Terminé la semana pasada fundida, gritando "basta". Y durante el finde no solo me permití equivocarme, sino que, además, me permití no hacer nada; pero nada de nada.
Le dije a marido: "renuncio, tiro la toalla, me rindo." Y ya la misma tarde del viernes, me vine a casa a dormir una siesta. Empecé tímidamente, pidiéndole a Claudia (mujer que cuida a mis hijas mientras trabajo) una taza de té, y terminé hecha una vaga monumental, casi tan tiránica como mis nenas.
No levanté un maldito juguete, no lavé un maldito plato, no preparé nada de comer, ni siquiera me hice un té. Sólo salí unos segundos para comprar el diario, un par de revistas y para cambiar un juego de sábanas. ¡Ja! Sí, a todo esto, me di el lujo de estrenar sábanas, y del color que a mí más me gustara (verde turquesa).
Una desidia absoluta, pero placentera. Y sobre todo: sin culpas.
El domingo a la tardecita tuve unos flashes de energía repentina y corté figuras de una revista para el collage de China; y más tarde colaboré encastrando bloques en una torre. Y ya. Y creo que luego pegué un grito histérico, uno solo, mínimo, moderado, porque mis hijas se estarían mandando alguna de las suyas... y ya mañana es lunes, ¡¿y cómo hago?!
Lo peor es que marido no sólo me bancó en mi pereza sino que me complació los caprichos. Me compró 2 cheesecakes, uno de maracuyá y otro de frutilla y me cocinó sano y rico.*
De verdad no sé cómo cuernos voy a salir de este estado... En algún momento tendré que apretar ON pero por ahora siento hasta fiaca de presionar la tecla del interruptor. Para colmo de males, tengo pensado reservarme un turno para una sesión de shiatzu. No creo que vaya a conseguir turno para hoy, pero la intención por unos días, con o sin masajes mediante, es continuar en esta misma frecuencia. Remolona, blanda y sin cabeza.
¡¿Pudiste descansar algo vos?! ¿Cuánto te costó o te está costando arrancar la semana?
*¡Gracias!
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