Empezó a hacer radio a los 18, se convirtió en creador de proyectos innovadores y hoy es la mente creativa detrás de Olga
Además de ser el director creativo del canal de streaming Olga, conduce junto con Migue Granados Soñé que volaba, el programa que marca el nuevo ritmo del entretenimiento.
4 de diciembre de 2023
Lucas Fridman es el director creativo de Olga, el nuevo éxito en el streaming. - Créditos: Gaspar Kunis.
Empezó a trabajar en la radio a los 18 años mientras estaba haciendo su carrera de composición, y terminó generando artísticas para la radio Rock & Pop cuando un director creativo le preguntó: “¿Vos qué harías diferente?”. A partir de ahí, se convirtió en creador de proyectos innovadores y buscador de talentos. Así conoció a Migue Granados, amigo y dupla disruptiva, con quienes llevaron adelante el mítico Últimos cartuchos y el pódcast más escuchado, La cruda, con Lucas como productor general. Desde hace medio año fueron parte del equipo que le dio vida a Olga, el nuevo canal de streaming, donde conducen Soñé que volaba, que es la revelación de los nuevos medios.
Empezó a trabajar en la radio a los 18 años mientras estaba haciendo su carrera de composición. - Créditos: Gaspar Kunis.
Es interesante cómo hacen para que la gente compre casi a ciegas el programa que va a consumir cada día, porque es impredecible, desde el Guinness del mini sandwichito de miga hasta hacer una cobertura de seis horas después de las elecciones...
Sí. Ese fue el espíritu desde el principio. Tratar de hacer realmente lo que queramos e ir encontrando los límites no tanto por el qué dirán sino por lo que nosotros vayamos sintiendo. Esa cuestión de que hay tiempo para probar y esa libertad son clave para que vos puedas pifiar y no hacer formatos estancos. Y también es clave para nosotros, para no aburrirnos. Desde que empecé a laburar en esto, la verdad es que tuve la suerte de siempre hacer cosas que fueran divertidas para mí, y si encima son un trabajo y me pagan... A mí me gustan este tipo de medios de comunicación, creativos, libres, arriesgados, de juego. En el momento en que se corte eso, haré otras cosas.
Para que eso se dé, ¿qué condiciones se necesitan?
Creo que una de las condiciones es un buen equipo de gente para que eso se vea profesional y se sienta trabajado. No es lo mismo delirar por el delirio que un delirio producido o que parece producido o con herramientas que lo vuelven pro. Eso me parece importante, es como lo de Migue. Es encauzar una energía creativa, pero con herramientas y que se vea que hay trabajo, profesionalismo, horas de laburo, plata en equipos y horas pensando desde la disposición de la mesa hasta los colores de las cámaras y la luz. Es como tratar de, en cada uno de los ítems, estar ahí, y eso, para mí, la gente lo valora.
“Hoy en la comunicación la gente busca referentes o personas verdaderas, que no la careteen”.
"Conocerlo [A Messi] para mí fue un flash total. Todavía en mi cerebro es como un sueño". - Créditos: Gaspar Kunis.
¿Qué se necesita para que la improvisación suceda?
Por ejemplo, en la época de Últimos cartuchos, esos lugares de improvisación eran como compartimentos más estancos. Al ser radio, nosotros íbamos a canciones, volvíamos de canciones, había tandas, era como mucho más segmentado, y mi laburo lo hacía más fácil. En el momento en que veo que los pies se quedan sin nafta o que no hay nada o que me estoy aburriendo, listo, vamos a una canción. Y ya entra el primer columnista o entra un juego o entra algo, una nota o lo que sea. Ahora, en el streaming, es más vertiginoso, porque no tenemos esas salidas del aire donde reordenarnos. Estamos todo el tiempo al aire, durante las tres horas, entonces no hay un “bueno, ajustemos y volvemos con no sé qué”. Es todo en el durante. Es como producir en vivo sin irte a una tanda, charlando por WhatsApp o con gestos. Es un entrenamiento, también, tener que sacar agua de las piedras, ver qué surge y valorizar cada cosa que aparece y decir: “Ah, me parece que acá puede haber algo”. Y tirar, tirar, tirar, hasta que algo de eso encauza. Después, sí, tenemos lugares seguros adonde caer, porque viene tal invitado, porque viene tal columnista. Pero yo creo, igual, que es muy importante la química del equipo, que sea gente que esté predispuesta a la charla, que tire data, que no sea “bueno, ¿y ahora qué?”.
