anteponer las necesidades de los demás a las suyas propias, que no se ven con capacidad o derecho para poner límites o sencillamente decir no.
Miedo constante al fracaso: para las personas con síndrome de la niña buena, fallar nunca es una opción válida. De hecho, suelen vivir con un miedo constante a decepcionar a los demás y a fracasar.
Mucha dificultad en la toma de decisiones: la inseguridad y las constantes dudas en la toma de decisiones es otra de las características principales de las personas que padecen este síndrome. Suelen vivir en un conflicto interior constante entre lo que les dicta su deseo y lo que les dicta esa necesidad constante de amoldarse a la imagen que la sociedad ha creado de sí mismos.
Evitar conflictos: la preocupación constante por los demás hace que también tengan mucho miedo a herirlos. A esto se suma esa necesidad constante de mantener una imagen de buena persona ante el mundo, haciendo que eviten los conflictos siempre que sea posible. Tampoco quieren mostrarse enojadas.
Autoexigencia constante para no salirse del mandato: no salirse de eso que espera la sociedad de una "buena niña" hace que constantemente se autolimiten y repriman para no salirse del molde.
¿Cómo se sale?
Para salir del círculo vicioso en el que este síndrome nos encierra es clave empezar a priorizarse una misma, aunque muchas veces ese paso no logramos darlo solas. Por eso está bueno si sentís que alguna de las características te toca de cerca que consultes con algún profesional para poder empezar a soltar patrones viejos, reforzar la autoestima y la autovaloración. Decir no al entorno muchas veces es decirse sí a una misma.
Recordatorio mental para poner en práctica ya: dejar de juzgarte o de dar valor en exceso a las necesidades de los demás.
Consecuencias principales de ser "una niña buena"
1
Alta exigencia con una misma
2
Represión de las emociones
3
Culpa cuando intentan poner límites o mostrar sus emociones.
4
Ansiedad y frustración constantes
5
Por la presión que supone la búsqueda permanente de la perfección, suele derivar en depresión, ansiedad y en trastornos psicosomáticos
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