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Peto Menahem: el teatro, el humor, sus hijos y la herencia que le dejó su papá

En una charla honesta y divertida, el actor que la rompe en televisión, teatro y radio nos habla acerca de su forma de pensar el humor, su actitud de permanente aprendizaje y su visión del éxito.


Peto Menahem en una charla íntima y divertida.

Peto Menahem en una charla íntima y divertida. - Créditos: Fotos de Denise Giovaneli. Producción de Lula Romero.



¿En qué momento estás: muy ATR o tranquilo?

Las dos cosas: tranquilo y con muchas cosas. Yo suelo tener muchas ocupaciones. En un momento decidí que era hora de calmar las aguas un poco; no me salió, entonces el mundo paró. Siempre fui de estar muy al palo y hacer muchas cosas laborales. Ahora estoy al palo pero con cosas no laborales. Es una etapa de aprendizajes, muchos talleres que me interesaba hacer desde hacía mucho y los empiezo a hacer ahora.

¿De qué son esos talleres?

Estoy haciendo un taller literario, otro de filosofía y otro de artes plásticas. Lo que es nuevo para mí es aprender técnica y cosas que no sabía. Mirá, si mis viejos hubiesen dado con un buen maestro de dibujo, yo tal vez sería dibujante y pintor, no actor. Esa fue mi primera pasión.

Hay algo lindo en la actitud de aprendiz...

Uno es grande, y a veces se mantiene más en las cosas que sabe hacer. Eso es como estar muerto, para mí. Es renunciar a la vida.

¿Te pasó de abrir zonas, con la filosofía, por ejemplo, que son nuevas para vos?

Sí, me gusta mucho estar con gente que sabe más que yo. Y me pasa en todos los talleres a los que voy, soy el que menos sabe y eso me fascina. Me encanta.

¿Quiénes fueron tus maestros en la actuación?

La primera respuesta cuando hablo de maestros es: Agustín Alezzo, Raúl Serrano y Guillermo Angelelli. Esos fueron mis maestros.

¿Por qué digo maestros y no profesores?

Porque, para mí, los maestros son esa gente que sembró en vos semillas que florecen y pasan los años y siguen floreciendo. Me sigue pasando. Y eso que yo no fui un gran alumno. ¿Por qué no eras buen alumno? Porque te decían “andá a tu casa y traé este ejercicio” y yo siempre lo hacía a mi manera, siempre explorando mi manera. Eso me llevó a aprender las cosas mucho después que mis compañeros, también, mucho más lentamente.

Pero indagabas en tu propio proceso creativo.

Sí, y sobre todo, encontré muchas cosas que no servían para nada. Pero es parte de mi naturaleza, siempre voy a hacer las cosas como a mí me parece. Pero después tengo que incluir que mi gran maestro es mi papá y los gustos que me inculcó. El mundo que él me ayudó a descubrir o me mostró: Jerry Lewis, Danny Kaye, los hermanos Marx. Cuando vi esas películas se me voló la cabeza. ¡Y los italianos! Y verlo a mi papá imitarlos; me di cuenta ahora de que muchas cosas que hago en el escenario son movimientos que le vi a él cuando era chico imitando a esa gente. Creo que otros de mis grandes maestros de comedia son los Beatles. Soy muy beatle fan, son muy graciosos. Porque tienen algo de absurdo y de sinsentido a la mano que es lo que a mí más me gusta.

¿Cómo nació la idea de la clínica de antiayuda que hacés en el programa Metro y medio?

Cómo nace una idea a mí me obsesiona, pero no se sabe bien de dónde. Te puedo decir que me acuerdo de dos nacimientos. Una época en la que yo estaba re mal, me había separado, estaba sin laburo, sin guita, vivíamos con mi hijo en un departamento de una sola habitación. Todo mal. ¿Viste esos días que te levantás contra vos y contra el mundo? Me levanté, puse la pava para el mate y estaba tan mal que mi cabeza era una catarata de malos pensamientos. Y dije: “Pará, andá a lavarte la cara porque así no podés”. Me fui al baño y me vi desfigurado de malos pensamientos. Me lavé la cara, me miré al espejo y algo pasó ahí. En vez de luchar contra esos pensamientos como uno hace siempre, me miré al espejo y empecé a darles la razón, a darles más motivos. A los cinco minutos me había cambiado el día, estaba cagado de risa solo en casa y me había cambiado el humor. Y dije: “Acá hay algo”. El otro nacimiento fue en la radio. Un día, Sebas Wainraich me dice: “¿No querés participar una o dos veces por semana?”, “Sí me encantaría”, “¿Y qué harías?”. Y me salió: “Un curso de antiayuda”. Y por la reacción de Seba, que se rió inmediatamente, dije: “OK, acá hay algo”.

El humor es una gran herramienta para salvarnos de nuestras propias certezas. Yo me llevo bien con la incertidumbre y desconfío mucho de las certezas

Peto Menahem en una charla íntima y divertida.

Peto Menahem en una charla íntima y divertida. - Créditos: Fotos de Denise Giovaneli. Producción de Lula Romero.

¿De qué cosas te reís en lo cotidiano?

De casi todo. Soy de risa bastante fácil. Yo veo como todo absurdo, es raro, le veo a todo el sinsentido.

