
Marcos Aramburu y su amor a Argentina: "Tengo un fanatismo por nosotros como país"
En la radio y el streaming, hoy es una de las voces de las nuevas generaciones. Charlamos con él sobre los desafíos de los medios, su hobby como ceramista y sus aprendizajes psicodélicos
3 de mayo de 2024

Marcos Aramburu, una de las nuevas voces del streaming. - Créditos: Gaspar Kunis.
Hoy es una tarea sencilla escuchar a Marcos Aramburu, porque no está en un solo programa, ¡sino en tres! De lunes a viernes conduce Dinero y amor por Blender, de lunes a jueves integra como coconductor la mesa de Industria nacional en Gelatina, y para cerrar la semana, todos los viernes a la tarde, hace una columna sobre argentinidad –uno de sus temas favoritos– en Todo pasa, el programa que conduce Matías Martin en Urbana Play. ¿Está a full? Sí, pero este 2024 Mar- cos no lo vive tan intensamente como el año pasado, cuando siente que “se quemó un poco la cabeza” porque hacía cuatro programas mientras escribía y publicaba Las ceremonias, un libro de crónicas con historias de personas que usan drogas. Quizás otro de sus temas favoritos.
¿Este año elegiste ir a un ritmo más tranquilo?
Necesité menos también. Es como que a veces necesitás más plata o necesitás estar en más lados para crecer profesional- mente. Y este año, con estos tres programas ya consideré que estaba bien en lo económico y que era un buen año profesio- nal. Entonces me calmé. Pero eso no quita que, de repente, si ahora aparece algo tremendo que me encanta..., capaz lo haga. Tengo margen todavía para agarrar algo más. No es lo que quisiera, pero si sale algo que me gusta, lo voy a hacer. Es como que no me pongo tanto ese freno. Siento que a los 30 todavía estoy en una edad en la que puedo hacer el esfuerzo. En los tres programas tenés roles bien distintos: en uno conducís, en otro sos coconductor y en otro sos columnista.
¿Hay diferencias para vos en esos roles?
Sí, cambian varias cosas, no solo los roles, sino el personaje que construís en esa mesa. En Gelatina, tengo esa cosa más de coconductor, pero que me da mucha libertad de ser más descontraturado. Y capaz en Blender ese rol lo cumplen Evitta y Quintín y yo soy más un poco el que baja a tierra esa locura. Y en Todo pasa propongo la dinámica yo. Cada mesa marca cuál va a ser tu dinámica y qué necesita de vos.
¿Dónde radica para vos la química de una buena mesa?
No sé si radica en un solo lugar, pero siento que ahora hay una cosa de que son todos iguales los streams. Voy a hacer un poco de autobombo, pero creo que justo Gelatina es distinto a todos y lo que estamos tratando de hacer
en Blender es distinto también. Pero después, creo que hay muchos canales que hacen cosas parecidas.
¿Hacia dónde sentís que va el mundo del stream?
Porque quizás en algún momento se va a saturar de ofertas... Creo que en el stream todos estamos buscando un lenguaje, y ese lenguaje a veces aparece y a veces no. A veces es una búsqueda en la que aparecen cosas que se diferencian de la radio y de la tele, y por momentos hay cosas que se parecen a lo más básico de la radio y la tele. Se está construyendo algo.
¿Y vos desde chico tuviste la vocación de la radio?
Desde muy chico empecé a escuchar radio. Mi papá es muy oyente de radio. Íbamos al colegio escuchándola. Y cuando se murió mi mamá, yo tenía 10 años y estaba todo el día escuchando la radio. Ninguno de mis amigos sabía lo que era Basta de todo o el programa de la Negra Vernaci, y yo lo amaba. Y mi viejo me decía: “Che, hay temas que son para adultos en ese programa, como que no sé si da que lo escuches”.

"A veces podemos ser un poco crueles entre nosotros". - Créditos: Gaspar Kunis.
¿Y por qué la locución?
Primero estudié otras cosas: empecé Sociología, después Comunicación, estuve unos años en la UBA, y ahí, un docente en un taller de radio me dijo: “Che, ¿vos vas a estudiar locución?”. Y yo le dije que no. “Pensalo, deberías”. Y ahí me di cuenta de que yo no quería hacer comunicación, yo quería hacer radio. Siempre me gustó mucho la voz, cantar, hacer personajes, doblajes, era algo que me divertía, me divierte todavía mucho. Hice el ingreso al ISER y entré. No sé qué hubiese hecho si no entraba. Hay gente que lo da mil veces. Yo no sé si lo hubiese intentando tanto. Fui, lo hice y entré.
¿Hoy sentís que tu voz es un instrumento?
