Tan queso que quiero hacerme la divertida y no me sale. El viernes quería reírme, quería que se rieran y ¡minga que me salí de lo programado por mi cabeza! Porque mi cabeza decía "risueño", "fácil", y mi cuerpo quería llorar... ¿y a quién le hice caso?
Hoy mi cuerpo dice "fácil, fácil"... y mi cabeza le apunta: "ah, no, no da repetirte, eso no vale".
Minga no vale.
Vamos a intentar escucharnos.
Tengo una más para contarles. Sólo una. Una intimidad nomás (no crean que voy a hacer una gran historia de ella).
Pasado mi primer embarazo me quedó una maña: dormir boca abajo. Nunca jamás me duermo si no puedo estar boca abajo. Y sí, sólo por haber sufrido la prohibición de hacerlo. Antes podía dormirme de costado y soy de las pocas personas que conocí que hasta se dormía boca arriba.
Ahora, después del embarazo, siempre pero siempre: boca abajo y generalmente cachete izquierdo sobre la almohada, mirando para mi lado derecho. Pero ahí no queda todo. El otro raye es que, en determinadas épocas, como la que ahora estoy atravesando, necesito un Buda en mi mano. Así como leen. Sí, les hablé de la Semi-diosa china, oh, sí, a ella llamé "reina", aunque esté trabajando en el piso de peso pesado... pero al momento de agarrarme de algo simbólico, siempre recurro a este muchacho.
No sé a esta altura cómo es mi Dios y exactamente en qué creo (sí saben que medito y que investigo esta no-actividad hace tiempo). No me lo pregunten. Y si lo hacen, yo respondo: creo en todo. Vivo una espiritualidad que integra todos los símbolos y un Dios que no me cuestiona ello, que se ríe conmigo... Que se ríe de hábitos como éste. Como el de dormir con una estatuita en mi mano. O entre una almohada y otra... Mis hijas ya están acostumbradas. A veces se suman Winnie the Pooh, que trae Lupe, y una sapa que tengo de adolescente, que le regalé hace poco a China y ella apodó Sebastiana, como "mi nonna". Mi bisabuela. ¿Nunca les hablé de mi bisabuela?
Uh. Quizás me anime esta semana.
Aquí ellos:
¿Qué se creían, que dormíamos solas?
Ahora sí, me voy a comprar no un cafecito, sino una lágrima. Tres cuartos de leche y 1 cuarto de café. Y un alfajor de mousse de chocolate. El viernes a esto último lo llamamos "casi vicio". ¡Casi! ¡Casi!
Observen la generosidad de mousse de chocolate (como para no enviciarme).
¿Cómo están ustedes? No voy a volver a preguntarles por sus aparatosidades, pero sí: ¿cómo y cuánto descansaron? ¿Cómo duermen? ¿Alguna maña o dificultad cuando lo hacen?
Quiero, además, que hoy votemos. Vamos a elegir sólo 2 comentaristas para que escriban en este espacio. Durante el otoño. ¿Recuerdan las reglas? Y en breve voy a estar subiendo el texto de María Celia, una alumna del taller a la distancia. Embarazada de su segundo hijo, y escribiéndonos desde Burdeos, Francia.
PD: Quedó un último lugar vacante en el grupo de los martes. Taller de expresión escrita: Ablandar la mano Y los que quieran sumarme en FB como "amiga", aquí me encuentran acá: Ine Sainz
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