De “La reina del flow” al teatro argentino: qué tenés que saber sobre la nueva obra de Carolina Ramírez
Si la amaste en La reina del flow, entonces no podés perderte a Carolina Ramírez en Lo que queda de nosotros
29 de junio de 2022 • 11:07
Carolina Ramírez protagoniza "Lo que queda de nosotros". Foto gentileza
Un absoluto éxito de Netflix, La reina del flow fue también la puerta de entrada para que muchos argentinos se enamoraran de Carolina Ramírez. Es que, con un carísma único y un talento demoledor, la actriz colombiana nos conquistó con su Tammy Andrade, esta productora musical encargada de encontrar nuevos talentos.
Definida como “la actriz colombiana más importante del momento”, su carrera está repleta de éxitos televisivos como De brutas, nada (Amazon Prime Video), La Pola y La hija del mariachi. Hoy, desde el teatro argentino, suma un nuevo proyecto que tiene todos los elementos para romperla; es que Lo que queda de nosotros, es una obra emotiva que invita a reflexionar y que proponer una experiencia teatral hermosa.
En Argentina, Carolina Ramirez ganó especial reconocimiento gracias a La Reina del Flow. Foto gentileza
En primera persona: Carolina Ramírez
Sentarse a charlar con Caro es un placer. Súper abierta a compartirnos su mirada sobre diferentes temas y sin temor a ningún tipo de pregunta, emana un carisma único que se combina con su enorme talento así como amor por su trabajo y compromiso con las cosas que están pasando en el mundo. Sentadas en butacas del teatro Multitabaris COMAFI (lugar en donde se puede disfrutar de Lo que queda de nosotros), la charla fluye y esta enorme actriz colombiana acepta nuestra invitación para conocerla un poquito más.
¿Cuál es el comienzo de tu historia como artista? ¿En qué instante preciso definiste que este era tu camino en la vida?
Empecé la formación en danza clásica en un conservatorio en Calí. Yo quería ser bailarina, pero ser la bailarina que yo quería hacer implicaba un costo muy grande, incluso atentar contra mi propia salud, contra mi propia existencia porque invalidaba mucho lo que soy yo como mujer ya que no entraba en ese estereotipo.
“Yo quería ser bailarina, pero ser la bailarina que yo quería hacer implicaba un costo muy grande, incluso atentar contra mi propia salud”
A los 15 años nos mudamos a Bogotá con mi familia. Ahí la configuración de mi vida cambió completamente y caí en cuenta que nunca iba a ser esa bailarina que yo pretendía porque eso implicaba -básicamente- volver a nacer y bueno, claro, no iba a pasar. Un día tuve la oportunidad de presentarme en un casting y el jefe de esa agencia me dijo: “Mira… la cámara, la verdad, es que te quiere un montón ¿Por qué no te aprendés este texto? Están buscando una actriz para un para una telenovela y necesitan una bailarina”. Atiné a responder que yo de actuación no tenía ni idea, pero me insistió. Me aprendí ese texto ¡pero hasta las comas y las tildes! Seguramente lo recité de una manera horrible, pero vieron a la bailarina trabajadora y disciplinada.
Esa serie nunca vio la luz (por suerte) pero aprendí un montón y el director fue muy generoso al enseñarme los fundamentos de la actuación, la relación con la cámara, el espacio. En ese momento sentí que me movía como pez en el agua, sentí no me pesaba nada, no me dolía nada y no requería de un esfuerzo mayor. El instinto me funcionaba y que aquellas puertas que se me habían cerrado en la danza, se me abrían en la actuación. Fue como algo muy orgánico, resolver que yo tenía las herramientas corporales y las herramientas estructurales para hacer la actriz que quería hacer y me tocaba empezar a trabajar de cero. Hasta que un día me convertí en la protagonista de una telenovela muy importante que me puso en un lugar y que ya me dio un nombre.
En ese momento sentí que me movía como pez en el agua, sentí no me pesaba nada, no me dolía nada y no requería de un esfuerzo mayor. El instinto me funcionaba y que aquellas puertas que se me habían cerrado en la danza, se me abrían en la actuación.
¿Qué pasa por tu cabeza cuando escuchás que sos “la actriz colombiana del momento?
¡Qué loco es eso! Es muy raro, pero en realidad es un momento. Así como lo dicen, es “un momento… que va a pasar” y agradezco que me nombren así porque por eso ustedes están aquí hablando conmigo; pero yo creo que todo tiene que ver con el momento. Uno tiene que aprovecharlo y ser muy responsable, estar a la altura de los títulos.
