El arte está de moda (y viceversa): 5 muestras imperdibles que lo demuestran

Todo surge de algo muy íntimo: las cáscaras de mandarinas que Elia Gasparolo -en su casa, con su familia- come, se transforman en pieles que usa para hacer vestidos y collares. También hay rastros de ella -de su historia- en los pétalos de vino que son producto de su tierra natal: Mendoza y en las manzanillas resultantes de su pausas con un té. La exploración de biomateriales lleva a la artista a reconvertir la materia orgánica en una nueva piel para lucir.

Pero con la exposición de estas piezas no termina la propuesta. Porque el título Ofrendas remite al acto de devolverlas a su ámbito natural: Elia ofrece sus collares al mar, a la tierra, al aire y al fuego. Las performances se ven en fotos y videos que están acompañadas, cada una, por un cuadro: es un bordado realizado en hilos de bambú, lino, ortiga, y algodón; teñidos con cúrcuma, cochinilla y nogal. La imagen representa la constelación de cada momento en los que Gasparolo hizo sus ofrendas.

El lugar es otra de las atracciones: la exposición transcurre en las entrañas de un tanque gigante que alguna vez guardaba el agua que abastecía a toda la ciudad: el Palacio del siglo XIX de las Aguas Corrientes. Además, el edificio es una joya arquitectónica y también se puede visitar ahí el museo, que es tan particular que hasta revela cómo eran los inodoros en otras épocas -da para llevar chicos, es interesante-).

La artista acompaña recorridos dialogados los días miércoles y jueves a la tarde y hay experiencias programadas como desfiles, conciertos de ensamble de serruchos y charlas performáticas, así que consultá la agenda y no te las pierdas.

Los trabajos finales de cada cohorte de la Cátedra de Andrea Saltzman en la FADU-UBA solían mostrarse en un desfile donde se podía ver el producto final. Esta vez fueron más atrás y lo que exhiben en Proa 21 es el proceso creativo. Transitar la incertidumbre reúne videos, bitácoras, textos, elementos y murales de inspiración que conforman una narrativa acerca de cómo se busca (se encuentra y se elige) una idea para trabajar; cómo se construye -sobre algo que ya existe- algo nuevo y se le da un signo (di-seño); de qué manera la inspiración se vuelve tangible.

Hay piezas de crochet, prendas en biomateriales, elementos de la arquitectura que se vuelven moldería, ingredientes de cocina que se traducen en vestimenta, pelos como textura, hay influencias del terror y del romanticismo.

Es una muestra para un público “entendido”, pero no tanto, es mucho lo que se puede conocer en y a través de estos proyectos, aun sin tener conocimientos previos.

Delfina Bourse es artista plástica -y maestra de artistas-. Cecilia Ximenes es vestuarista. Juntas concibieron prendas con la textura pictórica de una -algunas partes son excedente de otras obras- y la moldería e indumentaria de la otra en un diálogo de disciplinas. Así, conformaron una colección que titularon “Vestimenta/Pentimento. (Soportes y materia en tránsito)”.

Según explican, el término pentimento, proveniente del italiano, refiere a aquellos cambios que pueden percibirse en un cuadro, ya sea a simple vista o en capas subyacentes. De su traducción literal, arrepentimiento, pervive esta noción de cambio dado que se trata de identificar los nuevos rumbos que pudieron tomarse durante el proceso creativo.

La inauguración, en el Centro Cultural San Martín, fue performática: una presentación donde las piezas, en movimiento, buscaron instaurar nuevas capas de significado.

Es una muestra histórica que abarca la evolución del traje desde el siglo XVIII hasta la actualidad, pasando por los diferentes modas, los uniformes militares y las vestimentas de cada una de las épocas hasta llegar a diseños contemporáneos entre los que se exponen piezas de autores como Pablo Ramírez, Fabián Zitta, Agoshida, Dacal, Bandoleiro y Vicki Otero.

Para acompañar la movida, hay una agenda de actividades muy interesantes en el Museo de Historia del Traje para quienes quieran profundizar en este tema.

Las pinceladas de Mónica Millán tienen hilos. Se expresan en puntadas de bordados y tejidos, en fibras teñidas naturalmente a través de la búsqueda de un color que es ese y ningún otro.

En Guyra ka'aguy / Pájaro salvaje los textiles son la cuadrícula básica de una trama que abraza la geometría y la desafía en piezas que cobran volumen con pinzas y pliegues. Son los oficios ancestrales de una abuela costurera los que se conjugan con una experiencia de Mónica Millán en su residencia artística -y etnográfica a la vez- en Paraguay, junto a una comunidad de hombres y mujeres que tejen y bordan.

Con firma colectiva, surgen las obras con pájaros, líneas y figuras, ríos, casas, lluvias y retratos que hoy se ven en la Fundación Santander. Si bien no son vestimenta, en algunos casos lo fueron o podrían serlo y en todos comparten la esencia de la estética con alma textil en contacto íntimo.