Prohibición del lenguaje inclusivo: cuando el ahorro se come al género

 

El esfuerzo que se viene realizando para utilizar una comunicación inclusiva, que tiene múltiples estrategias, además del uso de la “e”, el arroba o la x, son para evitar caer en el masculino genérico. Y esto se debe a que el uso del masculino no solo ha invisibilizado a las mujeres y al colectivo LGBT a lo largo de la historia, sino que también, al ubicar al hombre en el centro, refiere a un adoctrinamiento del pensamiento donde no se ha mirado a las problemáticas de las mujeres y otros colectivos, y, por lo tanto, ha sido difícil dar con soluciones desde una perspectiva inclusiva, que lleven a una igualdad real.

Veamos algunos ejemplos clásicos: el pensar que hombres y mujeres tenemos los mismos síntomas ante un paro cardíaco, o que el mercado responde de la misma manera ante una mujer con personas a cargo que un varón con personas a cargo. El no atender estas desigualdades, desde el pensamiento y desde el lenguaje, es lo que nos ha retenido como sociedad. Estamos ante una situación donde lo que no se puede nombrar, difícilmente se pueda solucionar.

Y, por otro lado, está la mención a la perspectiva de género, una herramienta fundamental para hacer visibles las relaciones diferenciales entre los géneros y las desiguales relaciones de poder, con el objetivo de trazar caminos que busquen la transformación. Esta perspectiva cuestiona los estereotipos y promueve nuevas formas de socialización entre las personas. 

El Estado argentino, independientemente de quien gobierne, debe ser garante de los DD. HH., compromiso que ha asumido en numerosos tratados internacionales y leyes nacionales, donde además se incluye a la Administración Pública Nacional y a quienes trabajan en ella. Pero además, estamos ante una forma de tomar de decisiones que debilita nuestra democracia, cuando decisiones y discusiones que se han dado de manera comunitaria, se rechazan o niegan por la decisión de una sola persona. 

Desde el lugar que ocupo en Grow como experta y consultora en género y trabajo, reafirmo que sin perspectiva de género no se puede avanzar en la reducción de las brechas económicas, salariales, o de participación, ni en acciones contra la violencia hacia las mujeres y colectivo LGBTTTIQ+, porque son problemáticas que requieren abordajes específicos, integrales e interseccionales. Según un estudio de Mckinsey, en un país donde las mujeres cuenten con las mismas oportunidades que los hombres, su PBI podría aumentar un 26%, con lo cual, incluir la perspectiva de género es lo que acelerará el desarrollo.