Cande Molfese & Mica Vázquez: una amistad divertida que hoy es furor en Luzu TV
Comparten la energía, dicen que juntas son una potencia imparable y la están rompiendo en Luzu TV con "Antes que nadie", su programa diario que va de 8 a 10. Charlamos con la dupla del momento, que es puro fuego y disfrute.
Fotos de : Mica Bianchi
Producción de: Virginia Gandola
1 de septiembre de 2022
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Al verlas juntas, la sensación es clara: parece que se conocieran de toda la vida, aunque cuando nos sentamos con ellas a charlar en un bar, nos cuentan que la primera vez que trabajaron juntas fue hace tan solo 6 años, conduciendo Fans en vivo, por FWTV. “Al toque conectamos, nos hicimos muy amigas de entrada”, cuenta Cande. Hoy el escenario cambió, pero la química entre ellas sigue intacta; todas las mañanas, de 8 a 10, Mica Vázquez y Cande Molfese son parte del fenómeno youtuber de Antes que nadie por Luzu TV, junto con sus coequipers Diego Leuco y Martín Dardik, donde debaten los temas del día, se divierten y, básicamente, son ellas mismas. Con su frescura, su espontaneidad y esa suerte de intensidad –que ellas mismas reconocen y bancan a morir– que les permite esa complicidad instantánea, y también esos espacios en donde saberse distintas.
¿En qué sienten que se complementan?
C: Somos mucho de subirla a la otra. Si un día caigo, me siento insegura en lo laboral o siento que no estoy haciendo todo lo que quiero hacer, Mica me dice: “Pará, amiga, escuchame, tenés esto, te está yendo bien en esto, conociste esto”, y lo mismo al revés. De hecho, antes de empezar en Luzu, Mica sentía que no se le estaba dando lo que deseaba. Yo le dije: “Vos confiá que va a llegar algo perfecto para vos, desealo mucho”. Yo soy muy de visualizar lo que quiero hacer. En febrero, me lo encuentro a Nico Occhiato y le digo: “Quiero trabajar en Luzu”. Soy muy de eso, de pedir, no me preocupa nada. Y yo sabía que Mica en 3, 2, 1 iba a caer. A la semana la llamó Nico y la convocó. Creo que hay algo de nosotras que nos complementamos en eso, de acompañar a la otra en sus duelos o procesos.
M: Nos pasaron muchas cosas muy heavy a las dos. De todo: de desamor, infidelidades, vínculos, cosas lindas, ya son muchos años cerca, entonces compartimos muchas cosas. Nosotras decimos que las desgracias te unen. Es como que el otro empatiza y la vive con vos.
Y también conoce tus oscuridades...
M: Te conoce más en profundidad de lo que a veces se muestra para el afuera. Ya nos miramos y nos conocemos. Ahora nos pasa en la radio que nos exponemos mucho, contamos todo. Cuando una está hablando no se da cuenta, y la otra de afuera escucha y es como: “¡Hasta ahí!”. Nos ponemos también cierto límite.
Se potencian mucho profesionalmente. Hacen buen contrapunto...
M: El otro día tuvimos una charla fuera del programa, porque sentía que nos exponíamos mucho. A veces, se genera de afuera un poco de competencia del tipo “team Cande”, “team Mica”, y eso nos pone en un lugar, por nuestros egos o por lo que sea, en el que nos ponemos a competir y eso puede arruinarnos. Tenemos que potenciarnos. Sabemos hacerlo, porque lo hicimos. No hay nada más rico que potenciarte con tu compañera. No somos competencia, somos potencia.
Y la tele te pide esa polémica, a veces.
M: Luzu es un lugar donde se nos escucha mucho lo que decimos, lo que pedimos o eso con lo que estamos disconformes. Cuando es escuchado masivamente, te exponés más todavía. Entonces, ojo hasta dónde me potenciás y hasta dónde te reís de mí. Y aunque una lo haga con amor, podés llegar a lastimar a la otra, a bajarla, entonces es doble el cuidado.
