Paulina Cocina, de la sociología a ser la reina madre de YouTube: "Tengo ganas de hacer menos y mejor"
Paulina Cocina es la reina indiscutida de las redes sociales; sus recetas y contenidos de cocina son consumidos por millones de personas por YouTube y todas sus plataformas. Charlamos con ella sobre el secreto de su éxito y sobre cómo lidia, día a día, con la adicción a las pantallas.
31 de octubre de 2024
Paulina Cocina, de la sociología a ser la reina madre de YouTube. - Créditos: Gustavo Sancricca
Paulina Cocina es Carolina Puga o Carolina Puga es Paulina Cocina. Ya no lo sabemos y tampoco nos importa mucho. Lo cierto es que Paulina es marca registrada y su canal de YouTube, con más de 4 millones de suscriptores, da cuenta de esto. Todas cocinamos alguna vez una de sus recetas o nos reímos con sus videos. Paulina nos sorprende por su entusiasmo, por estar siempre transformándose y adaptándose a los códigos de los youtubers. Es que es la Reina Madre de los youtubers argentinos, como ya demostró en La mesa de Paulina y ahora en las Paulina sessions, donde invita a los músicos a su cocina para preparar juntos alguna receta. Es la 1 indiscutida y en una charla íntima nos cuenta el secreto del éxito. “Me gusta mucho hacer lo que hago y yo creo que eso en algún lugar se nota. En algún lugar se ve que lo hago contenta, entusiasmada, las veces que no estuve entusiasmada con algo, siento que también se ve, creo que va por ahí la cosa”.
Volvamos al inicio, ¿cómo arrancó Paulina Cocina?
Paulina arrancó hace muchos años, como en 2009. YouTube acababa de empezar, no había creadores en esa época, o había, pero muy poquitos, muy incipiente, gente de maquillaje, de cocina, que yo recuerde, casi, casi no había en habla hispana, y un día me levanté y dije: “¡Voy a hacer un programa de cocina y lo voy a subir a Internet!”. Pero era la época de los blogs, o sea, no existía el contenido en sí mismo. Yo subí el video para embeberlo en un blog. Jamás en esa época me fijé cuántas reproducciones tenía mi video o si tenía seguidores. Lo hice un año, corté porque no le encontraba la vuelta. Pero cinco años más tarde volví a hacerlo. Un día, abrí el canal de YouTube y me di cuenta de que tenía cuatrocientos seguidores, que en ese momento era como ¡wow!
Por ahí era como que estabas adelantada en 2009.
Claro, cinco años después, ya estaba en tiempo, ya había creadores, era el momento. Y ahí, desde 2013, no paré.
¿Y por qué Paulina y no Carolina?
Es un anagrama de mi nombre completo (Carolina Puga).
¿Viene de familia, el amor por la cocina?
Sí, sí, sí, tengo abuela italiana. Mi mamá es la primera de la familia que nace en Argentina. Hasta mi tía, su hermana, tres años mayor que ella, nació en Calabria. Y tengo la típica familia italiana, de esas que se juntan los domingos a comer la pasta que hizo la abuela y tienen sobremesas eternas.
¿Sos nostálgica?
Antes sí, ahora no. Soy muy práctica. La nostalgia es como el sentimiento más al pedo del universo.
Pero es muy argentina, la nostalgia.
Sí, sí, sí, pero no. Chau, está bueno. Drexler dice: “Todo tiempo pasado es peor, no hay tiempo perdido peor que el perdido en añorar”.
Es verdad. Pero la cocina muchas veces nos hace viajar al pasado, a nuestros recuerdos..., ¿te pasa?
Me ha pasado en viajes. En un viaje a Grecia me pasó que, como Grecia queda pegadito a Calabria y era un viaje a pequeños pueblitos, toda la comida que probaba, ¡tenía el sabor de la comida de mi nona! ¿Qué es esto? Era Grecia, no era Italia. Y era la comida de mi nona, era tal cual, y flasheé mucho en ese viaje con eso.
Aros cherry (Merlina Tiendita, $9250), blazer (Las Pepas, $189.900), pantalón (Las Pepas $129.900), musculosa (Las Pepas, $68.900). - Créditos: Gustavo Sancricca
¿Cuándo fue que Paulina se transformó en un boom?
