El primer amor entre dos mujeres, contado en una novela
La escritora, actriz y cantante Julieta Sverdick publicó Cuando quieras podés destruirme, basada en su primera relación con una chica. El libro se presenta este viernes.
24 de octubre de 2024
Julieta Sverdick en Arkansas, durante la pandemia, cuando empezó a darle forma a esta novela. - Créditos: Prensa
La escritora, actriz y cantante Julieta Sverdick acaba de publicar Cuando quieras podés destruirme (Metrópolis narrativas), una novela basada en su primera historia de amor, de adolescente, con una chica.
Descubrir el primer amor, que suele ser trascendental en nuestras vidas, para la protagonista de esta novela fue dolorosísimo: el deseo llegó con vergüenza y, a partir de entonces, aparecieron las mentiras, el ocultamiento por algo que ambas pensaban que estaba mal. “La homofobia propia es lo más fuerte”, dice la autora. “Desde chicos vamos interiorizando cosas que están mal y que ni sabemos que pensamos”.
- ¿Por qué decidiste escribir esta historia?
- No fue tanto una decisión sino algo que fue sucediendo. Yo siempre escribí en la vida en general, tuve momentos de acercarme más y alejarme de la escritura y de la literatura, pero siempre fue como una expresión de arte que me interesó y que me gusta. En la pandemia, en un momento tuve la sensación de que me acordaba pocas cosas de mi niñez, y empecé a tratar de escribir mis primeros recuerdos; después se fue transformando en otras cosas y empezaron a surgir otros textos, pero fue como un juego desde ahí en un principio. Esos textos quedaron guardados durante un año y pico. Pero me quedé con las ganas de hacer algo con eso: tenía la sensación de que quería encontrar a alguien con quien poder trabajarlos. Así lo hice y fue como si me hubiese sumado un par de anteojos nuevos como para ver el texto con otra luz. Pude ver que había muchos relatos de infancia y después había otros de esta primera relación con una chica. Si quería enfocarme en crónicas de infancia, estos relatos sobre esta relación tenían mucho peso y entonces se iba el foco y decidí centrarme en la relación.
- En la novela se observan ambos mundos: el de la infancia y la adolescencia. ¿Qué te interesó contar de ese pasaje?
- A mí lo que más me interesaba contar es la conexión entre estas dos cosas: el mundo de una niña que se siente que tiene que ser perfecta y que no puede mentir y con una corrección moral que sostener y, luego, el de la adolescente que es, que pone en jaque esos mandatos y se le quiebra ese esquema que traía a través de esta primera relación sentimental. De repente, mentir es algo que tiene que hacer para ver a la persona que ama.
Cuando quieras puedas destruirme, novela de Julieta Sverdick. - Créditos: Prensa
- Su familia progresista, de padres separados pero sin conflictos con eso, en principio aparecerían como un contexto favorable para la diversidad. Sin embargo, ¿qué ocurre con esta hija?
- No fue tan fácil. La aceptación no funcionó de esa manera. Por eso llegaron las mentiras. Pero, además, en el lugar más inesperado en el que ella encontró homofobia fue en ella misma: a veces,, un montón de esas cosas con las que crecemos se nos van pegando sin que ni siquiera nos demos cuenta, sin realmente registrar que tenemos eso adentro hasta que, de repente, aparece en forma de angustia.
- Ese vínculo amoroso, en realidad, era tóxico y eso se evidencia en el libro: ¿hay cosas que pudiste ir viendo recién cuando escribiste?
- Sobre todo escribiendo desde la primera persona, con una visión claramente subjetiva, lo que más traté es de no poner a la otra persona en el lugar de villana. En un punto, ambas estaban haciendo lo mejor que podían -sin justificar y sin defender cosas que no están buenas, obviamente-, pero también sé de dónde venía eso. Es un vínculo de dos chicas que empiezan siendo adolescentes, es un primer vínculo y no tienen experiencia en esto de relacionarse con un otro de esta manera, Y, además, se ven obligadas a esconderlo y a atravesarlo de una manera medio traumática. Todo eso genera un nivel de aislamiento frente al resto del mundo que es una receta perfecta para la toxicidad, porque, cuando todo tu mundo está puesto en el otro y no lo podés compartir con nadie más, no tenés la visión, la palabra, el apoyo de nadie más, cualquier cosa que pasa con ese otro es el fin de tu mundo. Por eso termina siendo una receta perfecta para que todo termine mal.
