Florencia Mainet: a los 34 años cambió su vida y se convirtió azafata de yates

Nacida en La Plata, la ciudad que ama y que hoy extraña, al terminar la secundaria, Florencia se puso a trabajar como empleada administrativa en el Ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. “Tenía estabilidad y un buen sueldo, pero la inquietud siempre me hacía sentir que me faltaba algo para ser completamente feliz”, cuenta desde su casa en Miami, que ahora se convirtió en su centro de operaciones.

“Trabajé quince años ahí y a los 34 me corrió el tiempo y dije ‘si esto no lo hago ahora cuándo lo voy a hacer’”. Entonces, entusiasmada con dejar su burocrático trabajo, averiguó y encontró una visa de work and travel para pasar una temporada en Francia. Pero su deseo era quedarse, encontrar un trabajo que le diera el suficiente dinero como para viajar y no paró hasta encontrarlo. “Mirando videos en YouTube di con una chica que contaba su trabajo como azafata de yates y ahí se me prendió la lamparita”.

No se lanzó al agua sin salvavidas, sino que primero juntó experiencia en servicio para poder estar a la altura de los requisitos que se solicitaban. Así fue como se puso a trabajar en el restaurante de Giorgio Armani en París donde estaba detrás de la barra y atendía todos los pedidos de bebidas, desde café hasta cócteles. Luego, se pasó otra temporada sumando experiencia en hoteles de Los Alpes y recién ahí se dispuso a perfilar su curriculum para ser aceptada como azafata de barcos.

La primera propuesta llegó desde St. Tropez y desde ese primer viaje no paró. Recorrió toda la costa francesa y la italiana y conoció destinos soñados como las islas de Grecia y el Caribe. Su buen nivel de inglés la ayudó a encontrar trabajo en los mejores yates donde pagan un sueldo mínimo de tres mil dólares por mes.

Acerca de sus actividades en el barco, Florencia detalla que tiene que hacer un poco de todo. “Desde limpiar el interior de la embarcación, pasando por poner la mesa y hacer la lavandería, hasta ocuparme de las compras. Tenemos una lista de preferencias de los clientes y tiene que estar todo: el chocolate que les gusta o el tamaño de la bebida que prefieren para tomar. Hay que encargarse de stockear el barco desde antes de salir porque una vez que estás navegando ya no hay posibilidad”, explica.

El sueldo que cobra se lo queda entero para ella porque el barco le ofrece el alojamiento y las comidas, sin contar con las generosas propinas que suele recibir. “Aunque se trabaja muy duro, en una semana podés llegar a ganar dos mil dólares en propinas. Al año hacés una diferencia de entre veinte y treinta mil dólares con estos extras”.

En su tiempo libre, Florencia encontró otra vocación: asesora a interesadas/os para alcanzar lo mismo que ella logró. Creó la página web www.navegaxelmundo.com y desde allí ofrece sus servicios. “Soy pionera en este rubro. En Latinoamérica no hay otra azafata de yates que ofrezca este servicio que, para mí, es una gran salida laboral poco conocida. Mi objetivo es ayudar a los demás a arrancar con este sueño de viajar y trabajar a la vez. En un yate, además de la azafata, hay otros cuatro puestos que se requieren en la industria: marineros, ingenieros, cocineros y capitanes. Yo brindo asesoramiento a todos y también me ocupo de reclutarlos cuando tengo la oportunidad”.