Feminismo: 5 mujeres rebeldes de la historia
Fueron mujeres que los movimientos feministas tomaron para alzar las banderas de la igualdad de género. La escritora Livia Hidalgo, estudiosa de la obra de mujeres que rompieron con los estereotipos de su época, nos sintetiza sus aportes.
15 de marzo de 2023
La filósofa francesa Simone de Beauvoir - Créditos: Getty
La filósofa Simone de Beauvoir destaca en su libro Segundo sexo (editado en 1949) a dos mujeres, con cuya mención quita todo argumento al patriarcado. Por entonces, se sostenía que, por las diferencias biológicas e intelectuales con los varones, la mujer debía relegarse a las tareas de ama de casa: esposa, reproductora y dedicarse al cuidado de la familia.
Esas dos mujeres señaladas por Beauvoir son la líder política y teórica marxista polaca-alemana de origen judío Rosa de Luxemburgo y Marie Curie, física y química pionera en el campo de la radiactividad, la primera y única persona en recibir dos premios Nobel en distintas especialidades científicas: Física y Química.
La escritora cordobesa Livia Hidalgo, estudiosa de la obra de mujeres que se rebelaron a su época, trae esta referencia para empezar a pensar en símbolos históricos del feminismo. Hidalgo, poeta, autora entre otros libros de Emily, por la vida y obra de la poeta Emily Dickinson; Marya-Marie, una biografía de Marie Curie, Isadora –jardín de invierno– (basada en la vida de la bailarina Isadora Duncan) se detiene en 5 mujeres que cree cambiaron la historia desde sus distintas disciplinas.
Simone de Beauvoir, Rosa de Luxemburgo, Marie Curie, Emily Dickinson e Isadora Duncan, cada una desde su disciplina, contribuyeron a modificar (mejorar) la historia o, como dice Livia: “Produjeron cambios sustantivos en el destino asignado a las mujeres por las sociedades patriarcales”. Es decir, trasgredieron el mandato social y lograron insertarse en diversos espacios de la sociedad.
1. Simone de Beauvoir
simonedebeauvoir-1.jpg - Créditos: Getty
Si hablamos de feminismo, hay un nombre ineludible y es el de la filósofa, profesora, escritora y activista feminista francesa Simone de Beauvoir. Si bien existieron reivindicaciones anteriores, es a partir de la edición de Segundo sexo, en 1949, que la mujer tomó acabada conciencia de la opresión en la que vivía. Este libro de Beauvoir fue el punto de partida de una gran cantidad de literatura sobre el feminismo que se produjo después.
2. Rosa de Luxemburgo
Rosa de Luxemburgo, referente feminista. - Créditos: Archivo Gobierno nacional
Si tuviera que hablar estrictamente de feminismo, sería el nombre de Clara Zetkin, amiga de Rosa, el más apropiado, ya que Rosa de Luxemburgo tenía en mente la revolución de los trabajadores más que la lucha por los derechos de la mujer. Pero hay que decir en su defensa que la misma Simone de Beauvoir tardó mucho tiempo en darse cuenta de que el patriarcado era un fenómeno común al capitalismo y al socialismo, que la mujer estaba igualmente oprimida por los dos espacios políticos, ambos patriarcales en su estructura; y recién en 1972 se puso al frente del movimiento feminista francés.
Pese a haber escrito Segundo Sexo, ella, al igual que Luxemburgo, pensaba erróneamente que la revolución pondría en pie de igualdad a varones y mujeres. No obstante, ambas son precursoras de un movimiento que se afianzó en el tiempo y que continúa en nuestra época: Simone de Beauvoir, en su lucha para que la mujer encuentre su lugar el mundo, y en el caso de Luxemburgo, para que la mujer encuentre su lugar en la política. Lugar siempre resistido por los varones.
Rosa de Luxemburgo tras pasar la Primera Guerra Mundial encarcelada, y liberada tras la caída del imperio alemán, fue asesinada (1919) por mandato de la Socialdemocracia que asumió el poder, por muchísimo tiempo sus amigos y compañeros de lucha. Por disidencias internas, ella se había apartado para integrar el grupo Espartaco que se oponía al gobierno, ya que éste, ahora dueño del poder, se resistía a dar continuidad a la revolución.
3. Marie Curie
Marie Curie trabajando en su laboratorio; 1920 - Créditos: Getty
Marya Skłodowska o Marie Curie fue el otro gran ejemplo para Beauvoir. Su carrera, como Doctora en Física, la llevó a la cima: primera mujer científica en recibir, junto a Henri Becquerel y Pierre Curie, un Premio Nobel en Física, (1903). Su esposo Pierre Curie tuvo que hacer un denodado esfuerzo para que Marie fuera incorporada en la nominación del Nobel. Los científicos atribuían todo el mérito a Pierre Curie, y ella venía a ser algo así como una auxiliar de él. En los hechos fue exactamente al revés. Finalmente aceptaron su nominación, pero a la hora de la distribución del premio, el comité destinó el 50% para Becquerel y el otro 50% al matrimonio Curie. Es decir, no otorgaron el 33,33% para cada uno como debió haber sido.
Recién en 1911 cuando recibió su segundo Premio Nobel, el de Química, esta vez ella sola, tuvo Marie la ocasión de aclarar que el descubrimiento del radio y del polonio, y su aislamiento, fue tarea principalmente suya, y también el haber sostenido que la radioactividad era una propiedad de la materia, lo que abría un espectro inmenso en las ciencias físicas y químicas. Esta mujer logró que el mundo ingresara a la era atómica.
4. Emily Dickinson
Emily Dickinson, poeta. - Créditos: Archivo
¿Qué tiene que ver Emily Dickinson con el feminismo?, se preguntarán aquellos que consideran a la poeta norteamericana del siglo XIX como la monja de Amherst.
Emily fue la precursora de la poesía intimista escrita en el siglo XX y de la poesía intimista que se sigue escribiendo en la actualidad. Fue una de las primeras poetas que tuvo la osadía de abordar un tema como el lesbianismo. Además, algo tan escabroso como el incesto.
Y, si bien estos temas fueron celosamente ocultados o soslayados por la crítica y muchos de sus traductores, no le quita a ella el derecho de ser precursora del feminismo, aunque no fue una militante del mismo.
5. Isadora Duncan
isadora-duncan-baile.jpg - Créditos: Archivo
Isadora Duncan fue una ferviente defensora de los derechos de la mujer, sin embargo, su verdadera transgresión fue su danza y su propia vida. En la danza propuso un modo de expresión muy alejado del ballet clásico, aún vigente. Otro modo de vincularse con el cuerpo, mucho más libre y espontáneo, sin someterse a un adiestramiento que ella veía como una tortura.
“Desde el primer momento yo no he hecho sino bailar mi vida”, dijo en su autobiografía. Y, en efecto, en su vida y especialmente en sus relaciones sexuales, atendió a sus deseos, e hizo poco caso a las prescripciones, prohibiciones y prejuicios sociales. Podría decirse que esta mujer nacida en 1878 es nuestra absoluta contemporánea.
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