C: A veces también lo que te puede pasar es que sabés cosas de la otra y por ahí la otra no lo quería contar. También tenés que cuidar esa línea delgada. Lo lindo es que lo podemos charlar.
M: Lo peor de todo es que decimos: “Amiga, sorry que voy a contar esto... ¿Puedo contarlo? Bueno, lo voy a contar igual”. Las dos hacemos eso.
C: Pero siempre desde el amor y la amistad. Para mí sería muy raro hacerlo con una desconocida o con alguien con quien estoy construyendo un vínculo. Lo que enriquece y potencia la radio es que somos amigas.
El vínculo entre ustedes traspasa el aire. ¿Se esperaban este fenómeno? ¿Qué creen que es lo que funciona de Luzu TV?
C: No me olvido más de la primera reunión de producción, les dije: “Chicos, miren que esto es algo nuevo, no nos angustiemos si prendemos y hay 100 personas, puede pasar, es una opción. Empecemos tranqui y confiemos en la construcción”. Cuando prendimos y empezó a estar en ascenso, no lo podía creer y me agarran esas cosas de existencialismo: ¿por qué me pasan estas cosas? ¿Me lo mereceré? Empiezo como con algo más profundo: ¿qué hice de bien en esta vida para que me esté pasando esto? Otra vez un hitazo. Creo que lo que lo hace un éxito es que se nos ve muy reales.
M: La gente empatiza mucho. Se hablan temas de la vida cotidiana, que interpelan a todo el mundo. Genera eso, la gente quiere participar y eso hace que sea como una especie de imán. Se ve la linda gente, la linda energía.
Foto de Mica Bianchi
“No hay nada más rico que potenciarte con tu compañera. No somos competencia, somos potencia”.
Mica Vázquez
¿Cómo construyen el programa, cómo disparan la conversación?
C: Yo estoy todo el día pensando en de qué hablar mañana. Salgo y ya estoy pensando. Si voy a una reunión con amigas, les pregunto: “¿De qué puedo hablar en la radio mañana?”, o a mis hermanas. Y también hay que manejar la frustración. Ayer nos pasó que nos fuimos y dijimos: “No estuvo bueno el programa”. Puede pasar, es un programa diario.
M: A mí me pasa que cuando quiero saber de un tema, creo que todo el mundo quiere saber de este tema. Pienso en qué charla me gustaría meterme. Por eso es que nos exponemos tanto.
Es que es casi imposible no hacerlo desde ahí. A nosotras nos pasa parecido con el sumario de la revista...
M: Es terrible porque nosotras exponemos a papás, hermanos, pareja. Yo estoy segura de que en algún momento Gero, mi pareja, se va a enojar...
C: Yo tuve gente enojada. Mi viejo la otra vez me mandó un recorte y me dijo: “¿No será mucho esto?”. Era algo de acabar. Mi mamá, en cambio, se sorprende. Le encanta que pueda expresarme así, vivir mi sexualidad de esta manera, cuestionarme, entender las cosas desde otro lado.
¿Cuáles son esos descubrimientos que hiciste en los vínculos?
C: Creo que me pasa a mí y le pasa a todo el mundo. Lo más difícil es vincularnos, es el aprendizaje y el trabajo más duro que tenemos como seres. Todos los días me cuestiono cosas. Me carcome la cabeza. Obviamente, desde el lado sexoafectivo, lo que más nos interpela a todos es lo que nos propusieron que era lo que había que hacer, vincularnos desde una manera, reproducirnos..., y como que estamos rompiendo con un montón de estructuras y mandatos y eso hace que una se llene de preguntas, que es lo que me está pasando a mí en lo personal. También haber vivido ciertas experiencias personales hicieron que me cuestionara el amor, que me cerrara. Ahora vuelvo a empezar a abrirme de nuevo, a entender que no todas las personas son iguales, y que hay gente que viene con otros valores. Es como que todos los días es un cuestionamiento nuevo. También en la radio planteamos temáticas de este tipo y lo que dice ella me construye.
