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Fue padre, se sintió perdido, se formó y decidió fundar una red para ayudar a otros varones en la crianza

Diego Pins fue padre y se sintió perdido: "Los varones no nos preparamos para ser padres", dice. A partir de su experiencia decidió crear, con el psicólogo Matías Criado, Paternando, una red para ayudar a otros varones en la crianza.


Diego Pins, junto a su colega Matías Criado, fundaron Paternando.

Diego Pins, junto a su colega Matías Criado, fundaron Paternando. - Créditos: Gentileza



En las vísperas del Día del Padre recibimos el testimonio de Diego Pins quien, en primera persona, relata su experiencia de paternidad. Ser padre era un deseo que lo acompañaba desde siempre y llegó a sus 37 años. Más allá de la enorme alegría de la paternidad, enseguida se sintió solo en esa cruzada y supo que le cabía responsabilidad en todo eso: "Como varón, no nos ocupamos de prepararnos lo suficiente para ser padres". 

Diego repasa algunas de esas faltas: de chicos no se les habilitan los juegos "de cuidado", crecen y con los amigos no hablaban sobre la paternidad, tampoco pudieron sacarse dudas con sus padres. En lugar de quedarse en la queja, decidió crear, junto a un amigo psicólogo, Marías Criado, una red de varones interesados en la crianza.

Así surgió el proyecto Paternando (@paternando.ok) que son grupos de papás que se juntan a conversar sobre la paternidad, los miedos, los desafíos, la crianza respetuosa, entre otros temas. Ya tienen casi 80 mil seguidores en Instagram y no paran de crecer.

Esta es la historia de Diego Pins, de su recorrido, en una carta que comparte con nosotros en vísperas del Día del Padre.

Diego Pins: "No nos preparamos para ser padres"

Siempre quise ser padre, desde muy chico que me imaginaba paseando, aprendiendo y jugando con mi hijo o con mi hija. Pasaron muchos años, incluso iba comprando algunas historietas que siempre había querido que me compren a mi en mi infancia y nunca habían hecho, para algún día leerlas con él o con ella antes de ir a dormir.

Finalmente ese día llegó, casi a mis 37 años. La alegría fue inmensa, casi que no lo podía creer. Me sentí el hombre más fuerte, inteligente e incluso invencible del mundo, indudablemente uno de los momentos más felices de mi vida.

Esos primeros días en la clínica fueron preciosos. Hasta que llegó la hora de irnos y por protocolo, dado que el bebé tenía la bilirrubina muy alta, y nos dijeron que tenía que quedarse en neo. Lo que era pura felicidad pasó a ser un lugar muy oscuro. No podíamos imaginarnos con mi compañera dejarlo ni un minuto “solito” allá.

Fue en ese momento que apenas pude entender a esas familias que deben pasar días y meses con su bebito internado; es realmente la prueba más difícil que cualquier ser humano puede pasar. En nuestro caso, por suerte, solo fue una noche (de las peores) la que pasamos allí. 

Con la llegada del bebé a casa la historia cambió. Te sentís solo, darías cualquier cosa por tener un botón para llamar a la enfermera para que venga a resolver o responderte las miles de preguntas que te van surgiendo. Pero ese botón no está y estás solo con tu pareja, recién parida y puérpera, para resolverlo todo. Y por primera vez te das cuenta que, como varón, no te ocupaste de prepararte lo suficiente para ese momento, para ser padre. 

De chicos no jugamos con muñecas en roles de cuidado, tampoco las series o las películas te muestran a varones ejerciendo roles paternales adultos, responsables y maduros. No solemos hablar con nuestros amigos sobre el tema paternidad, y en general, tampoco lo pudimos aprender o hablar con nuestro propio padre (quien seguramente ejerció su rol tal como la sociedad en esos tiempos le reclamaba: que sea un buen proveedor de la familia y que deje las cosas de la crianza a la madre). Por supuesto que de todos estos casos hay excepciones, pero son eso: lo diferente a la regla. 

Ese primer año transcurrió a los tropezones; además, estaba terminando la carrera de Counseling. Fue así que con toda la experiencia a cuestas y los diferentes aprendizajes que fui teniendo se me ocurrió que, si yo estaba en esa situación, debían ser muchos más los varones a quines les tendría que estar pasando lo mismo. En pleno auge de las redes sociales tuve la idea de armar algo para dirigirme a ellos, los varones que habían devenido en padres.

En esa búsqueda tanto personal como profesional, es que conozco a Matías Criado, psicólogo que estaba en el mismo camino y ya había organizado algunas reuniones con otros papás. Participo de una de aquellas reuniones, le cuento lo que quería hacer y enseguida coincidimos en miradas y la propuesta que queríamos llevar adelante. Así nace el proyecto Paternando (@paternando.ok). 

La idea desde el comienzo fue acompañar a los varones en su rol. Para hacerlo, tenemos grupos de papás que nos juntamos una vez por semana, durante una hora y media a conversar sobre nosotros y nuestra paternidad. Además de ofrecer talleres de preparto o de crianza respetuosa solo para ellos y dar charlas para empresas o instituciones.

También tuvimos la enorme alegría y orgullo de escribir un libro Nace un papá (Editorial El Ateneo). pensado para los varones y abarca el momento del embarazo, el parto y la llegada del bebé a casa. 

Fue así que en este recorrido fuimos descubriendo que, cuando se nos da la oportunidad y nos sentimos cómodos, a los varones también nos encanta hablar sobre nuestros hijos y la relación con ellos, sobre nuestros desafíos, y sobre nuestros aciertos, pero también de nuestros desaciertos y que no solo podemos, sino que disfrutamos compartiendo y aprendiendo junto a otros. 

En este día del padre les deseamos a todos los papás un hermoso día y que sigan reforzando su compromiso de presencia amorosa y empática para con ellos mismos, los demás y, muy especialmente, para con sus hijos e hijas. Así seguiremos construyendo un futuro más humano para ellos. 

Diego Pins.

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