Siento que es una herramienta. En algún momento, laburaba más en esto de trabajar con la voz. Hacía las voces en off de un programa que tenía informes en Canal 9. Me encantaba, me re divierte eso. En Gelatina y en Blender lo uso también. De repente, jugamos con eso. Y ahora estoy volviendo a can- tar, que me encanta también. Si me quedo sin voz mañana, no sé qué hacer. Es como si le cortás las piernas...
¡Al Diego! (risas).
Nah, qué Diego... ¡Al 4 de Tigre!
No te tires para abajo tampoco. Hoy sos un éxito...
Sí, pero igual no es mi búsqueda esa. Mi búsqueda es que me vaya bien y que me paguen un montón de plata por esto, que no me la pagan todavía, pero mi búsqueda es que en algún momento eso pase. Pero no me vuelve loco que seamos los primeros. No sé, el otro día llevamos a un artista a hacer un happening a Blender a las 7 de la tarde el lunes, un loco que se ponía cemento en los bolsillos. Y eso yo sé que no va a ser lo más visto, pero a mí me encanta que esté en el programa.
¿Eso es el éxito para vos, poder hacer lo que te gusta?
Y sí. Quiero que nosotros hagamos lo que nos gusta. Hay mu- chas cosas que no me gustan, pero no me importa. Quiero que nosotros hagamos la nuestra, ojalá que nos vea la mayor cantidad de gente posible. Pero no es mi búsqueda ganarle a nadie. Me copa más construir un mensaje, hacer algo lindo. No se puede sostener este nivel de oferta. Hay demasiados streams. No hay tanta gente para ver esto. Yo hasta hace unos meses trabajaba en radios más tradicionales y están re per- didos. Te dicen: “Vamos a poner una cámara” y piensan que eso es stream. Quieren jugar con las reglas del stream, pero no terminan de soltar las reglas de los medios tradicionales. Las dos cosas no las vas a poder hacer. No se puede hacer feliz al algoritmo y a Ibope.
¿Sos de mirar métricas? ¿O no te preocupa eso?
Mirarlo lo miro, porque está demasiado al alcance de la mano. Pero no me enferma. También creo que a veces es medio autodestructivo eso del feedback inmediato. Porque capaz necesitás tiempo para hacer algo que esté bueno. Y te ponen “aburriiiido”, y si vos te quedás con ese feedback, no construís nada. Por eso, empezar un programa de streaming acá es un poco el golpe al ego.Vas a tener un mes en el que el programa va a ir encontrándose. Te tenés que fumar que alguien lo mire y no le guste. Son ensayos en vivo. A los con- ductores de radio tradicional también los putean. Solo que hay un productor que filtra eso.
¿Y te resbala el hate o a veces no tanto?
No me importa tanto. Claramente, si tenés a 10 personas diciéndote que sos un pelotudo, una bala te entra. Pero no soy particularmente sensible a eso.
Dinero y amor es una apuesta tuya. ¿Cómo lo armaste?
Yo quería hacer algo con Tomi Quintín, estaba esta propues ta de Blender. Y bueno, apareció este personaje espectacular que es Evitta, que era amiga de Tomi y se copó. Empezó como algo que impulsé yo, pero ahora es algo de los tres. Ganamos los tres lo mismo, los tres tomamos las decisiones y los tres tenemos unas locuras copadas, los tres en otra mesa seríamos “el loco”. Creo que ahora la búsqueda es entender la de cada uno y a veces acompañarla. Y a veces que te acompañen a vos. Aprender a jugar esa locurita de los tres, por momentos cada uno, y construir algo de a tres. Y ahora también se suma a la mesa Andy Chango tres veces por semana. Estamos buscándolo todavía.
Entre el amor y el dinero, ¿con cuál te quedás?
El amor (risas).
Para quedar bien..., ¿sos bueno manejando la plata?
¡No tengo tanta que manejar tampoco! Igual, soy ordenado. Gasto poco, no soy rata para nada, pero no tengo muchas excentricidades. No me compro ropa, por ejemplo. Gasto en salir a comer o en viajar. No tengo mucho gasto grande.
En Las ceremonias, tu libro de crónicas, hay una frase linda: “A cada vida le faltan piezas diferentes”, esta idea de que somos carencias, básicamente...
Sí, obvio, somos pérdidas, cosas que faltan. Creo que lo que fue apareciendo en el libro es que las drogas y las sustancias sin las vidas de quienes consumen no se pueden explicar. No son buenas ni malas, ni sirven para una cosa ni para la otra. Las sustancias interactúan con las vidas de quienes las con- sumen. Y las vidas de quienes consumen son todas distintas y todas tienen carencias distintas, con virtudes diferentes. Las sustancias cumplen roles distintos en cada uno.
¿Y en tu vida qué vinieron a traer? Vos contás algo así como que buscabas recuperar cierto impulso vital.