Foto de Mica Bianchi
Las dos han tenido que sufrir al pasar por relaciones tóxicas. ¿Qué creen que aprendieron para llegar a un amor más par, más sincero?
M: Creo que el crecimiento tiene más que ver con vos y de ahí viene la elección que hacés. A mí me pasa que caigo mucho en el tipo de pareja que me gusta, que es el encantador, el seductor, y es lo que después sufro. Pero es algo que a mí me cuesta, me genera mucha adrenalina. De hecho, me pasó con una pareja con la que estuve mucho tiempo, que no me pasaba eso y tenía mucha tranquilidad y no estaba como yo quería estar. En un punto fue: “Hay algo de esto que tendré que aprender”. No sé si lo tengo tan claro, pero sí creo que la evolución no tiene que ver con el otro, sino con vos.
C: A mí me pasó también eso. Yo sufrí mucho por amor. Y ese sufrimiento fue lo que me hizo crecer un montón y desdramatizar. La infidelidad, por un lado, me parece que es parte de los vínculos; el tema siempre es cuidar al otro, el respeto y no enloquecerlo. Yo quisiera que nadie me reprima mis deseos ni quisiese reprimírselos a nadie, siempre y cuando haya honestidad y buena fe. También entender que es la persona que tenés enfrente, el vínculo que vos armás, la sociedad que vos armás. A mí me preguntan mucho si estoy de “novia” con Gastón (Soffritti) y hay algo de ese rótulo que no me interesa. Hablamos mucho con él lo que significa la palabra “pareja”. Acompañarnos parejamente en este camino e ir viendo. Todo el tiempo se van a presentar cosas, yo no soy la misma de ayer, él tampoco. Vamos viendo cómo nos encontramos en el medio. Que sea una negociación no de control, sino de corazón.
“Yo sufrí mucho por amor. Y ese sufrimiento fue lo que me hizo crecer un montón y desdramatizar. La infidelidad me parece que es parte de los vínculos; el tema siempre es cuidar al otro, el respeto y no enloquecerlo”.
Cande Molfese
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Mica, vos te casaste; Cande, estuviste seis años de novia; ¿cómo abrieron el corazón de nuevo después de esas experiencias?
M: Yo me divorcié. A los dos meses, lo conocí a Gero y a los siete meses de estar juntos quedé embarazada. Pero para los que me juzgan, ya veníamos con un proceso interno los dos. El día que tomamos la decisión ya habían pasado muchos meses. Me dicen: “Pero a los dos meses ya te enamoraste”. Sí, pero internamente ya había pasado un montón de tiempo.
C: En mi caso, ese es mi gran tema. Pasaron dos años desde que me separé, pero hasta hoy tengo mucho miedo. Siento que me abrí, porque si no, no hubiese dejado que por primera vez entre alguien. Pero se me ve el miedo. La persona con la que estoy construyendo sabe lo que pasé, él también vivió situaciones similares, pero me mira y se nota a cinco cuadras que yo voy muy de a poquito, con muchos miedos, muchas inseguridades. Lo perfecto es que encontré a alguien que me está acompañando en el proceso. Muchas cosas de los duelos se limpian y se sanan en vínculos.
Amar siempre es un riesgo también...
C: El otro día desculaba un poco con mis hermanas –yo soy la menor de cinco– cuál es nuestra herida. Yo decía que tengo mucho miedo de estar en pareja, por lo que me pasó, que no terminé mi vínculo anterior bien y quedé muy desilusionada, y también tengo miedo a la responsabilidad. Porque soy responsable desde muy chiquita. Tuve una infancia en la que rápidamente tuve que asumir responsabilidades, y hoy en día tener una responsabilidad como estar en pareja me implica trabajo y Mica me lo dice siempre: “La pareja es una negociación constante”.