Parece que tenés una gran habilidad de armado de equipos, ¿qué es lo que buscás cuando armás una mesa, incluso los que están detrás de cámara? ¿En qué pensás?
Eso sí que es muy intuitivo. No sé, intento que se equilibren un poco las fuerzas. Hablando teóricamente, si alguien tiene un perfil de conductor, más periodístico, bueno, por ahí le pongo a alguien que le rompa un poco los huevos, otro que lo complemente en otro aspecto. Es como tratar de equilibrar fuerzas. Que no sea “poné tres delirantes todos juntos”, porque ya sabés que ese carro no lo vas a poder frenar nunca. Hay algo que nos pasaba también en Últimos cartuchos, donde la gente nos decía: “¿Para qué meten columnistas y secciones?, nosotros queremos escucharlos a ustedes...”. Y sí, está bien, pero si me tenés viviendo con vos todos los días, en un momento te vas a agotar. Entonces, es ir dosificando fuerzas y equilibrar, ya boludeamos demasiado, ahora bajemos un poco también para que el boludeo tenga su sentido, si no, ya pasa a ser todo lo mismo. Después, trato de que sean buenas personas, que eso para mí también es clave.
Y después de lograr la entrevista con Messi, ¿qué ficha sentís que te cayó?
Ninguna. Ninguna en el sentido de que continúa la vida, no sé, a mí me fluyó mucho. Conocerlo para mí fue un flash total. Todavía en mi cerebro es como un sueño. Creo que es muy difícil de absorber, sobre todo cuando lo conocés una vez y después no aparece más en tu vida. Con Migue vengo trabajando desde hace un montón, surfeamos cosas en este tiempo, y fue como una escaladita de cosas que cuando llegó el día fue como: “Loco, mirá dónde estamos, mirá a dónde llegamos”. Me llenó de emoción. La nota de Messi es un re evento, pero lo loco es que el chabón diga: “Sí, dale, lo hago”.
¿Te pasó de sentir “y ahora qué”?
Sí, me pasa en términos de la nota periodística. No me pasa en términos profesionales, porque no es que mi objetivo es hacer periodismo o periodismo deportivo. Mis objetivos son más de proyectos artísticos. Entonces, en realidad, mi meta ahora es que Olga siga creciendo, que nos conozcan más, ver cómo hacer para llegar a nuevos públicos, ver cuál es el próximo desafío artístico. En ese sentido, yo soy medio maquinita, no me detengo demasiado, soy más de “dale, siga, siga”. Si no, te volvés loco.
En Soñé que volaba hablan mucho de la cultura Olga, ¿la fueron encontrando o sabían desde el principio lo que querían transmitir?
No, eso lo sabíamos de antemano, sí o sí. En el momento de armar un proyecto, yo suelo pensar “¿cuál es la nube de conceptos alrededor de esto?”. Y voy escribiendo ideas –como música, arte, entrevistas, libertad, arriesgar, adrenalina, profesionalismo, calidad– en formato post-its o etiquetas o hashtags, y es charlado entre todos. Por ejemplo, una de las cosas que nos propusimos también conceptualmente en esa hoja de ruta era tener la posibilidad de ir pasando de la ficción a la realidad y no vivir en un tupper. Para mí era importante, que por ahí cuando era más pendejo no era tan importante. Pero ahora que crecí un poco y me importa la realidad y dónde vivimos y las cosas que pasan en el planeta, fue como: “Che, a mí me interesaría que Olga no fuera una burbuja”. Que esté anclado en la realidad, tampoco todo el tiempo, no una cosa periodística, pero sí que esté. Entonces, eso estaba como en las bases y condiciones del proyecto. No sé qué concepto tiene la gente de Olga, pero intuyo que todo eso que nosotros planeamos y trabajamos para lograr se ve del otro lado: “Ah, bueno, sí, laburan, no viven en un tupper, arriesgan, prueban cosas”. Creo que todo eso se logró. Todos estamos bastante al palo, y somos bastante manijas, sobre todo porque nos gusta y porque es genuino.
Me vi todo el streaming que hiciste con Pau, tu novia. Me encanta su naturalidad, ¿qué te enamora de ella?