Para mí, boom no hubo nunca, salvo en la pandemia, que fue cuando a todos lo que hacíamos digital nos fue muy bien. Pero siento como que nunca hubo un boom. Es un proyecto que tiene muchos años, yo lo hago de forma constante desde 2013, más o menos. Tiene un crecimiento estable y constante, que es lo mejor que te puede pasar en la vida.
Hoy debe ser el sitio de cocina más visto de Latinoamérica.
Te diría que debe estar entre los más vistos de habla hispana, no solo de Latinoamérica.
¿Cuánto te gusta el éxito, los likes, las pages, las reproducciones?
¡Me encanta!
¿Y cómo lo llevás?
Lo llevo de una forma muy práctica y muy mental. Yo soy socióloga de profesión y soy muy fan de los datos, entonces no me lo tomo personal. Si a un video no le bien, yo necesito saber por qué no le fue bien, qué falló, si falló el inicio, si falló la receta, voy por ese lado analítico. Es medio timbera, la relación que tengo. No es una relación personal, no es que digo “ay, no, no les gusta lo que hago”, no. Es como “a ver si hago lo mismo y le cambio esta cosita”... Lo he hecho mil veces. Subo un video, no funciona, cambio el inicio, lo bajo, lo vuelvo a subir, necesito aprender de los datos.
¿Y qué emociones te despierta estar en ese minuto a minuto? ¿Adrenalina, ansiedad?
Me divierte. Lo hago desde hace muchos años, pero no pierdo el entusiasmo. Sí, hay algo, pero que es lindo, no es ansiedad ni adrenalina ni nada, es lindo que después de tantos años y sacando tantos contenidos a la semana, cuando sale el video, estoy ahí atrás, entrando, refrescando, mirando, leyendo comentarios, contestando alguna cosa, a ver si hay algo para mejorar.
Sos muy de estar en todo también, ¿no?
Sí, re.
¿Obse o prolija?
No, me gusta que salgan bien las cosas (risas). No me considero muy obsesiva, puedo dejar pasar cosas, pero me gusta que salga bien y me parece que está bueno ser así.
¿Y cómo te llevás con el tema del tiempo de uso de la pantalla?
Adicta. Considero que tengo un problema, y lo digo en serio.
¿Cuáles creés que son las red flags de que tenés una adicción a las redes?
No es a las redes, es a la pantalla. No puedo estar con la cabeza en otra cosa que ya agarro y miro, agarro y miro, agarro y miro. ¿Qué miro? Cualquier cosa, miro el WhatsApp, las redes, la pantalla. Una vez escuché decir que cualquier cosa era una adicción si cuando terminabas de hacerlo o consumirlo te daba culpa. A mí me pasa que a veces digo “¿qué hice?”. Porque, aparte, yo tengo la excusa de que es mi trabajo, y eso es peor. Hay una relación con la pantalla que está justificada en mi caso. Pero por ahí a veces digo “che, no sé, podría haber hecho otra cosa”. Ahora, hace tres semanas que no me llevo el teléfono a la cama y duermo espectacular.
Remerón (Levanzo, $45.000), pantalón (Ampi Vera, $95.000), zuecos (Regina Marguerita, $170.000), pulsera (Chimu Studio, $58.000), pulsera (Chimu Studio, $58.000), aros (Chimu Studio, $38.000), collar (Chimu Studio, $66.000). - Créditos: Gustavo Sancricca
¿Al principio tuviste síndrome de abstinencia?
No, tampoco la pavada. Fue basta, o sea, duermo mal, no está bien dormir mal, no es saludable, y en ese momento dije: “Creo que no tiene que ver con que duermo mal y tengo problemas del sueño, tiene que ver con que me voy con la pantalla a mirar una serie que es re válido, que me relajo, terminé de trabajar, no sé qué, pero sigo con la luz azul”. Dije “basta”. Miro lo que sea hasta la hora que sea, pero me voy a la cama sin teléfono.
¿Cómo manejás el uso de pantallas con los chicos?
Soy la peor. ¡Basta de pantalla, se acabó! Somos súper restrictivos con las pantallas.
¿Y lo lográs? ¿No se sublevan?
Por ahora sí, pero no me gusta, porque no se trata de decir “hacé lo que yo digo”, se trata de “hacé lo que yo haga”, y yo soy un desastre. Igual, en mi casa está muy restringido y los chicos, obvio, no tienen teléfono. Las pantallas son a partir de las cinco de la tarde, eso implica que son unas horas, porque nos acostamos muy temprano, porque nos levantamos muy temprano, y tratamos de que no haya esta cosa de todo el día PlayStation y pantallas.