M: Yo le digo eso y a ella la atora. Vos estás en un proceso personal, tu pareja está en otro proceso personal totalmente distinto al tuyo y se tienen que encontrar. Para encontrarse en un punto, hay que negociar. No negativamente, sino qué es lo que yo quiero y hasta dónde me gusta o no. Ahí encontrar un punto donde vos estés contenta con lo tuyo y yo con lo mío. Es todo el tiempo satisfacer al otro y que el otro te satisfaga a vos. La vida es larga, imaginate las negociaciones que hay... ¡y con un hijo!
Mica, ¿la maternidad qué te trajo, qué te dio?
M: Todo, todo lo mejor. Soy muy feliz, para mí, nací para ser mamá. Siento que es el aprendizaje más grande. Baltazar todo el tiempo me enseña a correrme de mi ego, a saber que estoy en un segundo lugar. Hoy tengo 35 y empecé a trabajar a los 12, saquen la cuenta. Desde ahí siempre fui yo. Aplausos para mí, ego para mí, y él me corrió de ese lugar. Ahora lo más importante es él. Y no fue fácil, pero todos los días aprendo de él. Es mucha responsabilidad y el miedo a la responsabilidad con un hijo no lo podés pensar. Te tiene que salir lo que te salga porque todo el tiempo es improvisar. Y vos decís: “Yo no sé nada, estoy más insegura que la mierda, pero para vos yo soy lo más seguro del mundo”, entonces: “¡Bueno, dale, me hago la que lo sé!”. Y es todo el tiempo actuar. Yo soy muy feliz y gracias a Dios con Gero construimos la mapaternidad de una manera muy liviana. Hacemos que las cosas no nos pesen tanto.
C: Yo soy una persona tan cambiante..., como todos, pero ya hace bastantes años que sostengo que no quiero ser madre. No es algo que desee o que sienta que es para mí. No lo descarto porque no lo sé, pero aquí y ahora, mi presente es que no. Me pasa mucho que me inmolo por las causas del mundo, me parece que es un mundo muy injusto, en el que no sabemos si en un par de años vamos a tener agua, y yo no puedo traer un hijo a este mundo así, en estas condiciones. Pienso que ser padre o madre es un acto hermoso, pero también pienso que es un poco egoísta, es como algo para uno y no es algo que me interpele hoy.
M: A mí me pasa que después de haber atravesado lo que es generar vida, no quiero que te lo pierdas. Pero, claro, después se viene todo el quilombo de toda la vida. Nadie te cuenta eso. Después tenés que estar con un millón de cosas y, obviamente, todos los mandatos como mujer.
La famosa carga mental...
M: La carga mental el hombre no la tiene ni creo que la vaya a tener. Pero también hay algo del género en lo que somos distintos. La mujer puede estar en mil lugares a la vez. Estoy hablando con ustedes, pero estoy escuchando al de afuera y contestando un mensaje laboral. Yo me levanto y dejo la ropa de Balta preparada, la mochila del jardín, lo que come al mediodía para que se lo dé quien vaya a cuidarlo. Mientras estoy acá con ustedes, pregunto: “¿Balta comió, durmió?”. Y Gero ni se enteró de lo que hizo en el día. Pero yo, así y todo, comparto mucho con Gero. Él me dice: “Vos me tenés de pilar para lo que necesites”. Hay algo que es quizá de la mujer o es más mío de “nadie lo va a hacer como yo”. Muy controladora.
Es un aprendizaje, soltar ese control.
M: Una a veces quiere que el otro lo haga y al otro ni se le cae esa idea o nosotras lo hicimos antes. A veces te cuesta relajarte en el otro y que el otro tome decisiones. Una vez, mi psicóloga me dijo: “Si vos te separás alguna vez de Gero, él lo va a tener que resolver solo..., ¿y por qué en ese momento confiarías? Dejalo que él haga cuando esté”. Me ato las manos.
