Blonde: la trágica historia real de Marilyn Monroe
Con el estreno de una nueva biopic como excusa, repasamos la vida y el legado de la actriz.
20 de septiembre de 2022
Marilyn Monroe en 1954. - Créditos: Baron/Hulton Archive/Getty Images
Hollywood es la tierra donde los sueños se hacen realidad, pero también es ese lugar donde se forjan las leyendas de la industria. James Dean, Elvis Presley, Marilyn Monroe… no solo forman parte de la explotada cultura popular, también son miembros de ese panteón mitológico que pocos pueden alcanzar. Adorados y aborrecidos por partes iguales, muchas veces, este estatus de ídolos –cuasi dioses– borra todo lo anterior y deja solamente los aspectos más frívolos, los talentos más destacados y, por supuesto, una vida trágica cuyo final parece anunciado.
Pero pocos pueden competirle a la figura de Marilyn Monroe, una de las personalidades más destacadas (y tal vez más fotografiadas) del siglo XX…y de todos los tiempos. Una estrella como ninguna otra, que ha inspirado todo tipo de emociones: “Desde la lujuria hasta la piedad, desde la envidia hasta el remordimiento”. Norma Jeane Mortenson estaba destinada a brillar, aunque pocas veces la tomaron en serio.
Marilyn sabía actuar, cantar y bailar, pero su cuerpo voluptuoso y su personaje de “rubia tonta” –cuidadosamente elaborado–, casi siempre, opacaron su verdadero talento y personalidad. Cada movimiento, cada gesto y cada frase que salió de su boca estaban ensayados al servicio del papel que se obligó a representar, engañando a los críticos y al público, pero también cerrándole las puertas a roles más serios o al debido respeto como la gran empresaria que era.
El mayor mito es que Marilyn era tonta. El segundo es que era frágil. El tercero es que no podía actuar. Ella estaba lejos de ser tonta, aunque no tenía una educación formal, y era muy sensible al respecto. Pero en verdad era muy inteligente… y muy fuerte. Tenía que ser ambas cosas para vencer al sistema de estudios de Hollywood en la década del cincuenta.
Sarah Churchwell, autora
Una infancia poco feliz
Para cuando Marilyn nació, el 1° de junio de 1926, su mamá, Gladys Pearl Baker, ya se había divorciado de su primer esposo (John Newton Baker) y separado del segundo (Martin Edward Mortensen). De ese primer matrimonio surgieron dos hijos, de los que Monroe recién tuvo conocimiento a la edad de 12 años. En 2022, a través de pruebas de ADN, se determinó que su padre biológico fue Charles Stanley Gifford, un compañero de trabajo con quien Gladys tuvo una aventura en 1925.
La señora no estaba mental ni económicamente preparada para cuidar de su hija, y aunque los primeros años de su infancia fueron estables y felices, eventualmente terminó a cargo de los Bolender, una familia de acogida que quiso adoptarla de manera legal. Gladys recuperó la custodia cuando Marilyn tenía siete años, pero en 1934 sufrió un colapso emocional y fue diagnosticada con esquizofrenia paranoide. Pasó el resto de su vida entrando y saliendo de hospitales; Monroe terminó bajo la tutela del estado y más tarde de Grace Goddard, amiga de su madre.
La niñez de Marilyn transcurrió entre casas de familiares, conocidos y el orfanato. Sufrió de abuso sexual en varias ocasiones, se sintió abandonada y desarrolló una personalidad muy tímida y retraída. En 1942, ante la posibilidad de volver al orfanato, decidió casarse con el hijo de sus vecinos, James Dougherty, justo después de cumplir los 16 años. Sería el primero de sus tres matrimonios.
Norma Jeane en sus día de modelo. - Créditos: Public domain
La chica de la portada
Norma Jeane abandonó la escuela secundaria, se convirtió en ama de casa y pronto consiguió un trabajo en Radioplane Company, una fábrica de municiones. La vida de casada la aburría y en 1944 conoció al fotógrafo David Conover, quien la introdujo en el mundo del modelaje. La agencia Blue Book (con la que firmó contrato en 1945) consideró que su figura era más adecuada para ser modelo de pin-up que para la alta costura, así que se alisó el pelo, se lo tiñó de rubio y empezó a engalanar, principalmente, las páginas de las revistas masculinas. Gracias a su ambición y dedicación, para 1946 ya había aparecido en 33 portadas y su próxima parada era la pantalla grande.