¿Cuántos años tienen?
Trece y diez.
Está buenísimo también contarlo, porque es una edad en la que muchos padres están debatiendo a qué edad les dan el teléfono a los chicos y entendiendo qué les hacen las redes a los chicos hoy.
Aparte, una cosa es tener teléfono y otra cosa es tener redes sociales. Otro nivel. Al final soy re conservadora, pero de verdad creo que es así. Tener redes sociales, exponerse... No sé cómo lo voy a manejar, por ahora no hay problema. Supongo que en algún momento que sus amigos tengan, tendrán. Por ahora no hay problema y los amigos tampoco tienen.
¿Y no le encontrás nada bueno al acceso a las redes en los adolescentes?
Le encuentro muchísimas cosas buenas. Siento que circula un montonazo de información que está buenísima. Hoy un pibe de edades muy tempranas hace contenido, guiona, ilumina, no es una tontería aprender a hacer eso. Siento que permite a la gente vincularse con intereses que pueden ser muy genuinos, que en otra época era medio difícil. Porque en la tele era todo más hegemónico, iba todo por el mismo lugar, si te gustaba tal o cual cosa y no te gustaba mucho esa onda medio que no encontrabas referentes. En cambio, en las redes se encuentra enseguida, si a vos te gustan las hormigas, vas a encontrar doce mil contenidos de hormigas, o sea, vas a encontrar algo de tu interés seguro. Y me parece que es un espacio que, bien llevado, está buenísimo.
Pero hay un montón de peligros...
Sabiendo un poco de redes, por ejemplo, hay una forma en la que los chicos pueden hacer videos y que solo los vea la gente que tiene el contacto. Hay una forma en la que los chicos pueden relacionarse sin tantos peligros, hay que setear los dispositivos para un uso responsable. Yo no tengo ningún problema con que mis hijos chateen con sus amigos, no con desconocidos.
Pañuelo (Las Pepas, $24.900), musculosa (Las Pepas, $36.900), falda balloon (Las Pepas, $109.900), anteojos (WeloveNYC, $17.280), pulsera (Chimu Studio, $58.000), zapatos Mary Jane (Loviu Shoes, $185.500). - Créditos: Gustavo Sancricca
¿Qué opinás de la ludopatía en adolescentes?
Me da terror. Me da terror porque sé lo adictivo que es, no las apuestas, nunca tuve ninguna adicción al juego, pero sé que son como un jueguito más con el que no podés parar y es tremendo. No me tocó por ningún lado, veo las mismas noticias que vemos todos, pero me imagino que es muy difícil salir, porque aparte está acá, está todo el tiempo. Una persona con ese problema analógico, quizá lo tiene un poco más alejado, tiene que ir hasta el casino, el bingo, pero en lo digital, está en todos lados y al alcance de la mano.
Total. Hay muchos influencers que estuvieron involucrados en promocionar estos sitios de juego, ¿qué opinás vos?
No estoy muy enterada del tema, no quiero juzgar. Lo que sí creo, y lo que hago siempre, es intentar entender si está bueno recomendar algo a la audiencia, qué costo tiene. Me pasó con una marca de inversiones. Me lo súper ofrecieron y era un re laburo, pero dije que no. Una cosa es hacer una publicidad para un banco y otra cosa es decirle a la gente: “Poné tu plata acá”. Es un montón.
¿Analizás mucho con qué marcas elegís vincularte?
Sí, igual, también me he mandado mocos. También me fijo mucho si es algo que me gusta o consumiría. Si yo digo todo el día: “Che, comé más verduras”, no puedo promocionar salchichas. Me he perdido un montón de laburos por buscar ser coherente con lo que hago. Tampoco soy una purista. Por ejemplo, no tengo ningún problema con las gaseosas. Pero sí le digo “che, no me pidas que yo te cuente que como con gaseosa, porque no es verdad”. Pero sí es verdad que, si me pinta, me tomo una gaseosa, no tengo ningún problema.
No sos muy fundamentalista de ningún tipo de comida.
