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"Todo encuentro casual es una cita"




Justo antes de irme de vacaciones, dos días antes, tuve una de esas escenas perfectas...
Perfectamente atraída por mi persona o ideada por La Casualidad para que me haga cargo de mí misma.
Salgo del departamento con ambas niñas, cruzo la calle y veo caminando de frente un rostro familiar pero des-ubicado, es decir, que no pertenece al barrio. ¿Silvina? ¡Silvina!
Dos días antes había estado pensando en ella.
¿Quién es Silvina?, Inés, ubicanos. Ok, sí, ya voy a explicarlo.
Resulta que este verano tuve que salir a alquilar, para mi taller presencial, un espacio nuevo (porque el salón de danza en el que generalmente trabajo no tenía disponibilidad en el horario buscado). Un sala de ensayo, de teatro o danza. Pedí referencias varias y finalmente, gracias a Luciano Dyzenchauz, llegué a uno que por ubicación y "por energía", me cerraba. Ah, sí. Soy de las locas que eligen los espacios en función de cómo se sienten cuando están en ellos. Influye el estado general, la luminosidad, los olores, los ruidos y ese No Sé Qué que hace que un lugar te acoja.
El caso es que los dueños de dicho espacio, uno de ellos, ella, mejor dicho, la mujer de la pareja, era una vieja compañera y conocida mía del taller de investigación del movimiento. Actriz, bailarina, cantante (e instructora del Sistema Fedora Aberastury), que a su vez dicta sus propias clases. Y resulta que, al igual que quien suscribe, está en una búsqueda integradora (de lenguajes).
"Yo busco la integrar el cuerpo al proceso de la expresión escrita", le conté a ella una noche, mientras dejaba en condiciones la sala... a lo que ella acotó:
-INTEGRAR. Yo estoy en lo mismo, en mi caso buscando integrar el sonido (llámese canto) con el movimiento (llámese danza).
-Sonido y movimiento, danza y canto. Yo estaba justo queriendo ejercitar esos dos planos.
-¿Y por qué no te venís?
-Sí, sí, puede ser.
Y ahí quedó. A la semana lo pensé. La pensé. Pero se me venían encima las vacaciones, no era el momento. ¿Cuándo será EL momento? Cuestión que esa tarde, dos días antes de partir, crucé la calle y me la encontré.
Elogió la belleza de mis hijas, y acto seguido me dijo:
-Ine, hoy estoy haciendo una clase de movimiento y canto, ahora en un par de horas. Venite. Te invito.
En un par de horas yo estaría sola, mis hijas con su padre. "¿Pero justo hoy que estoy tan cansada? ¿Y si lo dejo para después de las vacaciones?"
"No. Voy. ¿Voy? Sí, dale. Al diablo con la inercia, salite de la rueda..." Y fui.
Y al llegar le advertí:
-Estoy cansada. Haré lo que pueda
-No te preocupes. De eso se trata.
Nos entendimos bien. En un primer momento y durante la hora, hora y pico de trabajo, de canto y danza. Más que bien, nos entendimos perfecto. Fue pura magia. Fue dejar hacer, fue dejar que el movimiento, los impulsos, el aire, los resoplidos, el sonido... circularan por mi cuerpo, más allá de mí.
Fue un regalo. Un regalo de cumpleaños por anticipado.
Para todo el año.
Ah, sí. ¡Ahora me toca sostenerlo!
Y no vamos a hablar del cuerpo ni de las actividades que siempre postergamos porque ya lo hicimos. ¿Y si hablamos de encuentros "casuales"? ¿Cuál fue el último encuentro "casual" significativo que tuvieron? Ya traje alguna vez aquella cita de un cuento de Borges que decía: "Todo casual encuentro (es) una cita". ¿Qué piensan?
Y ya que mencioné a Luciano y una de ustedes me había pedido los datos de sus clases (de rítmica corporal y juegos musicales), aprovecho y se los dejo: Talleres de música
PD: Y como siempre, las que quieran contactarme por privado, me encuentran en FB: Inés Sainz

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