Es increíble. Ella se dedica a otra cosa, es ambientóloga. Es de otro palo, pero bueno, es muy pilla. Igual, yo creo que hay algo de inconciencia ahí, de que estábamos en casa, en un streaming. Es muy graciosa. Me enamora todo, viste que todo es un combo, es como un paquete, pero es su sensibilidad, ante todo, es sumamente inteligente, perceptiva. A mí me hace muy bien, me gusta charlar con ella, tiene una cabeza hermosa y es muy amorosa. Hubo como un muy lindo match también, en donde puedo ser yo, que eso a veces es muy difícil de conseguir. Sentirte bien y una comodidad linda, no una comodidad achanchada, sino una comodidad donde decís “puedo ser yo acá y feliz, y esta persona viene a sumarme”. Y es como todo ganancia, porque encuentro en mi casa y también con ella una especie de refugio, donde puedo conectarme con otras cosas, con otros tiempos, ella me baja bastante a tierra y para mí eso es hermoso. Además, también, me rejuvenece para volver con más fuerza al trabajo. Muy complementario. Estoy chocho.
“Conocerlo a Messi para mí fue un flash total. Todavía en mi cerebro es como un sueño”.
" Olga no tenía tanto que ver con lo creativo, sino con si el público lo iba a recibir" - Créditos: Gaspar Kunis.
¿Y qué creés que se viene en la comunicación ahora? ¿Hacia dónde estamos yendo?
No lo sé, de hecho, mi miedo cuando lanzamos Olga no tenía tanto que ver con lo creativo, sino con si el público lo iba a recibir, si era el momento social para algo así. Porque desde que nosotros habíamos terminado Cartuchos, el consumo cambió muchísimo. Apareció el mundo del streaming, y todo fue como hacia nichos. Entonces, la pregunta que nos hacíamos era: ¿qué va a ser el éxito para nosotros en este proyecto? ¿Que nos podamos sostener económicamente ¿Que hagamos lo que queramos? ¿Que quede algún restito? ¿Cuál va a ser nuestra vara? Porque ir a conquistar un público masivo hoy en día es muy difícil. Porque está todo atomizado. Además, la gente ya no consume solo una cosa, sino que consume siete millones de cosas a la vez, entonces, ¿cómo te haces un hueco vos en eso? Hoy en la comunicación se trata de buscar esos espacios de pertenencia. Entonces, hay algo de la cercanía con el público que te obliga realmente a buscar mucho hacia adentro. Y eso es interesante, porque hoy se sale a buscar referentes o personas que sean verdaderas y que no la careteen.
El streaming ayuda, porque sí o sí, después de tantas horas de aire, mostrás la hilacha...
Claro, entonces la comunicación empieza a fusionarse con la parte más humana de la persona que comunica, y el consumidor se vuelve más tolerante con el aprendizaje del mismo comunicador. De hecho, nosotros en Cartuchos decíamos todo el tiempo: “Estamos aprendiendo”. Y eso me parece que desde el otro lado se banca porque se entiende que somos seres humanos aprendiendo. Creo que hoy hay dos formas de llegar, una es a través del contenido puro y duro; produzco esta serie, este pódcast, etc. Y después hay toda una faceta que tiene que ver con el carisma, con que le caigas bien a la otra persona. A mí me shockeó mucho cuando nosotros terminamos Últimos cartuchos, o Queridos humanos, que empezaba el auge del streaming, decía: “¡¿Por qué hay tanta gente viendo esto?!, si no estamos ofreciendo nada a esta persona...”, en el sentido del contenido. Y después te das cuenta de que, en realidad, estás ofreciendo un montón de cosas, principalmente compañía. Hoy cuesta construir lazos verdaderos de amistad, cuando estamos todos a las corridas. Entonces, en ese transitar, creo yo, cada vez más solitario, se nos aparecen compañías virtuales, programas, consumos que hacen que no nos sintamos solos todo el tiempo.
Y para terminar, ¿sueños?, ¿qué se te viene?
Sabes que no tengo... Te juro, y te diría que nunca tuve tampoco. Soy muy del presente, del día a día, real, porque, no sé, me enloquece un poco lo otro. No sabría ni qué elegir, yo estoy agradecido, porque hay muchos deseos que son como medio ficticios. Por ejemplo, yo antes quería hacer música para pelis, ese era mi deseo, y cuando empecé a hacer, y me encontré solo en una habitación componiendo, tardando siete millones de horas, ya hinchado los huevos, decía: “El laburo este, al final, no es lo que yo quiero”. Muchas veces uno se pone deseos que después, cuando llegan, decís: “Al final no estaba tan bueno esto que yo deseaba”. Entonces, creo que es seguir haciendo lo que me gusta, que es un cliché total, pero es lo que realmente siento. Que no se corte.