No, no, para nada. Sí soy fundamentalista de las cuatro comidas diarias. Yo no tengo ningún problema en promocionar un alfajor, amo los alfajores, pero cuando me quisieron hacer decir que era un desayuno hermoso, dije que no, porque un alfajor no es un desayuno.
¿Tenés estudiados a tus seguidores? ¿Sabés cómo comen?
Mirá, están desde los que saben más de cocina que yo hasta la gente que me dice: “Ay, yo te miro, me guardo el video, pero no cocino nada”. En general, yo trabajo para un público que no es archirecontrasibarita, que va conociendo productos, que va conociendo ingredientes conmigo, que va conociendo nuevas recetas como yo también las voy conociendo, que a veces cocina por placer y porque le encanta, y a veces cocina para resolver, que es un poco la vida de todos, incluso de los que nos encanta cocinar. Hay como un salpicadito bien variado.
¿Qué se come más en la Argentina?
La milanesa, por supuesto. Las tartas de lo que venga. Y te puedo decir también qué cosas no comen. Muy a mi pesar, porque soy muy fan. Cuesta un montón que coman pescado, y a mí me encanta el pescado, me encanta, es lo que más me gusta. Sin embargo, saco muy pocas recetas de pescado porque no les gustan.
Pantalón (Las Pepas, $139.900), camisa (Las Pepas, $79.900), botas (Loviu shoes, $220.550), collar (Chimu Studio, $66.000) y pulsera (Chimu Studio, $58.000). - Créditos: Gustavo Sancricca
Paulina tiene otra cosa maravillosa, que es el poder de adaptación, la vigencia, la transformación permanente...
Yo siempre digo que una bendición de Paulina Cocina es que yo me aburro antes que el público. Antes de que ellos se aburran, yo ya cambié. Incluso he cambiado cosas que yo creo que no debería haber cambiado, que debería haber seguido haciendo, que les hubiera ido re bien sosteniéndolas, siendo más constante. Pero me aburre y cambio, me aburre y cambio. A veces la pego, a veces no, a veces las cosas salen bien, otras veces más o menos. Te puedo decir tres formatos del último tiempo a los que no les fue muy bien. Pero igual estoy ahí, a veces demasiado ahí, todo el tiempo mirando, analizando, viendo, empapándome de las tendencias, de lo que pasa en las redes, en TikTok. Como ando medio adicta al teléfono..., estoy todo el día mirando.
¿Te hiciste amigos de las redes?
Sí. Soy muy amiguera. Yo entré a este mundo en un momento en el que éramos primeros y pocos. Y todavía seguimos siendo primeros y pocos, creo yo. Entonces, hay como unas relaciones muy lindas. Yo soy medio idealista con este tema. Siento que, por lo menos entre la gente de cocina, hay muy buena onda y siempre la hubo porque es un oficio tan nuevo que solo podemos aconsejarnos, darnos una mano, colaborar entre nosotros. No hay un creador de contenido de los años 90 a quien vayas a pedirle un consejo, tu referente es tu par, al final. Entonces, se dan unas relaciones honestas que están muy buenas.
Vos sos una persona a la que mucha gente le pide consejos.
Yo los doy sin que me los pidan.
¿Y quiénes son esas personas a las que vos les vas a pedir consejos? Para el laburo o en la vida.
En la vida..., a mi marido, a alguna amiga, mi viejo, depende del tema. Y en el laburo, hay gente que labura muy en serio y hay gente que es más liviana laburando. Bueno, los que laburan muy en serio y que la ven a largo plazo y yo sé qué son poquitos. Esos son a los que les pido consejos.
Dijiste que eras muy amiguera, ¿cómo creés que te definirían tus amigos?
Ay, no sé, ¿sabés? Nunca se me había ocurrido. Sí sé que soy como la de juntar, ¿viste? La que propone la juntada de los compañeros, la que sostiene relaciones a muy largo plazo con diferentes amigos de diferentes momentos. Me junto, salgo un montón.
¿Sos la divertida del grupo?
En general, a mí me gusta cagarme de risa. Una de las cosas que más me gustan en la vida es sentarme con amigos, tomar algo, charlar y caerme de risa. Vine al mundo a esto, me parece.
¿Y tu historia de amor, cómo es? ¿Se conocieron en Barcelona? ¿Él no es argentino?
