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Las 7 lecciones de feminismo que aprendí gracias a mis hijas

Georgina Sticco, directora y co-fundadora de Grow- género y trabajo, revela experiencias que vivió con sus hijas pequeñas que la ayudaron a comprender principios de igualdad de género y diversidad.


Lo que comprendí del feminismo gracias a mis hijas.

Lo que comprendí del feminismo gracias a mis hijas. - Créditos: Getty



El alcance del mundo que las infancias tienen es aquello que ven, lo que tienen cerca, nada más ni nada menos. La diversidad de su mirada depende, por un lado, de aquello que les ponemos a su alcance, y por el otro, de cuánta influencia tienen de los estereotipos de la sociedad. Mientras menos internalizados tengan estos estereotipos, más fresca será su mirada. 

Hoy quiero compartirles algunas observaciones que mis hijas han realizado a lo largo de los años, que me permitieron ver con mayor claridad algunos temas del feminismo.

1 - Sobre los códigos de vestimenta sesgados

Nina tendría unos 5 años cuando un día caminando por la calle me pidió sacarse la remera porque se estaba muriendo de calor. Vivimos por Colegiales. La miré extrañada y no entendí cómo se le ocurría semejante cosa, así que como adulta responsable le dije que no, que eso no se podía. Me miró indignada, me empezó a mostrar a todos los varones que o estaban caminando por la calle sin remera o aparecían así en un cartel.

Ahí entendí de qué va la doble moral: ¿por qué ellos pueden mostrar el torso y el de las mujeres está tan sexualizado? En muchos espacios nos espantamos de ver incluso a una persona gestante dando de mamar a su bebé, cuando es el modo de alimentarlo, es esencial.

2 - Sobre la representación de las deportistas

Ine tendría unos 7 años, y estaba mirando la tele, que estaba en un canal de deportes, y la noté súper ofuscada. Cuando le pregunté a qué se debía su indignación, nos miró a mi marido y a mí y nos dijo: “es que si una mujer juega al fútbol, seguro que no le hacen tanta publicidad”. 

Ese día aprendí dos cosas: por un lado, que cuando un comentario nos toca un privilegio, lo vamos a tratar de sostener. A esto lo vi en mi marido: su primera reacción fue tratar de justificar por qué las mujeres no estaban representadas. Y, por otro lado, la importancia de la representación. Ella se dio cuenta de la existencia de una discriminación: no dudó que las mujeres pudieran jugar, pero sí que a otras personas les fuera a interesar.

De esto pasaron 6 años, si bien el fútbol femenino se profesionalizó, lo que sucedió en el último Mundial De Fútbol Femenino nos muestra cuánto nos queda aún por avanzar.

3 - Sobre el lenguaje inclusivo 

Esta fue la que más me impactó y fue una lección de vida que me selló. Ine tendría unos 6 años, estaba aprendiendo a leer, nos subimos a un taxi y ella vio que el nombre del conductor y del dueño del auto no eran iguales, aunque tenían el mismo apellido, así que obvio que le preguntó al conductor a qué se debía esto. El señor, muy amable, le contó que no tenía hijos y que por eso compartía el auto con su hermano. Y mi hija le respondió: ¿pero no tenés hijas? Como buena adulta que soy, enseguida salté a responderle: “te acaba de decir que no tiene”, y ella me aclaró: “no, mamá; me dijo que no tiene hijos, no hijas”.

Se ve que el tema del lenguaje la tenía preocupada, y poco tiempo después estábamos caminando hacia su escuela y saltó con la siguiente pregunta: “¿Cuántas nietas tenemos que ser para que la abuela deje de decir nietitos y nos diga nietitas? Somos Ine, Nina, Mayra y Mateo…¿Tendremos que ser 5, 10, 100? ¿No puede decir: "mis nietas y Mateo”?

En ese período terminé de entender la importancia que tiene el lenguaje para el respeto de nuestra identidad. Yo fui educada en un mundo en masculino, en cambio ella no tanto, y por ende, cuando estaba apropiándose del lenguaje en todos sus sentidos pudo distinguir que en el masculino ella no estaba nombrada. Desde entonces no me peleo más con la “e”, me cuesta usarla, pero tengo que aprender a hacerlo, por la importancia que tiene para quienes se sienten representades en ella.