Ese mismo año obtuvo un acuerdo de seis meses con 20th Century Fox y adoptó su nombre artístico: Marilyn Monroe, un guiño a la actriz Marilyn Miller y el apellido de soltera de su mamá. También se divorció de Dougherty, quien se oponía a su carrera actoral.
Marilyn aprovechó esos meses para aprender actuación, canto y baile, siempre atenta a los procesos detrás de las cámaras. Pronto renovaron su contrato y tuvo sus primeros papeles, pero sus profesores la seguían considerando demasiado tímida e insegura para brillar en Hollywood. Sus primeros pasos profesionales se dividieron entre el cine, el modelaje y trabajos detrás de escena como bailarina. También se codeó con productores, columnistas de chismes y ejecutivos para ampliar sus posibilidades de trabajo, una práctica que la llevó a Columbia Pictures, donde en 1948 consiguió su primer protagónico: Ladies of the Chorus.
Tu ropa debería ser lo suficientemente apretada para demostrar que eres una mujer, pero también lo suficientemente holgada para demostrar que eres una dama.
Marilyn Monroe
Nace una estrella
La fama de Monroe estalló finalmente en la década del cincuenta, primero con pequeños papeles en All About Eve y The Asphalt Jungle, las que dejaron en claro que era mucho más que una modelo y actriz ocasional. Igual, todavía tenía mucho que demostrar y prosiguió con sus clases de drama, mientras su popularidad y su cachet seguían aumentando.
La filmografía de Marilyn se balanceaba entre su nuevo estatus de bomba sexual, la comedia y roles más serios aclamados por la crítica. Se la catalogó de “difícil” en los sets de filmación, pero muchos historiadores atribuyen estos problemas a una combinación de perfeccionismo, baja autoestima y miedo escénico. A Monroe le gustaba controlar su entorno de trabajo y hacer escuchar su voz, algo que no siempre ocurría en la industria cinematográfica de los años cincuenta. Por eso prefería las sesiones de fotos –y se sentía cómoda con su desnudez–, donde podía ser más espontánea.
Niagara, Gentlemen Prefer Blondes y How to Marry a Millionaire, todas estrenadas en 1953, consagraron su carrera y la convirtieron en la actriz más taquillera del momento. Su condición de “símbolo sexual” también quedó consolidada cuando sus fotos desnuda aparecieron en el primer número de la revista Playboy. Marilyn tenía el control de su imagen pública; junto al maquillador Allan "Whitey" Snyder desarrollaron su look característico (cejas arqueadas oscuras, piel pálida, labios rojos relucientes y un lunar), pero la ansiedad y su insomnio crónico la empujaron a consumir barbitúricos, anfetaminas y alcohol hasta convertirse en adicta.
Tras el suceso de The Seven Year Itch, Monroe era una de las estrellas más importantes de Fox, pero su contrato no había cambiado desde 1950: no ganaba tanto como sus compañeros y no podía elegir sus proyectos. Marilyn entró en guerra con el estudio, se mudó a la costa este y junto al fotógrafo Milton H. Greene fundaron su propia productora, Marilyn Monroe Productions (MMP), una de las jugadas más revolucionarias del momento. La pequeña compañía no podía financiar grandes películas, aunque la estrategia sirvió para renegociar su convenio.
Para finales de la década del cincuenta, Marilyn lo tenía todo: el favor de la prensa, la adoración del público, un tercer marido (Arthur Miller, tras su divorcio de Joe DiMaggio, otro ardid publicitario) y Some Like It Hot, un nuevo clásico del séptimo arte. A partir de ahí, todo fue cuesta abajo, en su carrera y su vida personal. Los titulares escandalosos eran más notorios que sus actuaciones y su salud (física y emocional) se fue deteriorando notablemente.
La icónica imagen de The Seven Year Itch. - Créditos: Getty
“Muere joven y deja un cadáver bonito”
Marilyn Monroe murió la noche del 4 de agosto de 1962, a los 36 años, según la autopsia, a causa de una intoxicación aguda por barbitúricos. Se descartó la muerte accidental y el suicidio inundó las tapas de los diarios: el mundo había perdido a su estrella más brillante. Después llegarían las teorías conspiratorias y los dedos acusadores hacia sus médicos. Nada de eso importa.
Marilyn dejó un legado imborrable: fue la “rubia explosiva”, “la chica tonta”, un símbolo sexy, un emblema de la revolución sexual. Una de las actrices más cotizadas y taquilleras, un ícono de la cultura pop, una leyenda que luchó contra aquellos que quisieron explotar sus atributos. Manejó su vida y su carrera a su antojo y nunca necesitó pedir disculpas por ello.