Amor propio: por qué es importante quererse - Créditos: Getty
El amor propio es el sentimiento de amor hacia mí. Así inicia el capítulo de su libro Que sea mutuo o que no sea nada (El Ateneo) la psicóloga Paola Bertiz Broll. Sostiene que el concepto que aborda suele tener mala prensa porque se critica a una persona que dice: “Yo me quiero”. Se la acusa de narcisista, egoísta y algunas cosas más. Ella desanda ese camino y explica por qué.
La autora señala que el amor propio se construye a partir de las experiencias más tempranas: de la acumulación del amor recibido en la infancia, luego del apego desarrollado con sus cuidadores, de las amistades y relaciones amorosas que se tienen a lo largo de la vida e, incluso, de lo que pasó antes del nacimiento (cuánto fue deseado, cuánto fue mimado en la panza).
Todo esto va construyendo la identidad, la imagen de sí mismo a través de la opinión de los demás. “Eres estudiosa”, “es buen compañero”, “ella comparte” o comentarios negativos como: “ella es egoísta”, “llora por cualquier cosa”, etc. Así se va construyendo una imagen propia en función de lo que dice el entorno.
“Yo voy a poner en una balanza y me empiezo a identificar con esas palabras, me pongo la etiqueta”, menciona Bertiz Broll. A esto se le suma cómo le va a esa persona en la vida. A través de sus experiencias y en vinculación con la gente empiezo a convencerme o no de que soy capaz de vencer las adversidades. Es clave ese convencimiento silencioso que hace la persona a la hora de pensar en la autoestima.
La psicóloga aclara que alguien que fue muy sobreprotegido, a quienes sus papás les resolvieron todo y no lo dejaron probarse a sí mismo va a temer mucho más a la adversidad porque siente que no va a poder. Ahí el trabajo de fortalecer la autoestima será importante porque, de lo contrario, será alguien que evite los desafíos por miedo a fallar.
En cambio, si la persona desarrolla un apego seguro va a tener confianza en sus recursos para salir adelante. “Pase lo que pase lo voy a solucionar”, sería la respuesta esperable de alguien con amor propio.
Los desafíos de la adversidad pueden ser positivos o negativos. Uno positivo puede ser un ascenso laboral, una mudanza a un lugar mejor, etc; uno negativo, una pérdida, una enfermedad, un despido, etc. Son oportunidades para “medir fuerzas”: si desarrollé un apego inseguro voy a depender de los demás, no voy a confiar en mi criterio; de lo contrario, saldré fortalecido en mi amor propio por tomar decisiones por sí mismo, con independencia y confianza.
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