Hace un año nos preguntábamos: ¡¿en qué momento las personas envejecen?! Muy loco, ¿no? Vivimos en una cultura aterrada por ciertos signos de decadencia, pero que, paradójicamente, funciona de un modo tan acelerado y agitado que todo pareciera estar cooperando a favor de ese mismo proceso que tanto se teme.
¿No sería lo más sano dejar de negar la muerte y asumir que así como un día llegamos, otro día nos vamos? Ya sé, cuesta. Pero, para mí, sólo en la medida en que acepto esa finitud, ese cierre del ciclo en este Planeta, puedo valorizar este presente. Tomar conciencia de que no hay otra cosa que este instante en el que les escribo, en el que respiro, en el que camino, en el que sonrío, en el que bailo, en el que lavo los platos. Todo el resto es una película de símbolos. Lo único real es que hoy acá estamos, con esto o aquello, latiendo, comunicándonos.
Desde esa conciencia puedo cuidar mejor mi vida, mi salud, mi buen funcionamiento orgánico.
Hace unos meses me ví el lunar que tengo en mi pecho muy cambiado y por un momento, aparecieron los fantasmas: "¿y si es algo malo?" Esos días de andar cargando con el pánico, me dije muchas veces: ¡¿qué puede importarle a alguien tener unos kilitos extras o verse un cachito más arrugada la jeta?! ¡No hay cómo saberse sano, entero, funcionando pacíficamente con uno mismo y el Universo!
Y para ello, sólo basta con trabajar para estar en eje, centrada, con los pies en la Tierra, exteriorizando y cicatrizando los dolores que hayan quedado... Cosa que venimos haciendo hasta el hartazgo... ¡¿no creen?!
(El lunar parecía no ser nada. Y si fuera "algo", sería sólo un vaso de agua en la cara para seguir despabilándome).
Por otro lado, el reloj biológico es imparable, pero si soltamos la obsesión con la imagen y nos asumimos "transitorios", probablemente lo frenemos hasta límites impensables.
Sonreír es anti-age. Darse duchas y pegar gritos fuertes es anti-age. Bailar como pavos es anti-age. Abrazarse y perdonar (todo el tiempo, sobre todo a uno mismo) es anti-age. Hacernos el aguante es anti-age. No juzgarnos es anti-age. Amar bondadosamente es anti-age. Meditar, respirar bien, profundamente, comer rico y sano, pero nutritivo, variado. Reírse, sobre todas las cosas, es lo más anti-age que tenemos a mano.
¿Ustedes qué piensan? ¿Cómo se cuidan y qué consejos, desde lo filosófico y lo concreto (sí, una buena crema ayuda un poco, pero no hace milagros) pueden dar al resto?
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