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Iosi, el espía arrepentido: Gustavo Bassani, el actor que conquistó a todos con su papel en la serie de Amazon

El protagonista de una de las series del año cuenta cómo llegó a la actuación y lo que viene para su futuro.


Fotógrafa.Denise Giovanelli

Gustavo Bassani

Gustavo Bassani - Créditos: Denise Giovanelli



Pasó del teatro off a protagonizar Iosi: el espía arrepentido, una de las apuestas más ambiciosas del streaming a nivel local. Después de 15 años de remarla, se luce en un papel que engloba todo eso que le gusta: un proceso lleno de aprendizajes y mucho disfrute. Charlamos con él sobre este recorrido, su presente y lo que viene para el futuro. 

Pasaste del bajo perfil a empapelar la ciudad con tu cara y estar en boca de todos con Iosi: el espía arrepentido. ¿Cómo viviste esta transición?

Me encantaría tener una respuesta más grandilocuente, pero la realidad es que me vine a Montevideo a principios de abril, antes del estreno de la serie. Viajé para la première en Buenos Aires y me volví al otro día. Así que no tengo noción de cuánto pegó o no, más allá de los mensajes y gente que me dice cosas lindas. No tengo mucho para contarte porque estoy del set al hotel y del hotel al set. Acá [en Uruguay] sí me pasó que la gente, por ahí, me reconocía, y es lindo que reconozcan tu trabajo.

¿Es algo que imaginabas? El famoso “llegué”.

Para mí, “llegar” tenía que ver con la posibilidad de contar una historia. Para eso me dedico a esto, es lo que me gusta... Porque si no, es medio vacío. ¿A dónde llegás? Estamos medio seteados. Me acuerdo de que yo estudiaba Ciencias Políticas en la facultad y siempre se hablaba de la “carrera”. Y vos decís: ¿a dónde corrés? Hay algo que nos meten un poco en la cabeza. Tal vez llegar sea tener la posibilidad de elegir o de trabajar con gente que uno admira. Está perfecto si para algunos llegar es querer salir en portales de noticias. Para mí, va por otro lado.

¿Sentís que tuviste esas posibilidades y pudiste dar el primer gran paso con Iosi?

Di un paso a que me conozcan trabajando. Cuando venís del teatro off, te la pasás invitando a gente para que te venga a ver. A veces, pecás de pesado. Y esto te da la posibilidad de que la gente apriete un botón y te vea. Y si encima le gusta lo que hacés, está bueno.

Gustavo Bassani

Gustavo Bassani - Créditos: Denise Giovanelli

¿Y cómo te llevás con la fama?

No tengo idea, no me pasó todavía (risas). Pero la mejor definición de fama la escuché de Antonio Banderas: “La fama es ir caminando por la calle y escuchar que la gente dice: ‘Ay, no es tan alto’, ‘ah, tiene canas’, ‘ah, mirá, Antonio Banderas’”. Me pareció brillante. Si querés, hablamos dentro de un año y te digo: “Che, no me estoy llevando bien” o “me gusta”. Todavía no sé lo que es, no lo dimensiono. Y mejor, porque uno tiene que estar bien a tierra. El mundo es otra cosa.

¿Cómo llegaste a la serie? ¿Te vinieron a buscar o vos te acercaste al proyecto?

No, yo vengo del teatro off, definitivamente no me vinieron a buscar (risas). Natalia Monteferrario, que es una directora de casting, me llamó y me dijo: “Estoy con un proyecto muy grande y pensé en vos”. Y le voy a agradecer eternamente. Pasé por un proceso de casting y después me fueron a ver al teatro. Me fue a ver Daniel Burman. Yo no tenía mucha información del proyecto. Tenía algunas líneas y esta idea de “José Pérez, agente de inteligencia”. Entonces, hice lo que haría cualquier agente de inteligencia: meterme en Internet y empezar a caminar la cosa. Ahí descubrí de qué se trataba y compré el libro. Cuando llegué al casting presencial –estaban Daniel y Sebastián Borensztein–, tenía un montón de información. Podría no haberlo hecho, pero a mí me gusta trabajar así. Llegué con el libro leído, con las escenas muy sabidas, y era un personaje que yo entendía por dónde iba. Era un protagónico que tenía que sostener una serie. También era arriesgado porque estás eligiendo a alguien que no conocés, que no tiene cartel y que tiene que llevar adelante una historia. Iosi fue un proceso que yo disfruté desde el primer casting hasta hoy, que estoy haciendo la nota con vos. Es un recuerdo que voy a tener siempre, de mucha alegría.

¿Cómo fue trabajar con Natalia Oreiro?