Cuando hablas de los bailarines, decis “nosotros”, ¿lo sentís así o es algo que pasó a ser parte de la historia?
Yo soy bailarina. Pienso y concibo mi trabajo como una bailarina. A pesar de que ya no baile mi estructura es la estructura de una bailarina. También creo que al ser bailarina tengo más herramientas de las que puede tener un actor que se formó solo como actor porque -a pesar de que la formación actoral requiere de un trabajo físico y de un trabajo corporal y una conciencia corporal muy explícita- yo ya tenía un valor agregado porque es realmente es mucho más difícil convertirse en un bailarín profesional que en un actor profesional.
La obra aborda temas profundos, entre ellos, un tipo de soledad, la que deja la ausencia. ¿Qué te pasa a vos con la soledad?
Creo que la soledad es una gran oportunidad para seguir conociéndome a mí misma. Disfruto mucho el estar conmigo y nunca me sentí sola porque siempre tuve mucha contención alrededor. Tengo la suerte de nacer en una familia que no es solamente grande, sino muy presente y pendiente. Entonces nunca tuve esa sensación de sentirme sola en el mundo. Incluso en los tiempos que con Mariano, mi marido, pasábamos separados, sentía la felicidad de la independencia. Ahora tengo a Lupe, Azúa -a mis animales- y ahí sí no hay manera de sentirme sola.
Creo que la soledad es una gran oportunidad para seguir conociéndome a mí misma
Carolina Ramírez y Alberto Ajaka son los protagonistas de Lo que queda de nosotros
Dentro de tus vínculos más importantes nombrás a Lupe y Azúa, la obra que elegiste trata del vínculo con Toto, un perro, ¿qué pasa en esta familia con los animales?
Seis meses antes de que nos casáramos, Mariano llegó a vivir a Colombia pero yo estaba haciendo una serie que me hacía viajar por todo el país. A mí me preocupaba verlo llegar con su equipaje y saber que iba a estar tan solo. Entonces decidimos que queríamos un perro y en la ignorancia (Ojo: no me arrepiento porque no hubiéramos podido disfrutar de nuestro primer hijo perruno) compramos a Goyeneche. Él nos abrió la cabeza y nos sensibilizó a nunca más pensar que un animal se puede comprar.
¿Qué profundidades de este amor con los animales sentís que se tocan en la obra?
Creo que tal vez habrá un gran silencio en esa mesa de cenar después de salir del teatro, en donde muchos se van a preguntar esta configuración del mundo en el que no solamente somos humanos en que también hay animales, plantas. Seres que hay en el medio ambiente, seres que viven respiran y que dependen de nosotros también.
Cada animal que rescatamos nos ha enseñado una gran lección y nos dio la energía suficiente para seguir haciéndolo. Siento que la obra es ir un poco más allá, es extender y pasarle la posta a otros. Enterarnos que allá afuera a veces volteamos la mirada y no nos damos cuenta que hay un montón de “bichos” que son nuestras responsabilidades. Yo tengo la esperanza de que salgan de esta hora sintiéndose mejores seres humanos o pretendiendo serlo. Pretendiendo querer que el mundo sea un poco mejor.
Yo tengo la esperanza de que salgan de esta hora sintiéndose mejores seres humanos o pretendiendo serlo. Pretendiendo querer que el mundo sea un poco mejor.
El teatro tiene esta magia de generar debates, así que si se van de la obra charlando sobre algo que les disparaste me parece mágico. Entonces, “Lo que queda de nosotros” habla sobre qué pasa cuando alguien se va (y también por qué ella hace lo que hace). Ese viaje es un recorrido épico (como dice Alberto Ajaka) porque los dos personajes hacen todo un recorrido para volverse a encontrar y eso es un golpe duro al corazón. Duro pero también necesario para la conciencia.
Armá plan y no te pierdas “Lo que queda de nosotros”
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De qué se trata: la obra narra la historia de Nata y Toto: Nata quiere desapegarse de todo vínculo que pueda lastimarla y Toto es su perro a quien decide abandonar para que ni siquiera él pueda provocarle dolor. La pregunta que surge en ese desencuentro es ¿qué queda de nosotros cuando alguien se va?2
GPS: si tenés ganas de planear tu salida al teatro, podés ver la obra en la que Carolina y Alberto Ajaka le dan vida a Nata y Toto en el Teatro MULTITABARIS Comafi de miércoles a domingo. Las entradas están a la venta en plateanet.com, agendá plan para ir con amigos. ¡Spoiler! Mejor llevá pañuelitos descartables.
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