- Yendo a la cuestión del despertar del deseo: ¿cómo fue narrar eso tan hermoso y tan complejo que ocurre en la adolescencia, que en este caso era con alguien del mismo sexo?
- Yo pensaba que la negación era algo que uno decidía, era decirle: 'No, a esto no le voy a dar bola', pero que lo sabe. Y no: la negación es realmente en ese momento completa y total. Y es una verdad. Yo siempre digo que, en mi vida, y es lo mismo que traté de mostrar desde el personaje, es que quizás si me hubiese dado cuenta de lo que estaba pasando no lo hubiese permitido. Digamos como que mi cabeza tuvo que decir: Ah no, no pasa nada y negar completamente para que yo avanzara sin darme cuenta que estaba avanzando, porque si no, no habría pasado ese vínculo, esa cercanía con otra chica.
“La llamaba mi amiga. Creía estar diciendo la verdad. La llamaba mi amiga. Mi amiga, mi amiga, mi amiga. Le decía te amo”, dice la protagonista en un tramo de la novela.
- La recuperación de la autoestima está muy presente en la novela: ¿creés que ahi estuvo la clave para permitirle a la protagonista seguir su deseo sin tantos miedos?
- Sí, está bueno porque a partir de ahí, de decir: 'Yo puedo con esto', en realidad empecé a ver un mundo re distinto y luminoso y de amor. Y ahí, con los demás, con los que juzgan es: 'Bueno, si vos no podés verlo, es un tema tuyo, trabajalo vos, pero esto me pasa a mí'. Para mí todo lo que afecta que viene de afuera, las críticas, el rechazo, la homofobia o lo que sea afecta porque en algún punto te toca algo que vos sentís como cierto, porque si estás convencida y te sentís bien con quien sos y con lo que estás haciendo no te afectaría. Te pueden molestar, pero afectarte no. La protagonista va descubriendo esas cosas, se va sintiendo mejor con ella misma, va entendiendo que lo que está viviendo no está mal y, entonces, puede finalmente pararse y defenderse frente a opiniones de afuera.
Julieta Sverdick junto a su esposa Anna Robbins. - Créditos: Prensa
- ¿Cómo cambiaron tus vínculos cuando pudiste salir del clóset?
- Mirá, sobre todo en ese momento era un monstruo tan grande mi secreto que esa era la peor opción. Digamos que se va sumando todo lo terrible. Entonces, ante cualquier reacción mala que uno pueda recibir nada va a ser tan malo, así que siempre es un alivio el de ya no estar escondiéndose y haberlo dicho. Como uno construye un monstruo, nada puede ser peor que eso. Pero en mi experiencia, además, cuando uno se abre y se vulnera y comparte lo que siente, la gente recibe eso como un regalo y lo invita a hacer lo mismo, a abrirse de la misma manera y a compartir. Hablar con gente en esos momentos me regaló un montón de amistades, de vínculos muy fuertes, muy verdaderos, muy desde la honestidad y desde tener ganas de estar ahí para el otro, para ayudarse. Para mí después de varios años de aislamiento en una situación muy traumática y de soledad, me regaló sobre todo eso, como la sensación de acompañamiento.
Cuando Julieta atravesó este pesar no existía la ley de matrimonio igualitario, ni la ley de identidad de género en Argentina. En lo legal la sociedad avanzó desde entonces. Sin embargo, en esta época hay retrocesos en materia de respeto por las diversidades: el propio Estado convalida violencias a las disidencias. Así que el libro Cuando quieras podés destruirme aparece como una historia necesaria para seguir visibilizando el amor en todas sus formas, la libertad de vivir según nuestros deseos.
Julieta hace años vive en Nueva York. Está casada con Anna. Tienen dos gatas: Oreo y Pepper.
Julieta Sverdick junto a su esposa Anna Robbins en Nueva York, donde viven. - Créditos: Prensa
Para agendar: el libro Cuando quieras podés destruirme (Metrópolis Narrativas) se presenta este viernes 25 de octubre en Danin, @dainusinacultural, Nicaragua 4899, Palermo, desde las 19.