Sí. Cuando era más chico, la marihuana capaz tuvo que ver más con el juego, con reírse. Lo psicodélico fue otra búsqueda. Depende del momento, también voy encontrando nuevas respuestas. Hay veces en las que fumar porro me hace bien y momentos en que no. Son muy distintas todas las sustancias, se me hace muy difícil generalizar. Hay momentos en que si fumo marihuana, me pongo ansioso, y momentos en los que me relajo.
Depende siempre del momento y del contexto. ¿Cómo fue tu experiencia con hongos psicodélicos?
Fue en un viaje a Puerto Madryn con dos amigos, que fuimos a ver a las ballenas y a bucear –porque nos gusta mucho la naturaleza– y nos llevamos unos hongos para joder en la playa. Esa vez sentí otra cosa, fue una dosis bastante alta de psilocibina y fue pasar a sentir como una unidad. Esa vez fue como sentirse parte de algo más grande. De bajar mucho la neurosis. Es todo demasiado grande para estar preocu- pándose por cosas tan chiquitas. Siento que reconfiguraron algo en mi vida, esos viajes de hongos. Es importante hacerlo donde tengas habilitado soltar el control, un lugar seguro, con gente que quieras.
Esa libertad, esa unión con el todo, ¿es lo mismo que que buscamos todos a través de otras herramientas?
Me parece que no hay una regla general. Depende de la sustancia. Hay algo que me copó mucho del libro que fue la crónica de paco, cuando las personas dicen que el paco “te embriaga de presente”, entonces todo tu pasado y todo tu futuro que te hacen sufrir desaparecen. Y solo importa el presente. No sé si todas las personas van a buscar eso. Cada persona va a buscar una cosa distinta. Creo que, en el caso de lo psicodélico, hay una cosa en común, y es esta cuestión que se llama “disolución del ego”, entonces uno rompe un poco la barrera entre el yo y todo lo demás. Y eso hace que uno pueda sentirse parte del mundo que habita, de alguna forma. No sé si alguien que toma alguna pasti para ir a una fiesta está en esa búsqueda. Hay veces que es solo recreativo.
¿Nunca caíste en una adicción?
No. Bueno, aunque soy muy adicto al azúcar. Al chocolate. Me cuesta mucho más controlar eso que la marihuana. De repente quiero un chocolate y me pido un delivery.
Fuiste a una escuela Waldorf, ¿qué te dejó eso?
El ejercicio de hacer cosas con las manos. Cerámica, carpintería, cuidar las plantas; tengo muchas y me gusta observar las, estoy desarrollando mi mano verde. Valorar el hacer con cosas que no tienen que ver con la intelectualidad.
Hacés cerámica... ¿Vas a un taller o en tu casa?
El año pasado iba a hacer cerámica a un taller. Hago macetas, también me gusta hacer animales. Es más por el hecho de hacerlo que por los objetos en sí. También hacer cosas con madera... Siento que todo el sistema de educación está muy centrado en si sos bueno con las matemáticas. Esto es abrir el juego hacia otros skills o que solo sea disfrute.
¿Por qué te convoca el “ser argentino”?
Tengo un fanatismo por nosotros como país. Siento que es un momento histórico para reivindicar lo argentino, para pensar lo argentino. Trato de hacerlo desde un lugar más lúdico, para después ir a datos científicos e ir a reflexiones de autores o escritores importantes.
¿Qué es lo que más reivindicás como valor nuestro?
Creo que hay algo en la rebeldía, en el talento, en lo genuino. Estoy pensando en cualidades de Maradona. Creo que Diego es la argentinidad.
¿Y qué cosas nos criticás como argentinos?
A veces podemos ser un poco crueles entre nosotros. La soberbia –o eso que dicen que tenemos– no me parece mal viniendo de un país como este. Un país pobre, en el culo del mundo, no me parece mal que seamos soberbios. Es como una forma de agrandarse, ¿no? Pero sí a veces somos crueles entre nosotros. Siento que Argentina es un pueblo que recibe muy bien a los que vienen de afuera. Eso me encanta.
¿Qué es lo último que sentís que descubriste sobre vos?
Que voy perdiendo un poco de ambición profesional, en el buen sentido. Cuando era más chico, quería mi programa, que me escuchara todo el mundo, y ahora me interesa más estar tranqui en un programa que me guste. Es más buscar una tranquilidad interna –con mi casa, mis amigos, mis grupos de trabajo– que éxito profesional. Si el trabajo me hace feliz y me da plata para vivir, estoy bien. No me importa trascender.
ESTILISMO: VIRGINIA GÁNDOLA.
MAQUILLÓ Y PEINÓ ESTEFANÍA D’ANGELIS.
AGRADECEMOS A FLORERÍA CONDE (@CONDEFLORERIA), BENSIMON, BOLIVIA Y CONVERSE POR SU COLABORACIÓN EN ESTA NOTA.
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