No, es colombiano y nos conocimos en Barcelona en una fiesta. Nos conocimos un viernes, el sábado no nos vimos, el domingo nos vimos y nunca más nos separamos. A los quince días nos fuimos de viaje, a los seis meses nos fuimos a vivir juntos, al año nos casamos. Mis amigas me preguntaban "¿estás embarazada?" Él es lo más, ahora hasta laburamos juntos. Funcionó.
¿Encontraron la fórmula para poder trabajar juntos?
En nuestro caso, es lo más cómo nos complementamos. Y no importa si no estamos pasando por un buen momento de pareja. El laburo es el laburo, como que por ahí no te quiero ni hablar, pero de laburo sí hablamos. Ahí somos socios.
Chaqueta (Malabia, $135.000), remera (Tienda Feliza, $37.900), pulseras (Chimu Studio, $58.000), aro (Chimu Studio, $32.000). - Créditos: Gustavo Sancricca
Toda es alegría en el mundo Paulina. ¿Hay preocupaciones? ¿Hay cosas que no te dejen dormir?
Obvio. ¿Sabes qué me pasa? Que cuando no estoy bien, me cuesta compartir, pero no lo hago a propósito. No es que digo “ay, no quiero mostrar esto”. Yo soy como una persona bastante íntima, sobre todo con el no estar bien. Me pasa con mis amigos también. Por ahí, a veces informo que estoy mal. Tipo “no me preguntes, no quiero hablar, no me interesa hablar, pero sabé que estoy pasando un mal momento, solo eso”, y me pasa lo mismo con las redes, que, si no estoy bien, no puedo fingir estar bien. Entonces, medio que no aparezco si no estoy bien.
¿Cómo manejás el balance de lo que mostrás de tu vida? ¿No te piden siempre ver más?
Las redes tienen una cosa que es que de lo que vos das, te piden más. Entonces, una tiene que tener muy claro qué es lo que da, lo aprendí a los palazos. Pero de lo que vos das, te van a pedir más. Si vos no te mostrás vulnerable o no te mostrás triste o no contás tus problemas o lo que sea, no te van a pedir.
No van a buscar el chisme ahí. ¿Qué opinás del hateo?
Honestamente, puedo pensar un montón de cosas, puedo mirar y decir “este es un estúpido, este no sé qué”, pero me cuesta mucho entender el paso a la acción, entender qué le pasa a una persona entre que piensa una cosa sobre alguien hasta que decide enviar un mensaje y decirle a esa persona: “¿Sabés qué? Opino esto de vos”. Yo jamás lo haría.
¿Y por qué sucede? ¿Qué creés?
Yo creo que en un punto no saben que los leés, se imaginan que no los leés. Voy a contar una cosa que me pasó, es graciosa, una vez en la que fui hater sin darme cuenta y que me hizo aprender. Un día, hace mil años, estábamos mirando MasterChef y Donato tiene los ojos chiquititos, y yo puse en Twitter: “Donato no mira, Donato sospecha”, porque estaba así como sospechando. Y Donato me respondió: “Mis ojos son así”, y yo dije: “Ay, lo leyó”. No era un súper hateo, tampoco era un chiste. Yo, re ignorante de Twitter, lo arrobé. Una tarada. Estoy hablando de hace muchos años, como que, evidentemente, no entendí el código ese. Donato, si lee esto, se va a estar enterando ahora. ¡Perdón! Nunca se lo conté. Y ahí entendí que lo que uno pone, el otro lo lee. Te estoy hablando de cuando recién acababa de volver con Paulina Cocina. Yo no era un personaje conocido ni nada, era una hija de vecina en Twitter.
Así como hate, las redes traen mucho amor, imagino...
Es la misma cara de otro lado, no es verdad ni una cosa ni la otra.
¿No te la creés?
Creo que soy parte desde otro lugar, me da como bastante cosa ese amor desbordante. Pienso como “ay, Dios mío, si algún día me caigo, ¿cómo voy a caer?”. Porque es un poco así.
Pero ¿no te la creés? Son millones de personas que te siguen.
