En medio de su lucha por ser madre, creó una comunidad digital y le encontró un nuevo sentido a su profesión

“Todo empezó cuando fui a averiguar a mi prepaga para iniciar un tratamiento y nos dijeron cualquier barbaridad. Nos llegaron a decir hasta que tenía que venir una asistente social a casa para hacer una evaluación y ver si estábamos aptos o no, ¡un delirio!”, recuerda esta abogada que esa misma noche decidió abrir un foro para intercambiar información con otras mujeres que estuvieran pasando por la misma situación.

Tras la inesperada explosión de preguntas y comentarios, Castro decidió ir por más y abrió una cuenta en Facebook para postear temas relacionados con la Ley de Fertilidad sin embargo, llegó un momento que eso tampoco alcanzaba. “Siempre la idea fue transmitir información de la ley, cuáles son nuestros derechos, qué nos corresponde para que todas las que estamos en este camino estemos informadas. Pero con el tiempo empecé a sentir la necesidad de conectarme más desde el lado de paciente, de expresar mis emociones. Entonces fue ahí que abrí un grupo llamado El Club de las soñadoras para estar en el día a día y ver qué les pasaba a otras mujeres”, recuerda esta pionera en redes mientras enumera todas las trabas que tuvo que atravesar para mantener su comunidad activa. “El grupo creció un montón hasta que un día lo cerraron, alguien lo reportó, así que fue ahí que me fui a Instagram”, señala. Rendirse nunca estuvo en sus planes.

Hoy, después de casi nueve años, la mamá de Simón no sólo logró cumplir su sueño, sino que comparte a diario información, consejos, vivos con diferentes especialistas, organiza encuentros presenciales y, por sobre todas las cosas, incita a sus soñadoras a no bajar los brazos. Porque “si yo pude, vos podés”, enfatiza con una sonrisa.

Hace 12 años que Paula está en pareja con Martín, su marisocio como ella lo llama ante su gran comunidad. Con él no sólo comparte sus proyectos de vida, sino también su estudio de abogados, desde el cual ayudan y asesoran a quienes lo necesiten en esta difícil búsqueda de la ma-paternidad. Algo que conocen muy bien y vivieron en carne propia antes de que Simón llegue a sus vidas.

“Tuvimos que superar un montón de obstáculos, de miedos, de incertidumbre. En algún momento, pensamos que no iba a ser posible, que no era para nosotros. Después de varios test negativos, de ver a un montón de especialistas, de miles de estudios y varios tratamientos nos tomamos una pausa”, revela esta valiente que finalmente logró cumplir su sueño a los 42 años.

No hay un día de su vida que Pau no se pregunte por qué esta vez sí y las otras no; respuesta que sólo el universo sabe. “Esa vez fui muy tranquila, a diferencia de mis tratamientos anteriores. El día de la transferencia intenté disfrutarlo. Había empezado a hacer yoga, me había bajado una aplicación de meditación para tratar de controlar la ansiedad y pedí que me dejaran poner música en el quirófano. Estaba sola porque estábamos en plena pandemia, pero así y todo traté de conectar con mi cuerpo, con mi útero, diciéndome cosas lindas. No sé si funcionó o no pero estoy convencida de que fue cuando tenía que ser”, reflexiona mientras asegura que su bebé (más conocido en las redes como “babysocio”) es mucho más de lo que siempre soñó.

Tras definirse como una mamá “muy presente y curiosa”, la influencer reconoce que compartir la noticia con sus seguidoras fue uno de los momentos más emotivos que le tocó publicar. “Tantas veces imaginé ese instante, esos posteos, esos videos o esas frases que iba a poner que la sonrisa no me entraba en la cara. Sin embargo, cuando llegó el momento me costó mucho. Borraba el posteo, lloraba, lo hacía más corto, más largo. Había dos pensamientos que rondaban mi cabeza todo el tiempo: por un lado, pensaba que nuestra historia les iba a dar fuerza. Por otro, no quería que sientan que ahora me iba a bajar de este barco de sueños. Di tantas vueltas que le tuve que pedir a mi marido que me agarre la mano para poder apretar el botón de publicar. Lo que siguió fue magia…”, advierte quien hizo captura de todos los mensajitos recibidos para que el día de mañana Simón sepa todo el amor que generó su llegada.

Desde que era una niña Paula decía que iba a ser abogada. Se imaginaba esa gran justiciera que iba a ir por el mundo defendiendo las causas más nobles. Sin embargo, al obtener su título y empezar a ejercer se dio cuenta de que sus expectativas eran un tanto irreales. “Estudié abogacía con mucha ilusión, pero después me costó mucho encontrarle el gusto e insertarme en lo laboral. Nunca sabía si estaba del lado del bueno o del malo. En cambio, ahora no hay duda de que estamos del lado de los buenos”, confiesa, entre risas, esta experta en leyes a quien el destino le tenía preparado un doble título (el de “abogada y soñadora”) para que su profesión cobrara sentido.

“Mi intención siempre fue que la información llegue, porque esa es la mejor herramienta que podemos tener. La información nos ayuda a decidir, nos da seguridad, tranquilidad, confianza. Ayudar, difundir y defender nuestros derechos hace que todo valga la pena. Siempre pienso que quizá tuvimos que pasar por todo esto para convertirnos en un granito de arena y ayudar a otros a lograr sus sueños”, reflexiona esta heroína que junto a su marido está íntegramente enfocada en asesorar legalmente y brindar apoyo a todas esas mujeres, parejas o familias que quieran cumplir su sueño.

Multiplicar sueños, contagiar esperanza y pintar con un arcoíris aún los días más tristes es la meta de esta ariana, fanática de los viajes y de las fotos. “Muchas veces sentí que la maternidad nunca iba a llegar. Siempre aparecía un pensamiento que me distraía del principal que era escuchar mi corazón. Escucharme me rescató de todos mis fantasmas, me hizo respetar mis tiempos. Nadie dice que sea fácil, pero si yo pude, vos podés”, se repite como si fuera un mantra mientras reconoce que fue esa comunidad de soñadoras que ella misma creó la que la ayudó a seguir adelante: “Cada positivo de ellas se convirtió en mi luz, en mi faro, en mi esperanza. Y va a ser así hasta que la última en soñar apague la luz”.

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