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El pollito Pío: el artista argentino que hizo un viral histórico en 2014 y ahora multiplicó por 10 su propio récord

Luciano Rosso repite un sketch desde hace 15 años. Un espectador subió la escena a Youtube una década atrás y juntó 26 millones de visualizaciones. Hace quince días un nuevo video llegó a cien millones en Tik Tok.


La canción italiana para niños Il pulcino Pío, de Morgana Giovannetti, se tradujo a todos los idiomas. La versión en español cobró una popularidad inusitada con la representación de Luciano Rosso que se volvió viral.

La canción italiana para niños Il pulcino Pío, de Morgana Giovannetti, se tradujo a todos los idiomas. La versión en español cobró una popularidad inusitada con la representación de Luciano Rosso que se volvió viral.



Nos retraemos a 2014. Luciano Rosso hace el mismo espectáculo desde hace cinco años por distintos países del mundo, Un poyo rojo. Está en Madrid ahora y, para cerrar la función con un bonus track, juega al juego que más le gusta: hacer playback de alguna canción que le permita desplegar su increíble capacidad gestual y su histrionismo. Eligió El pollito Pío, una canción infantil didáctica muy graciosa. En la sala, explotan carcajadas, aplausos, el corazón llenito del reconocimiento del público. Pero todavía faltaba lo más grande: al día siguiente recibe llamados y mensajes sin parar, sale a la calle y lo saludan desconocidos. ¿Qué pasa acá? Un espectador había grabado la escena para subirla a Youtube y convertirla en lo que ya conocemos como un “viral”. Cientos de miles de clics en pocos días. Una fama que trascendió todas las fronteras y que produjo un efecto no buscado, ni siquiera imaginado.

Luciano Rosso viene de El Choque Urbano y desarrolló una carrara artística en la que conjuga la danza, acrobacia, performance  y teatro.

Luciano Rosso viene de El Choque Urbano y desarrolló una carrara artística en la que conjuga la danza, acrobacia, performance y teatro.

Hoy, 10 años más tarde, ese video ya lleva 26 millones de visualizaciones y no solo las sigue cosechando en las pantallas, sino que, además, El pollito Pío continúa siendo el broche de oro de la obra (que está en Buenos Aires y la semana que viene agregó dos funciones).

La historia se repite y crece. Hace quince días, en el (RE)estreno en el Teatro Metropolitan porteño, alguien en el público capturó el sketch y lo subió a TikTok con una respuesta exponencial. El Luciano Rosso –con diez años más- reproduce con igual o más gracia sus animalitos de la granja; la escena ya tiene 5 millones de likes y más de 100 millones de visualizaciones (sí, ¡la población entera de dos Repúblicas Argentinas!).

@javigutierrezok Este es luciano Rosso, protagonista de la obra Un poyo Rojo, que tuvo uno de los primeros virales de la historia con su interpretación gestual de El Pollito Pio #elpollitopio #pollitopio #pulcinopio #buenosaires #teatro ♬ original sound - Javi Gutierrez

Un Poyo Rojo: una obra de largo aliento

Un poyo rojo se estrenó en 2009 en Buenos Aires y durante quince años se hicieron más de 1500 funciones en 30 países: Noruega, España, Italia, USA, Serbia, Alemania, Canadá, Colombia, Bélgica, Portugal, México, Luxemburgo, etc.

Dirigida por Hermès Gaido e interpretada por Luciano Rosso Alfonso Barón, se convirtió en una obra de culto donde dos criaturas se pavonean, luchan, se seducen, compiten, se exigen y se divierten como locos (el público también) con un desopilante sentido del humor. No hay diálogo, es puro cuerpo: los dos artistas manejan su anatomía con una dominio extremo y profunda expresividad.

Junto con Alfonso Barón hacen 200 funciones de Un poyo rojo al año en teatros de decenas de países del mundo.

Junto con Alfonso Barón hacen 200 funciones de Un poyo rojo al año en teatros de decenas de países del mundo.

Nada es casual, ¿todo es causal?