4 - Sobre las corporalidades hegemónicas

Estábamos recorriendo San Telmo, un fin de semana, y Nina (6 años) estaba enojada con los maniquíes. En una sola cuadra había contado 20 maniquíes súper flacos y todos con una corporalidad femenina. Ese día su pregunta fue: “¿Sólo las mujeres flacas se visten? Se mira su cuerpito: “¿Y nosotras?”.

Casi muero. Más allá de que todos los días refuerce el amor a su cuerpo, sea como sea, el entorno se mete siempre: o por lo que ven en la tele, o las redes… o simplemente en unas vidrieras en la calle. Prestemos atención a nuestras infancias siempre, porque no sabemos cuándo se van a sentir desvalorizadas.

6 - Sobre el sexismo que nos rodea

Unos amigos nos habían regalado un lindo juego de cartas españolas, y en la tapa estaban dibujados “el rey” y “la reina”. A Nina le tomó un segundo mirarlas y le llamó la atención que “la reina” estaba dibujada de tal manera que tenía unos pechos enormes; su pregunta fue: “¿Por qué? ¿A quién están dibujando?”. Mi pregunta fue: ¿En quién pensaban cuando hicieron semejante dibujo? Seguramente no en una pequeña con un sensor sexista. 

Estábamos leyendo un libro de un autor argentino, que escribe para chicos y chicas. Los personajes femeninos son muy muy estereotipados, e Ine, que fue quien los leyó cuando estaba aprendiendo a escribir se sentía muy mal con eso. Hablando entendí cuál era el problema: la ponía muy incómoda que le resultaran graciosos personajes femeninos que se peleaban entre ellos, se tocaban el pelo, se preocupaban por la ropa, mientras que los varones representados jugaban al fútbol, o soñaban con ir al espacio.

Se nos ocurrió escribirle una carta al escritor, con ideas de cómo hacer esos personajes femeninos divertidos, pero más acordes a cómo son las nenas. Si bien escribir la carta le hizo súper bien, él nunca nos respondió. 

En un canal de televisión que transmite muchos programas de construcción, hay uno conducido por una madre y su hija. Es uno de nuestros favoritos, hasta que llega el momento de romper una pared o levantarla y alguna de ellas siempre dice: “Llamemos a los hombres a hacer este trabajo”. Esto lleva a otra indignación de Nina, sobre por qué ellas realizan esa generalización: puede ser que ellas no quieren hacer ese trabajo, pero el mensaje que transmiten es “ninguna mujer puede hacerlo”. Debo confesar que no intentamos conectarnos con el canal para hacerle notar el sexismo en el que caen, una y otra vez.

7 - Sobre la interrupción del embarazo

Hago la aclaración que en nuestra casa no hay ninguna formación religiosa y creo que esto es importante para entender el flujo de pensamiento de mi peque, que tenía unos 9 años cuando se estaba discutiendo la ley del aborto. Ine quería usar el pañuelo verde y yo le dije que se lo iba a permitir cuando ella entendiera de qué iba la discusión.

Ese año hablamos mucho de quiénes son los cuerpos que gestan, por qué hablamos de personas que gestan y no de mujeres. Me preguntó un día si el aparato reproductor femenino se podía “poner” en un cuerpo masculino, cosa que me extrañó muchísimo. Pero bueno, uno nunca sabe cómo es el flujo de pensamiento. También me consultó quiénes eran los que discutían por la ley de la interrupción voluntaria del embarazo y le conté que eran hombres y mujeres cis.

Finalmente, días después, se me acercó, y me dijo que quería hacerme una pregunta, pero que no quería que su papá escuchara, porque no lo quería ofender. Y me preguntó por qué los varones cis discutían sobre un tema que solo afectaba a las personas que gestan. Cómo es que ellos podían tener opinión y peso sobre una decisión que ellos nunca iban a tomar. 

A mí me tomó 40 años hacerme esa pregunta. Ese día, le di su pañuelo verde.

Para ir cerrando, ¿de cuántos mensajes estamos rodeados/as y como personas adultas no nos damos cuenta? Chicos, chicas, chiques están aún en un proceso de socialización, de apropiarse de estos mensajes y hacerlos parte “natural” de su mundo.

Mientras esto sea así, las personas adultas tenemos que aprovechar para aprender de sus reflexiones, para ver el mundo como es, y no como nos hicieron creer que es.

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