Foto de Mica Bianchi
Ambas son perreras también. Cande, ¿vos cómo armaste familia con Almendra, tu perrita?
C: Yo creé un vínculo con ella que es bastante dependiente. Al ser una perrita abandonada, todo ese tema no lo puedo tocar porque lloro. Fuimos muy compañeras. Almendra me acompañó en todo mi proceso de duelo, de separación, estuvo muy presente. Somos muy simbióticas. Ahora que me fui cuatro meses a grabar una serie a Uruguay, para mí contractualmente era algo muy importante. Si no me aceptaban viajar con Almen, dejaba de cumplir ese sueño. Por suerte lo re entendieron. Almendra me hace sentir muy en el presente y es un trabajo que me cuesta mucho. Yo tengo tatuado el “aquí y ahora”, porque es algo que me cuesta un montón, siempre estoy acá y un poquito allá. Cuando estoy con ella, estoy con ella. Estoy en ese momento tirándole la pelota y me traslada mucho al presente. Soy consciente de que creamos algo bastante simbiótico y ahora que estoy compartiendo con alguien, de repente, Almendra duerme conmigo.
M: ¡Está por echarlo a Gastón de la cama! (risas).
C: Sí, no tiene límites. Es mi trabajo también aprender a poner límites.
Y cómo fue para cada una el cambio de la alimentación? Para vos, Cande, fue una elección, y a vos, Mica, no te quedó otra.
C: En 2015 terminó Violetta y realmente para mí fue muy fuerte. Y ahí empecé con una psicóloga, que me hizo un planteo respecto al consumo de la carne. Me acompañó en este proceso y me dijo: “Al comer animales, vos te estás comiendo toda esa ira que el animal sufre cuando es matado”. Empecé a investigar, a ver videos. En un principio, empecé un proceso de limpieza, en el que dejé la carne, el café, el alcohol, las harinas, empecé a entender que yo soy lo que como. Y empecé a vivir todo este proceso en el que me sentí muy juzgada, si voy a serte honesta. Desde el grupo de amigas, porque yo no quería tomar más alcohol, hasta mis hermanas, que yo era un embole porque era una complicación el asado de los domingos, e incluso mi pareja, porque ya no podíamos ir a comer a ningún lado. No la pasé bien. Ahora, por suerte, hay un montón de opciones y mucha más gente consciente. Esto después fue como escalando más y, si te tengo que ser honesta, me impresiona la cantidad de gente que contagié. Después, a mí me empezaron a interpelar mucho, sobre todo cuando adopté a Almendra, los animales. Hoy en día no puedo diferenciar entre una vaca y un perro, entre un pollo y un gatito. Para mí los animales son una especie igual que nosotros y merecen ser respetados. A partir de ahí empecé con todo este proceso y me empecé a sentir mucho mejor físicamente, yo no me enfermo, me siento muy bien y trato de ser lo mejor que puedo dentro de lo que se puede ser. Porque también ser 100% vegana me es imposible, vegetariana sí, lo soy desde 2016, pero trato de ser lo mejor que puedo. Después la vida a veces me gana y trato de no juzgar, son procesos y tiempos de cada uno. Sí me metí en la cabeza e hice millones de cursos de ayurveda, de alimentación y cocina consciente, porque además tengo el beneficio de que amo cocinar en mi casa y tengo facilidad.
Eso facilita un montón.
C: Después fui incorporando otros alimentos y no es que dejé el alcohol para siempre, volví a tomar café, me puse un café de especialidad –Borja Café– porque me encantaba. Fui armando mi sistema. Y en mi café de especialidad la leche de almendras no sale más cara, por ejemplo.
Está bueno no cobrar más caro para favorecer que uno elija. ¿Y cómo fue tu caso, Mica?