La pasamos superbién. Por lo menos, yo la pasé superbién. Nati es una compañera muy profesional. Me enseñó mucho. La tiene muy clara en este medio, entiende muy bien el set y cómo se maneja. Yo aprendí mucho de ella, le voy a estar siempre agradecido; y es extremadamente sincera. Una vez que empezamos a laburar juntos, nos reuníamos a ensayar, a charlar las escenas, a buscar por debajo; porque lo que tienen nuestros personajes es que dicen una cosa, pero por debajo se dicen otra y por debajo otra. Fue un proceso que disfruté un montón, laburar con Natalia está buenísimo.

¿Cómo te llevaste con las escenas de acción? ¿Tuviste que aprender algo específico?

A mí me gusta mucho el cine, miro todas las películas. Me encantan los dramas, las comedias románticas, las comedias. También las de acción, y descubrí que tengo, no sé si facilidad, pero sí memoria física. El equipo de efectos coordinaba las peleas. No teníamos mucho tiempo para ensayarlas, porque el plan de rodaje es bastante intenso. Entonces, las ensayábamos un par de veces, empezábamos a filmar y ahí iba saliendo. Tengo –gracias al arquitecto universal o quien quiera que coordine nuestra existencia– un poco de facilidad para eso. Cuando era chico, en la escuela hacía gimnasia deportiva y se ve que me quedó un poco de información. No me costaba mucho. También me la pasé viendo películas y videos en YouTube. Encontrás de todo en Internet: cómo agarrar el arma, cómo apuntar, cómo descansarla, cómo van los dedos... Surfeé un montón. Lo que hago es 50% eso y otro 50% es jugar. Me tiro de cabeza y así me va (risas). A veces aterrizo en cualquier lado, pero no tomo muchos repartos. Tengo un equipo de efectos que me cuida mucho y confío un montón. Me la paso jugando.

Con el hebreo y las costumbres de la comunidad judía, ¿cómo hiciste?

No conocía nada de la comunidad judía. Vengo de un típico pueblo del interior [Tristán Suárez]. Ahora es una ciudad, pero en ese momento, hace 30 años, era un pueblo con la iglesia, la comisaría, la salita y la biblioteca. No tenía mucha idea. Durante la pandemia hice una especie de curso con un doctor en historia del pueblo judío por YouTube. Como 30 videos de una hora que iban desde los patriarcas hasta la creación del Estado de Israel, para tener una idea global de lo que es la comunidad y la historia del pueblo judío. Después, tengo una coach de hebreo. Ella me pasaba las frases, yo sabía qué decía en cada palabra y lo coordinaba. Hablo inglés y no estudié nunca, así que tengo un poco de oído para los idiomas. Lo que hacía era tratar de perfeccionar el acento, sabiendo que era un argentino que hablaba hebreo. Ella le ponía mucho énfasis en mantener el acento argentino.

También probaste la comida judía, y tengo que hacerte una pregunta importante: ¿comida asquenazi (europea) o sefaradí (Medio Oriente)?

Me parece que la sefaradí es más rica. Los bohios son MUY ricos. Soy team sefaradí para la comida.

Gustavo Bassani es Iosi, el espía arrepentido.

Gustavo Bassani es Iosi, el espía arrepentido. - Créditos: Denise Giovanelli

¿Creés que hay un paralelismo entre el actor que pretende ser otra persona y Iosi, el espía infiltrado? ¿Te pudiste identificar de alguna manera con eso?

Es un juego muy parecido porque es un juego teatral. No me identifico con Iosi porque es un manipulador. Sí me identifico con la humanidad que le quise imprimir al personaje. Pero sí, Iosi es un gran actor. Es un tipo que todo el tiempo esconde algo, eso era lo rico. Él es un tipo que todo el tiempo esconde lo que piensa, pero yo quería mostrar que eso le estaba ganando, que sus emociones empezaban a aflorar. Que el público también viera a la persona que Iosi tenía enfrente. Ese doble juego, cómo a él lo afectaba lo que le estaba haciendo al otro, que el público empezara a ver ese remordimiento o esa noción de, tal vez, responsabilidad sobre lo que estaba haciendo. Creo que eso es lo más difícil para mí: mostrar cómo el tipo empezaba a quebrarse, cómo quería dejar de ser uno para empezar a ser otro, y todo ese traspaso, ese viaje.

¿Cómo fue la experiencia de filmar en pandemia?

