
Quedó viuda y armó una comunidad para acompañar el duelo
Tras la partida de su marido, Iris Rubaja empezó a escribir y compartir lo que vivía en las redes. Nunca pensó que su mensaje iba a ayudar a tantas personas que atravesaban lo mismo
11 de julio de 2022 • 14:07

Iris Rubaja presentó su libro Puente - Créditos: Gentileza Matías Baglietto
Se conocieron en un viaje de verano a los dieciséis y se hicieron amigos. Veinte años después, se casaron. A los cuarenta y dos, Iris Rubaja y Paul, con sus tres hijos, tenían la familia que siempre habían soñado. Pero un diagnóstico iba a cambiar sus vidas.
Lo que empezó como una leve molestia se volvió un dolor insoportable. Recorrieron médicos y hospitales hasta que llegaron a la tan temida palabra: cáncer. Después de cuatro meses de lucha, el 23 de enero de 2018, Paul murió. "Fue un tsunami, porque se enfermó casi de un día para el otro. De golpe, se cayeron las paredes de mi casa y circulaban amigos, médicos, enfermeras. Yo siempre estuve enfocada en ver qué necesitaban mis hijos, en nombrar a las emociones y habilitar lo que nos pasaba. Quería contarles que papá estaba enfermo y se iba a morir", señala Iris.
Tenían doce, nueve y tres años. Iris no solo tuvo que afrontar su propio duelo, sino acompañar a su familia. "Fue una época muy difícil. Yo estaba en la cama con mis tres cachorros y de repente a las cuatro de la mañana abría los ojos y me invadían emociones enormes. Un día, agarré el teléfono y arranqué a escribir. Me di cuenta de que me calmaba, me hacía bien, me aliviaba y era una vía de conexión con lo que me estaba pasando", recuerda.
Escribir para sanar
Para Iris, las palabras siempre fueron una herramienta. Estudió publicidad y trabajó muchos años en el rubro, hasta que la maternidad cambió su paradigma. Luego, se formó como terapeuta en Biografía Humana, desde donde acompaña personas e instituciones en procesos de autoconocimiento y transformación. "Para mí, las palabras ordenan, alivian y abrazan. En ese momento, necesité ponerle orden a mi duelo, habilitar mis emociones y tocar mi vulnerabilidad", explica.
Su escritura era visceral y orgánica. Sus amigos le sugirieron que compartiera los escritos, ya que había un montón de personas que atravesaban lo mismo. Así creó "Soy Mujer Arcoiris", una comunidad que hoy tiene cerca de treinta mil seguidores. "No sabemos cómo afrontar la muerte. Yo no sabía cómo acompañar a mis hijos. Me encontré en un nuevo lugar en mi vida y decidí transitarlo desde una mirada amorosa, que fui inventando, muy armónica y necesaria para seguir la vida. Empecé a mostrar mi camino y mis reflexiones, y eso empezó a tener una repercusión bastante grande", afirma.
Además de sus redes, decidió escribir un libro para expandir su mensaje: Puente. Un viaje del dolor al amor (Metrópolis editorial). "Mucha gente se queda en el lugar de víctima, porque no tiene los recursos o no puede, no es que no quiera. El mensaje del libro es que la gratitud te va a ayudar a transformar lo que sea. A todos nos duele algo y yo no soy más especial por eso. Pero mi historia es la excusa para ver que todos podemos llegar ahí", reflexiona.

Iris Rubaja. Gentileza Gaby Herbstein - Créditos: Gentileza Gaby Herbstein
Ser puente
Iris no tuvo una vida fácil. Hija de Bernardo Rubaja (integrante de Los Redonditos de Ricota), su padre dejó la casa familiar cuando ella tenía tres años para continuar su carrera en Estados Unidos. Desde chica, aprendió a vivir situaciones complejas y a adaptarse a diversas realidades. La muerte de su marido, si bien dolorosa, llegó en un momento donde ya contaba con algunas herramientas para afrontar el dolor.
"No sabemos hablar del dolor y la muerte, porque nadie nos ofrece esta mirada más vulnerable. Si te golpeabas de chiquito, te decían 'levantate que no pasó nada'. En cambio, tener una mirada amorosa y esperanzadora, aunque parezca una palabra que no encaja con la historia, es fundamental", señala Iris.
Sus escritos buscan habilitar que el dolor también es parte del proceso, de la vida y del amor. Sin embargo, se resiste a la palabra "trascender". "Me suena a superar, entonces no me gusta usar esa palabra. Es cierto que el papá de mis hijos no está, pero honrarlo y hacerle un nuevo espacio nos permite resignificar su presencia", concluye esta mujer puente, que hoy conecta con personas y situaciones, más allá de su propia historia.
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