M: Yo soy celíaca, me enteré a los 17 años. No subía de peso, no absorbía nutrientes y me hicieron un montón de estudios hasta que finalmente descubrieron que era intolerante al gluten. Tengo una dieta bastante fuerte, pero al principio me costó. Estuve negada, dos años enojada, no hacía la dieta. Después entendí.
Es como un duelo también, ¿no?
M: Es un duelo y después te das cuenta de que también es una condición. Y hay mucho desconocimiento. No hay grados de celiaquía, sino de sintomatología. Pero todo es grave, el que tiene síntomas y el que no tiene. Un celíaco que come gluten puede terminar en un cáncer de intestino. En un restaurante, que dice “esto es apto para celíacos”, tiene que estar cerrado, tiene que haber un horno especial, utensilios para agarrar las cosas especiales y que no se toquen con nada. Hay gente que dice que es un quilombo. No es un quilombo, es ponerlo cerrado y calentarlo.
Foto de Mica Bianchi
“Vivimos todo muy pasionalmente: un trabajo, un vínculo, una desilusión, todo es un montón. A veces es re lindo y a veces decís: “¿No será mucho?”.
Mica Vázquez
El título de esta tapa tiene que ver con la intensidad. ¿Son intensas?
C: ¡Ah! Nosotras dos... No sé quién es peor. A mí me dijeron en la radio que era la más intensa, pero no es malo ser intenso. Yo agradezco ser intensa. Una vez tuve una charla con un maestro que había traído mi psicóloga y yo, enojada, le dije: “¿¡Qué pasa con la gente que no se cuestiona nada!? ¿¡Que vive solamente porque le ingresa el aire en las fosas nasales!?”.
Pero ¿no te pasa que a veces envidiás un poco a esa gente?
C: Sí, obvio. Pero esta persona me respondió: “Quedate tranquila que siempre vuelve”. Como que reencarnan nuevamente y vuelven y vuelven y vuelven. Me dio mucha tranquilidad de que hay algo de mi intensidad, de cuestionarme las cosas. No soy una demandante, ni con las amistades ni con mis hermanas ni con mi pareja, soy tranca. Pero soy muy intensa de cuestionarme las cosas, de vivir.
M: Y nada te pasa desapercibido, todo te lo preguntás, lo indagás, le das bola, lo analizás. Yo lo llevo a que vivimos todo muy pasionalmente: un trabajo, un vínculo, una desilusión, todo es un montón. A veces es re lindo y a veces decís: “¿No será mucho?”. Pero bueno, somos así, no lo podemos revertir. Nosotras somos mucho de preguntarnos, entonces, peor, nos enroscamos más. Y nuestras amistades son bastante así también, buscamos amistades que nos sigan en esta.
M: Siento que Gero y Gastón no son tan intensos, por ejemplo. Yo a veces me veo re excitada y lo veo a Gero y pienso: “Ay, pobre, soy insoportable”. Él está con sus sahumerios, sus saludos al sol, para mí me mutea. El otro día le pregunté: “¿Y, amor, lo que te dije ayer?”. Y como yo ya sé que él va a otro ritmo, digo: “Por ahí no me escuchó, me mutea” (risas).
A mí me ha pasado con psicólogas que me han dicho: “Tenés que regular un poco”, como que te bajan un poco de línea a veces, ¿les pasó?
C: Sí, puede ser, pero es como dice Mica, una se termina rodeando de ese tipo de energía. Mis hermanas están en la misma, mis amigas están en la misma. Nuestro programa, incluso, también es intenso.
M: Tal cual, amiga. En eso somos iguales: todo lo vivimos con mucha pasión. No sabemos vivir de otra manera.
Agradecimientos: Asistente de fotografía: Camila Giacomini. Maquilló Carol Peiretti y peinó Maggie Domínguez. Agradecemos a Bronx por su colaboración en esta nota.