Que Un poyo rojo cierre con una representación de El pollito Pío da a suponer alguna coherencia. Pero las apariencias engañan. Es que el título de la obra nada tiene que ver con los poyos ni con los pollos. “Se llamó así porque arranqué haciéndola con Nicolás Poggi –cuenta Luciano-. Hacíamos una performance que es el antecedente de este espectáculo, éramos Poggi y Rosso, pero una vez por error nos presentaron como Poyo Rojo. Quedó”, ríe.

 “En la radio hay un pollito… en la radio hay una gallina… en la radio…. Hay un toro…”, dice la letra de la canción, que es un hit viral. Podría ser una alusión perfecta a uno de los aspectos distintivos de Un poyo rojo. De hecho, los artistas improvisan sintonizando en vivo una radio de verdad. Ese albedrío, que cada vez es distinto (y en cada país hasta suele cambiar de idioma), hace que el aparato de radio se convierta por momentos en un tercer personaje en escena. Pero la alusión bien podría ser absolutamente sobrestimada. Y lo es: “Creeme que me llevó mucho tiempo darme cuenta de esta coincidencia fortuita”, se asombra Luciano.

¿Cómo elegiste la canción de El pollito Pío?

Para esa parte que viene después del final y como una sorpresita, en Francia yo venía haciendo un playback en francés. Cuando llegamos a Madrid quería que fuera alguna canción conocida para los españoles. Ya había escuchado El pollito Pío y me había parecido tan bizarra, me había quedado grabada en el cerebro, al punto que la había subido a mis redes. Se me ocurrió que era una opción e hice una votación por Facebook. La gente la eligió. La primera vez que hice El pollito Pío en vivo fue la del video de Youtube. Alguien del público lo filmó y lo subió. Al otro día mi teléfono estaba en llamas, no entendía por qué. En esa época, ¡no tenía idea de lo que era ser viral!

¿Cómo lo viviste?

Fue una locura. Me escribían desde un montón de lugares, a muchos ni siquiera les entendía el idioma (aclaración: Luciano es políglota y maneja cuatro lenguas). Fue muy fuerte porque descubrí el poder de la inmediatez. De un día para el otro, literal, en la calle me paraba gente para sacarse fotos conmigo. Y pasaba el tiempo, yo viajaba y a donde iba me encontraba con el mismo fenómeno. Empecé a darme cuenta del inmenso alcance de la globalización. Me paraban en la calle en Francia, en España, en Italia, me llegaron a parar en Tailandia. ¡Se me sumaron miles de seguidores iraníes en las redes! Muy loco.

¿Esta exposición le dio impulso a Un poyo rojo?

Sí, ayudó a que sea más masivamente visible. Pero cuando salió el video nosotros ya teníamos por lo menos cinco años de funciones y nos estaba yendo realmente muy, pero muy bien.

¿Es un buen negocio hacer un viral?

Mirá, yo hago esto porque me divierte y lo extiendo al que le guste, para que la pase bien. Yo no cobro plata por las visualizaciones de estos virales, no tengo manera de monetizar el video ni nunca fue la idea tampoco. Es un fin en sí mismo, me doy por satisfecho. Pero me pasó algo que me hizo un clic: a raíz del video, varios padres, profesores y médicos de personas con autismo empezaron a escribirme para contarme que chicos que nunca reían ni conectaban, se morían de risa con El pollito Pío. Y me decían “gracias”. ¿O sea que esta boludez de las caritas a alguien le estaba haciendo bien a nivel salud, a nivel personal? Me di cuenta del valor incalculable que generaba.

En medio de tan amplia y prolongada gira mundial, ¿cómo es volver a actuar en Buenos Aires, donde empezaron hace quince años?

Es siempre muy especial. La obra para nosotros es un ejercicio tan constante que afuera la hacemos como más con la acción. Acá hay mucha emoción que se suma: está la familia, los amigos, es donde empezó todo… tiene otra carga. Tuvimos que agregar funciones, cambiamos los pasajes para quedarnos, porque explotaba el teatro y queríamos un poco más de esto.

Antes de la función, los artistas entran en calor en el escenario mientras el público va llenando la sala. Durante una hora y media de obra no le darán respiro a la actividad física.