Chaplin decía: “A fin de cuentas, todo es un chiste”

Claro, no tiene sentido. Vas manejando por la ciudad y es un sinsentido gigante el que naturalizamos. Si das un paso al costado parece un chiste, un sketch. “¿Y cómo es el sketch?”. “No sé, pero ustedes entren ahí, vivan juntos y tratensé como el orto...” (risas). A veces es más difícil tratarse tan mal que llevarse bien. A veces yo también soy de esos y a veces no encuentro el humor y encuentro la tristeza. Decís: “Che..., estamos viviendo muy mal”, y me pone triste. A nivel sociedad, a nivel país, a nivel política. Me pone triste cómo estamos naturalizando cada vez más la intolerancia y la poca importancia que le damos al otro.

Las expresiones artísticas no necesitan de personas controladoras, al contrario. Creo que uno de los motivos del arte es hacernos acordar de que no está todo bajo control ni debería estarlo”.

¿Existen reglas, para vos, para hacer humor?

Algunos dicen que hay temas con los que no se jode. Son dos temas diferentes. La comedia tiene muchas técnicas, y las técnicas son reglas. Creo que te referís a lo que está pasando ahora, que es que se está poniendo en debate... y siempre está bueno el debate. A mí me parece que el humor es un arma muy poderosa. Para apuntar tus cañones a donde quieras apuntar, y si con ese poder heriste a alguien que no querías, bueno fijate, hacete cargo de eso. En principio, pedir perdón y cambiar esa manera. Ahora, a veces uno se sube al escenario a lastimar algunas cosas, y está bien, porque el humor no es más que eso. Es humor, no es un discurso político, no es una declaración. Creo que un problema es que vemos en todo una declaración. Y la ficción es una ficción, no es una declaración de principios. Pensar así esconde la idea de que nosotros podemos controlar todo, que nosotros como hacedores somos una especie de dioses que decimos “¡hágase la luz!” y la luz se hace. Y no es así. Cuando te sentás a escribir, a crear, a pintar o a esculpir, no decís “hágase la luz” y la luz se hace. Decís “hagamos y vemos qué sale”. Vos no sabés qué tipo de entrevista va a ser esta. Empezamos, hacemos y después la descubrimos. Las expresiones artísticas no necesitan de personas controladoras, al contrario. Creo que uno de los motivos del arte es hacernos acordar de que no está todo bajo control ni debería estarlo.

Sos papá de un chico de 22 ¿qué desafíos sentís que tenés?

Lo primero que se me ocurre es algo que vengo trabajando desde hace tiempo y que no es tan fácil, que es no romperle las bolas. Dejarlo solo. Entender que ya es grande y tiene herramientas para tramitar el sufrimiento, el dolor y las cosas. Yo voy a estar ahí para ayudar siempre, pero no le puedo evitar esas cosas. Tiene que hacer su vida. Pero yo tengo que aprender a soltar esa mano. Es la mano más linda que agarré, yo necesito eso. Y acompañarlo. Lo que no me cuesta nada es escucharlo y esas cosas. Siempre me gusta cómo piensa. Lo que tiene para decir.

Así como decías que te descubriste haciendo cosas en el escenario porque le copiaste cosas a tu papá, ¿cuál sentís que es tu legado hacia él?

Nos une mucho el humor, tratar de posar la mirada en ciertas cosas, y me hace reír mucho. Mi hijo se dedica a la música, yo me dedico a la actuación y mi papá nada que ver, tiene un comercio. Pero sí hay un legado de mi mamá y de mi papá. Yo siempre lo vi a mi papá trabajando mucho de una manera tremendamente honesta. Mucho trabajo y mucha honestidad. Ese es el gran legado que me deja y ese es el legado que le quisiera dejar a mi hijo, y creo que le estoy dejando. Él ve que yo trabajo en serio, mucho y de una manera muy honesta. Puede salir mejor o peor el personaje, pero siempre voy a ser honesto. Me gusta tomarme las cosas así, como esta entrevista. Es muy importante que seamos honestos entre nosotros. Hay tanta mentira alrededor, a ver si la podemos desarmar un poco. Para eso sirve el humor, para desarmar las mentiras, para enfrentarlas y desarmarlas.

¿Y cómo te llevás con tu cuerpo?

El trabajo del actor usa el cuerpo como instrumento... Lo quiero mucho y le estoy muy agradecido. Por un lado, siento que he tenido un cuerpo privilegiado, y vos decís “dale, boludo, privilegiado es otra cosa”, ¿no? Pero en este sentido: lo he apaleado mucho toda la vida y no lo he cuidado nada y él igual respondió siempre.

Gauchito. 

Recontra. Y ahora me pasa la factura, me dice: “Te di siempre, dame un poco vos”. Así que ahora estoy aprendiendo a cuidarlo un poco más y está bueno. Me hubiese gustado en el pasado haberle dado más importancia al cuerpo, a la parte del cuerpo que no eran placeres, digamos. Solo le di importancia a eso, a lo que tenía que ver con los placeres. Llegar a más grande más entrenado hubiese estado bueno. Comer mejor está bueno; comer buena calidad de comida, no matarse comiendo está bueno; haber dejado de fumar está bueno.

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