Cómo estimular la curiosidad por aprender
Se suele escuchar entre estudiantes: “Me aburro en el colegio”. ¿Cómo encender la curiosidad? ¿Qué hacer desde la escuela? Hay que tratar de que la escuela estimule a los alumnos a realizar preguntas desafiantes y generadoras de otras nuevas.
2 de noviembre de 2022
Aprender: los desafíos de la escuela para despertar la curiosidad de los chicos y chicas. - Créditos: Getty
Suele ser común escuchar entre los chicos y chicas en edad escolar: “Me aburro en el colegio”. ¿Qué hacemos con eso? ¿Cómo encender la curiosidad de alumnos y alumnas?
El educador especializado en gestión de la innovación Darío Álvarez Klar nos cuenta que la curiosidad es natural en niños y niñas desde la primera infancia. El motor de la curiosidad es el porqué de las cosas o, también, indagar en cómo funcionan y, de algún modo, profundizar en el conocimiento, es decir, “mirar dentro de las cajas”.
“La función de la escuela es, ante todo, no aplacar o adormecer esa curiosidad y, en cambio, alimentarla y desarrollarla”, señala Klar. “Esto se logra con experiencias escolares que sorprendan y den cabida a nuevas preguntas con temáticas y experiencias dentro y fuera del aula”.
¿Qué hacer desde la escuela? Según recomienda, debemos pasar de una escuela que busca corroborar las respuestas correctas a sus preguntas a una que estimule a sus alumnos a realizar preguntas desafiantes y generadoras de otras nuevas.
“La curiosidad tiene lugar cuando no se instala el aburrimiento”, sostiene. Y aconseja dejar de lado lo obvio o las actitudes de estudiantes que, entendiendo la lógica escolar, expresan lo que el sistema y los adultos esperan de ellos. “La idea de las escuelas debe ser generar y construir espacios para abrir nuevas puertas e incluso sorprenderse de los procesos que niñas, niños y jóvenes realizan”.
Curiosidad y aprendizajes significativos
Sin curiosidad no hay aprendizajes significativos. ¿Por qué? ¿Qué son los aprendizajes significativos? Son aquellos en los que un estudiante asocia la información nueva con la que ya tiene, reajustando y reconstruyendo ambas informaciones en este proceso. Es importante que sean los conocimientos que dan respuestas a las preguntas genuinas de los estudiantes, las que muestran caminos de solución a situaciones o planteamientos que los desafíen sobre cómo resolver o encarar las propuestas.
“Aquella escuela enciclopedista y basada en el manejo y repetición de la información es anacrónica”, cuestiona el educador. Ante eso, sostiene, se crearon nuevas perspectivas pedagógicas, que podríamos identificar en estrategias metodológicas y didácticas como “aprendizaje basado en proyectos” o, también, basado en problemas.
Esta metodología permite identificar las diversas inteligencias de los alumnos para no determinar un coeficiente, sino más bien, precisar características particulares que generan puertas de acceso al conocimiento.
Otras metodologías nacidas en ámbitos universitarios –como el caso de la Universidad de Harvard–, después de una década fueron aplicadas en niños de edades tempranas. Además, desde hace muchos años, en los jardines de Infancia se utiliza la metodología identificada como “enseñanza para la comprensión”, es decir, el desarrollo del pensamiento crítico y visible.
Estos paradigmas educativos cada vez más extendidos implican “la centralidad de alumnos y alumnas”, ser sujetos en vez de objetos de aprendizaje, protagonistas del proceso y conscientes del propósito de la escolarización.
Ese protagonismo les permite ser parte de su propio proceso de evaluación, realizando técnicas de metacognición. Es decir, aprendiendo acerca de cómo aprenden ellos mismos, a la vez que identifican cuáles son sus fortalezas y debilidades y, por último, dando cabida a los mejores recursos y metodologías para aprender más y mejor.
¿Cómo involucrar a niños y jóvenes con su entorno?
El primer paso para concretarlo es que el entorno sea un escenario de aprendizaje y que el conocimiento adquirido tenga un correlato con su vida cotidiana. Es decir, que los aprendizajes sean semejantes o aplicables a su contexto. Luego, en etapas madurativas lograrán hacer conexiones que lleven a aplicar nuevos conocimientos a otros contextos distintos al propio.
Bajo este enfoque, la tecnología resulta una gran aliada para ampliar horizontes, debido a que permite conocer otras realidades, conectarse con comunidades muy distintas a las propias y establecer vínculos sustentables.
Actualmente tenemos que pensar en múltiples modelos de alfabetización para generar una ciudadanía potente y comprometida. La primera alfabetización es la del lenguaje materno y, posteriormente, cuando más temprano se pueda, se deben ir incorporando segundas o terceras lenguas. También, otros procesos de alfabetización son el tecnológico y el artístico o cultural.
¿Cuál es el lugar del docente?
El fundador de la Red Educativa Itinere responde así sobre cuál es el lugar de los educadores en despertar la curiosidad por aprender: “Los educadores somos quienes tenemos la oportunidad de crear y mostrar escenarios, de encender la curiosidad, de transmitir un entorno de seguridad y confianza para que chicas y chicos sepan que con esfuerzo, compromiso y dedicación se logran grandes cosas”.
Agrega: “Somos responsables de decirles que tenemos algunas respuestas y que estudiamos para darles herramientas, pero a la vez debemos ayudarlos a que descubran su potencial”.
La intención de un buen docente es construir puentes en conjunto y ayudarlos a enfrentar y superar dificultades. “Es importante transmitirles nuestra gran convicción ante situaciones de incertidumbre. La idea es entender la escuela como un gran escenario de ensayo y error para encontrar respuestas ante futuros escenarios inciertos. Dichos escenarios contribuirán al desarrollo personal de niños y niñas”, sostiene Klar.
La escuela es la gran responsable de permitir, a través de la educación, guiar, ayudar e impulsar a los estudiantes. Su función es promover el diseño del proyecto personal de vida de cada estudiante.
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