Antes de la función, los artistas entran en calor en el escenario mientras el público va llenando la sala. Durante una hora y media de obra no le darán respiro a la actividad física.

Es teatro físico y los dos hacen un esfuerzo sobrehumano durante la función, con una gran habilidad corporal, además. Tenías 26 años cuando arrancaste, ¿el paso del tiempo les pasa factura en el cuerpo?

Claro que sí. Pero, por un lado, para nosotros el espectáculo es un entrenamiento constante en sí mismo, tanto escénico como físico, y nos mantiene el cuerpo activo, fuerte y tonificado. Por otro lado, el paso del tiempo mantiene activa a la obra también. Lógicamente, después de 15 años, hay cosas que ya no te salen como antes… ¡yo a los 26 saltaba mucho más alto! Por darte un ejemplo. Pero nos manejamos con mucha libertad: nos vamos amoldando con flexibilidad a los cambios y cambiamos. Cuando hay algo que no nos funciona más o que vemos que no está siendo orgánico, hacemos otra cosa. No queremos ser como dos viejitos que intentan ser lo que eran antes.

El nuevo video de El pollito Pío, que grabaron hace dos semanas en Buenos Aires y subieron a Tik Tok, ya tiene más de cien millones de views. ¿Vos te ves muy cambiado con respecto del de hace diez años?

Sí. No solo por el cuerpo, ¿eh? Si no por el tiempo y la experiencia. Veo un cambio en forma de evolución. Pensá que lo hago como 200 veces por año. Por repetición uno va mejorando. Cuando empecé a hacerlo, la canción me implica un ejercicio de memoria muy fuerte. Hoy la letra fluye porque la tengo incorporadísima, domino la estructura que tiene el tema y me sé perfectamente la coreografía, entonces puedo jugar muchísimo más, me puedo permitir otras búsquedas y lo siento mucho más propio, incluso.

A la izquierda, hace diez años, tiempo en el que obtuvo 26 millones de visualizaciones en Youtube. A la derecha, hace quince días: dos semanas en Tik Tok con más de cien millones de views.

A la izquierda, hace diez años, tiempo en el que obtuvo 26 millones de visualizaciones en Youtube. A la derecha, hace quince días: dos semanas en Tik Tok con más de cien millones de views.

Esto se aplica también a las parejas de muchos años. En tu caso con Alfonso, si bien aclaran que no son pareja en la vida real, ¿cómo llevan el vínculo artístico de tantos años para que no haya desgaste?

Hay islas de improvisación dentro de la obra que nos ayudan a mantener la frescura entre nosotros. Siempre podemos sorprender al otro y para eso contamos además con que nos conocemos mucho y ya sabemos por dónde fluye nuestro ida y vuelta, sabemos qué fibra tocar para generarle algo al otro a nivel escénico. Él tiene su novia, no es gay, lo cual también permite que, con el vínculo tan cercano que construimos y con el transcurso del tiempo, ganamos una gran libertad de acción.

Es interesante lo que decís porque estamos en un momento donde se sobrevalora lo nuevo, una cultura muy de lo descartable donde las cosas –me refiero también a los vínculos- pareciera que no valen tanto en su evolución de años si se les quita la sorpresa inicial, las mariposas en la panza.

Las mariposas en la panza ya no están como al principio, y justamente es en el lugar que antes ocupaban donde aparecen otras cosas que son muy interesantes y dan profundidad.

Cada tanto vuelven a Buenos Aires a representar la obra que les dio el puntapié inicial y los catapultó al éxito internacional.

Cada tanto vuelven a Buenos Aires a representar la obra que les dio el puntapié inicial y los catapultó al éxito internacional.

Se agregaron dos funciones de Un poyo rojo: el martes 4 y miércoles 5 a las 20.30 horas, la obra se presenta en el Teatro Metropolitan antes de volver a partir de gira. 

Más info: @unpoyorojo.

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Carola Birgin

Carola Birgin Es Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la UBA, ejerce el periodismo desde 1997 y trabaja en LN desde 2009. Fue Secretaria de Redacción de la revista OHLALÁ!, Editora del Suplemento Moda Belleza y hoy es editora digital del grupo de revistas.


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