Es que yo desde el inicio siempre me hice esta pregunta: ¿a cuánta gente querés vos que no conocés? Nadie. Entonces, yo también le puedo decir a Fulano que lo amo, pero ¿cómo lo voy a amar? No sé, yo me he puesto triste, por ejemplo, cuando le pasa algo a alguien que marcó mi vida, yo lloré con la muerte de Quino. Pero bueno, crecí leyendo Mafalda. Yo lloré con la muerte de María Elena Walsh y te lloro ahora, por ahí, porque la nombré. Pero no tiene que ver con ellos como personas, tiene que ver con mi relación con su obra. Como personas, yo no sé quiénes eran, si eran buenas, si eran malas. Son obras que tocaron mi vida y tiene que ver con eso, pero después, gente que no conocés, yo qué sé, no querés realmente a nadie que no conozcas de verdad. Entonces, no hay que creerse eso. Si una no quiere a nadie que no conozca, ¿por qué el otro que no te conoce realmente te va a querer a vos?, ¿tan tarada podés ser que te vas a creer que el otro te dice “te amo” y te ama?
Eso no, pero ¿sí te creés esto de si lo cuento yo, si hago una alianza con esta marca, revienta todo por los aires y vende un montón?
Obvio. Pero no me lo creo, lo tengo medido. Si querés, te cuento estadísticas. Llego a entre el 70% y el 80 % de las mujeres argentinas, en determinadas franjas de edad.
Eso es una bomba, o sea, sos una bomba, hacés un montón. Como que eso te hace creer: “bueno, lo que toco es oro”, un poco, ¿no? ¿Te la creés ahí?
Depende, tengo todo muy medido, muy estudiado, entonces, depende mucho de la temática. Yo tengo mucha autoridad para hablar de cosas de cocina. Y por supuesto que si recomiendo otro tipo de productos, tienen una llegada masiva porque lo que hago tiene una llegada masiva. Sin embargo, mi palabra tiene mucho valor para algunos productos, porque soy muy honesta, porque no trabajo con cualquier cosa, porque si yo te digo que me encanta, es porque me encanta, si no, no te voy a decir que me encanta. Si yo te digo que es de buena calidad, es porque es de buena calidad. Pero el valor fuerte de mi palabra es para mi nicho. Mi nicho es la cocina. Aunque a veces hay algo que se sale un poco del nicho porque quizás es un producto que me tiene entusiasmada, que me encanta y que quiero compartir.
Y llega con ese entusiasmo.
Con la ropa me pasa mucho eso. Pero yo en ese sentido soy como bastante realista, no es que “ay, lo toco yo y se convierte en no sé qué”, no, no, zapatero a sus zapatos. Yo sé muy bien qué, cómo, también hay que ver qué es para el otro que se convierta en oro. ¿Que le lleguen un montón de seguidores?, ¿tener muchas ventas?, ¿que su producto se vea en todas partes? Hay que ver qué es lo que quiere el otro. Yo siempre trato como de dar números y de decir: “Bueno, mirá, esto es lo que yo te puedo ofrecer, fijate si te sirve, si vos lo querés”. Muchas veces les he dicho a marcas: ¿qué objetivo tienen? Este. Bueno, hagamos tal otra cosa que les va a resultar mejor, por favor, confíen en mí.
Está bueno. ¿Qué te tiene entusiasmada ahora? ¿Qué te dan ganas de hacer en este momento?
Tengo ganas de estar re tranquila, te juro. Fue un año largo, me mudé, me fui de viaje.
Viste que dicen que la nueva tendencia grande que se viene –en un momento era la gran renuncia, cuando se fue la pandemia– es el gran cansancio, lo que está ocurriendo en este momento. ¿Lo sentís?
Yo estoy siempre prendida. Siempre, pero siempre estoy sintiendo que el día que pare, no sé cómo me voy a levantar, porque voy siempre al palo, haciendo, haciendo, haciendo, haciendo, y ahora tengo muchas ganas de hacer menos y mejor. No es que tengo ganas de descansar, tengo ganas de profundizar y mejorar algunos procesos que ya tengo. Tengo más ganas de eso que de hacer cosas nuevas. Igual, estoy haciendo un montón de cosas nuevas (risas).
Maquilló y peinó Marian Fabré. Agradecemos a Caseros Restaurante (@caseros.restaurante), a Ogni Sabato (@ognisabato), Turismo Scooter (@turismo_scooter_repuestos) y a Paula Señorales su colaboración en esta nota.
Agustina Vissani Secretaria de Redacción de @somosohlala, content manager de SOMOSOHLALA.COM y co-conductora del podcast Neurohacks. Especialista en moda y análisis de tendencias.
En esta nota: