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¿Qué se entiende por consentimiento?

Georgina Sticco, directora y co-fundadora de Grow- género y trabajo, se detiene en reflexionar sobre el consentimiento. Rememora la actitud violenta de Luis Rubiales con Jenni Hermoso.


Manifestación en España para expresar apoyo a Jenni Hermoso.

Manifestación en España para expresar apoyo a Jenni Hermoso. - Créditos: Archivo LN



Situación: estás en tu trabajo, acabás de alcanzar un gran logro, y en la oficina, o la escuela, o donde sea que trabajes, están festejando, abrazándose y saltando. De repente, aparece el director de tu institución, que tiene el poder no solo de echarte sino de hacer que no te vuelvan a contratar nunca más, y en un momento de efusividad, te da un beso en la boca.

Vos primero no reaccionás, te quedás dura, después seguís. Es tu festejo. Alguna compañera vio el beso y te pregunta sobre eso, y vos, en ese momento no decís nada. Pero pasan los días y empezás a escuchar lo que dicen los demás, cómo lo tomaron…y te preguntás: ¿Por qué pasó? ¿Quise que pasara? ¿Pude decidir? ¿Es realmente importante o es solo eso, un beso?

Si hay algo que podemos aprender del caso Luis Rubiales y Jenni Hermoso es de qué va el consentimiento. Se define como “enunciado, expresión o actitud con que una persona consciente, permite o acepta algo”. Quienes tenemos más de 40 años crecimos sin saber que existía esta palabra, o por lo menos es mi caso. Sabía que podía decir que no, pero no entendía el concepto: hasta qué punto yo debería tener el poder de detener la situación.

De la misma manera, a muy pocos jóvenes se les enseñó a recibir un “no” como respuesta. Si les decías que no querías hablar, seguramente insistían hasta que les hablaras; si no querías bailar, insistían hasta que lo hicieras. Crecimos con la idea de que insistir es lo que importa para lograr lo que querés.

En este contexto es que me gustaría analizar qué implica el consentimiento y en qué momento alguien lo puede dar. Si somos dos personas, con igual poder, en un ambiente tranquilo, donde podemos pensar y sopesar nuestras opciones, podremos decir: “che, no quiero esto” (sea lo que sea que esté pasando). 

Pero hay otros momentos en los que no dar el consentimiento puede poner tu trabajo o tu vida en peligro. Si un compañero de trabajo con más antigüedad que vos o tu jefe te hace una proposición en la que vos no te sentís cómoda, ¿qué hacés? Si estás segura de vos misma y no tenés miedo a perder el trabajo, porque sabés que vas a conseguir otro, es probable que te sientas tranquila diciendo: “no, no quiero”. Pero, ¿y si no tenés esa confianza en vos? ¿O si te sentís presionada? ¿Cómo te sentirías si esa pregunta viene dada en un fracción de segundo, donde millones de personas te están mirando? ¿Podés decir que no? Seguramente algunas mujeres podrían decir que no, y otras no se darían cuenta de que tenían esa opción.

El consentimiento es más que preguntar y responder: depende del contexto, de dónde estés, y depende también de quienes seamos, de qué tipo de relación de poder se plantea entre las personas involucradas. Para que sea válido debe haber un entorno que habilite un consentimiento libre y genuino, sino será forzado.

Pero también me gustaría reflexionar sobre otro punto. Les invito a cambiar de foco, y en lugar de centrarnos en ella, pensemos: ¿Cómo se le ocurre a un jefe siquiera preguntarte si te puede besar, solo porque quiere festejar? ¿En qué contexto a un superior se le ocurre que puede ser una buena forma de festejar?  Y esto es fundamental.

Esta situación que mencionamos de Rubiales se dio en el ámbito laboral. Y aunque él no haya tenido la intención de lastimar a Jenni Hermoso, lo hizo, con lo cual el acto es violento. Lo que vimos es totalmente inapropiado y no debería pasar jamás. ¿Por qué alza a las deportistas? ¿Por qué se les tira encima?¿Por qué las besa? ¿Anda Rubiales repartiendo besos a los jugadores varones? Si no lo hace, es claramente una actitud sexista.

¿En qué cultura organizacional se habilitan estas demostraciones? ¿Por qué pensó que estaba bien hacerlo? El “beso”, las no disculpas de Rubiales, su no dimisión, la desconsideración de la Real Federación Española de Fútbol con Jenni Hermoso, el escaso apoyo de los jugadores masculinos, los aplausos de los dirigentes y coaches de las mujeres son fieles muestras de cómo se ha naturalizado la violencia.

Otro punto no menor: esto sucede días después que Gianni Infantino básicamente le dijo a las mujeres: “elijan bien sus peleas, porque no pueden con todas” y “las puertas de la FIFA están abiertas, solo tienen que empujarlas”. ¿Por qué las mujeres tienen que empujar esas puertas? Las personas que tienen poder dentro de la FIFA son quienes deberían abrir esas puertas. Para que la FIFA respondiera, pasó una semana, en la que se vieron miles de apoyos de jugadoras de todo el mundo. 

Y les comparto una última reflexión: ¿qué les dice lo que vimos a las millones de personas que lo vimos? (y esta dimensión de análisis debería ser importantísima para la Real Federación Española de Fútbol): básicamente cada niña, niño, adolescente, observó que en un momento de festejo, tu jefe te puede besar, y no pasa nada. Esos niños vieron lo que pueden hacer, esas niñas vieron lo que les puede pasar. Esto también es violencia simbólica.

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