La serie se filmó parte en Uruguay y parte en Argentina. En general, el protocolo de Amazon Prime Video nos cuidó mucho con el tema del covid, incluso ahora que ya estamos todos vacunados y está todo un poco más relajado, seguimos usando barbijo en el set y nos siguen testeando. Fue duro, a veces, estar lejos de la familia. Con el grupo de actores nos terminamos haciendo “amigos”, si bien es difícil decir que tengo amigos porque uno trabaja con ellos acá. Vivimos casi cuatro meses juntos, todos los días en el hotel. O sea, estábamos como muy en una burbuja, el hotel casi cerrado. Era un poco asfixiante, a veces, el tema barbijos, los testeos, pero era necesario también. Lo que nos pasó a todos, ¿no? Aunque era muy divertido compartir las cenas, el mate en la habitación –cada uno con el suyo, obvio– o tomar algo, almuerzos, ir a comer. Más que difícil, fue raro, pero tampoco fue tan complicado.

Una buena experiencia compartida que, a lo mejor, en circunstancias normales no se hubiese dado. Una que puede aportar, incluso, a las relaciones dentro de la ficción.

Sí, totalmente.

¿Cómo llegaste a la actuación? ¿Cómo fueron esos primeros pasos?

A mí siempre me gustó mucho el cine y, siempre, como que trato de escaparme del mundo en que vivimos. Cuando era chico, vivía en el pueblo, alejado, en medio de la naturaleza, y recuerdo que me iba solo a un descampado y flasheaba que era el dios del viento. Por ahí venía una ráfaga y yo pensaba que tenía poderes (risas). Después, en el colegio secundario, con un amigo nos gustaba mucho divertirnos y hacer reír a los demás, aunque no sé si soy buen comediante. Pero “robábamos” sketches de Les Luthiers o los Midachi para nuestros compañeros, sin pensar que quería ser actor. Después me empecé a enganchar. Cuando tenía 18 o 19 años, me mudé para Buenos Aires. Empecé a estudiar Política y un día mi mamá me dijo: “Che, hay un taller de teatro, en el Teatro Larreta de Belgrano, con un director muy conocido que se llama Santiago Doria. ¿No querés que te anote?”. A mí me daba un poco de vergüenza y miedo, pero ella me anotó, empecé y estudié. Santiago fue y es mi gran maestro. Ahora es amigo, pero fue mi gran maestro de actuación, me formó en todo: como actor, como compañero, como profesional. Mientras estudiaba teatro, dejé la facultad de Política. Empecé a trabajar en turismo para tener plata para vivir. Después lo dejé y me dediqué de pleno a la actuación. Empecé a vivir de ella. Hacía cualquier cosa: obras infantiles, en colegios, teatro off, participaciones en tele, mucha publicidad, fui camarero, hice mensajería en moto, trabajaba en el taller de teatro, trabajé como asistente de dirección, rebuscándomela.

¿Qué tipo de papeles te atraen? ¿Sentís que ahora podés empezar a elegir?

No sé si puedo empezar a elegir. Lo que sí sé es que hay un montón de gente que ve mi forma de contar una historia y que, por ahí, le gusta y le puede llegar a servir para la historia que quiere contar. A mí me gustan los papeles que me gustan, no sé cómo explicarlo. Me gustan las historias que me gustan. No quiero hacer cualquier cosa. Incluso cuando estaba en el teatro off, que lo financiábamos como podíamos, nunca me gustó hacer por hacer. Me gusta hacer cosas “que me gusten” porque me gusta mucho lo que hago; y si no, prefiero no hacerlo, porque cuando lo hago, le pongo mucho compromiso. Hoy terminé de filmar a las 5 de la mañana y me levanté para esta nota con ganas de hacerla. A mí me gusta mucho este trabajo, entregarme al 100% a mi laburo. Me gusta llegar al set, saludar a todos, saber cómo va a ser la escena, cómo la van a contar, qué lentes van a usar, dónde está la luz, aprender de la luz, hablar con el director de fotografía, preguntarle cosas. Quisiera dirigir en algún momento, por eso soy medio fanático. Entonces, si voy a contar una historia que no me gusta, no voy a poder disfrutar de eso, y lo que más me apasiona es encontrar el equilibrio entre el compromiso y el disfrute.

Justamente, mi próxima pregunta es si tenés ganas de dirigir o escribir a futuro.

Mirá, por el momento me gusta mucho actuar porque recién empiezo. No es que recién empiezo, pero recién empiezo en lo audiovisual, con una oportunidad para poder seguir contando esas historias que me gusta contar. Pero sí, en algún momento quisiera dirigir porque me parece una de las cosas más difíciles que hay. O sea, uno ve cómo trabajan Daniel Burman, Sebastián Borensztein o Martín Hodara –que son los tres directores de la serie– y tienen una cabeza que está en todo. Tienen que pensar absolutamente todo: de dónde vienen, a dónde van, a dónde van a ir después. Me gustaría en algún momento, pero no en este momento. Todavía no me siento preparado. Ahora que a Iosi lo tengo un poco más trabajado, tengo tiempo para disfrutar otras cosas del set, como aprender.

La acción es uno de tus géneros favoritos, pero ¿en qué otros quisieras incursionar?

Desearía hacer todo. Y sé que con eso puedo llegar a hacer un trabajo muy bueno o un trabajo pésimo. Me gustan mucho los dramas, las comedias, las películas de acción, pero con contenido. No sé si discriminaría. Si está buena la historia y me gusta contarla...

Decís que ahora estás más relajado. ¿Qué hacés en tus ratos libres? ¿Tenés algún hobby?

Salgo a correr mucho con un amigo. Miro películas, trato de leer, me gusta más mirar películas que leer, pero hay cosas que me interesan mucho, como los pódcasts de historia. Escucho mucho a Felipe Pigna y sus pódcasts, que son espectaculares. Veo los videos de Darío Sztajnszrajber sobre filosofía en YouTube, me encantan. Me gusta no hacer nada, el ocio, me parece que está muy bien porque te entregás a pensar cosas que no tienen que ver con lo productivo, sino que tienen que ver con “¿de qué se trata esto?”. Me gusta mucho lo existencial, indagar por ahí. Leo sobre filosofía, esas cosas. Un poco raro

Podés mirar Iosi, el espía arrepentido en Amazon Prime Video.

Podés mirar Iosi, el espía arrepentido en Amazon Prime Video. - Créditos: Denise Giovanelli

Te criaste en un pueblo, más tranquilo y en contacto con la naturaleza. Ahora estás viviendo en plena Capital. ¿Te convertiste en un “chico de ciudad” o preferís el verde?

Me parece que me tira más el verde. Yo soy muy fanático del mar o del agua. Tengo una relación con el agua... En alguna vida habré sido marinero o algo por el estilo. Mi sueño sería tener una casa con vista al mar, básicamente. Pero si puedo elegir, sí, prefiero un poco más la naturaleza. Me asfixia un poco la ciudad. Es como intensa.

¿Estás en pareja?

Sí, desde hace ocho años con Johana Copes, que es una bailarina de tango extraordinaria que hizo dupla con su papá, el maestro Juan Carlos Copes. Y venimos bastante bien (risas).

¿Viven juntos?

Vivimos juntos. Ella tiene una nena. Así que vivimos con Johana y su niña, y una perrita.

¿Cómo sos como “padrastro”? ¿Se llevan bien?

Ella tiene a su papá, que está súper presente y es un padrazo. Yo la disfruto desde otro lado, desde el que no tiene la responsabilidad absoluta de contarle en qué mundo vive y cómo es en realidad. La disfruto más, hacemos la tarea cuando puedo, cuando ella puede. Nos llevamos superbién y nos divertimos un montón. La uso como excusa cuando voy a comprar algún juego: digo que es por ella y, en realidad, es para mí (risas). Nos llevamos bárbaro, la amo. Es una relación re linda.

Ahora estás a full con la segunda temporada de Iosi, pero ¿tenés algún otro proyecto en carpeta?

Tengo algunas cosas. Con Iosi estoy terminando en septiembre, es un proyecto largo, y tengo un par de cosas que estoy viendo para el año que viene. Pero, bueno, no puedo contar nada.

¿Cómo te imaginás de acá a unos años, en lo profesional y lo personal?

Lo que pasa es que... cualquier cosa que te diga va a ser una mentira porque el futuro es una proyección nuestra que no existe. Pero si pudiera ser disfrutando, trabajando, yendo mucho al mar..., sería espectacular.

Y si se da todo junto, mejor...

Sí, puede ser una película en una playa... ¡Espectacular! (risas).

Desde tu experiencia y el recorrido que venís haciendo, si tuvieras que darles un consejo a esos actores que están empezando..., ¿cuál sería?

¡Qué responsabilidad! Que disfruten lo que puedan, que disfruten todo, hasta del casting. A veces, cuando uno está metido y hace casting y casting y casting, se olvida, se transforma un poco en un empleado, en un autómata del casting. Y parte de ese proceso –hablo de casting porque estamos hablando de gente que la viene remando como yo durante 15 años, ¿no?– es la propuesta de lo que uno es y de lo que uno le va a poner al personaje. Tal vez el director diga que no le funciona, pero qué bien que vino con una propuesta, qué bien que se ve su esencia. Porque, en definitiva, lo que la gente compra, mira o le llega es la esencia de cada uno.

 

¿Dónde podés verlo? La primera temporada de Iosi: el espía arrepentido se puede ver en Prime Video. A la espera de la segunda entrega, este drama basado en hechos reales y el libro homónimo de Horacio Lutzky y Miriam Lewin cuenta la historia de José Pérez/Iosi (Gustavo Bassani), un joven agente de inteligencia de la Policía Federal que logra infiltrase en la comunidad judía para recabar información sobre el supuesto Plan Andinia.

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