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Comer la placenta: una práctica antigua que vuelve a instalar la polémica

Después de parir, cada vez son más las mujeres que eligen consumir una parte de su placenta en licuados, cápsulas o a través de homeopatía. ¿Por qué? ¿Qué beneficios aporta?


Una mamá con su bebe recién nacido.

Una mamá con su bebe recién nacido. - Créditos: Getty



Comer placenta no es algo nuevo ni se trata de una moda, aunque es cierto que tomó mayor dimensión luego de que distintas personalidades contaran públicamente que habían comido su placenta luego de parir. Entre las últimas, resonó el caso de Evaluna Montaner con el nacimiento de su hijo Índigo. 

A nosotras nos interesa conocer los orígenes de esta práctica ritual y en qué consiste hoy, de qué manera se puede consumir y cuáles son sus posibles beneficios.

La placenta en las culturas originarias

La placentofagía, que es la práctica de comerse la placenta, tiene sus raíces en las culturas originarias. Según el libro La tríade prenatal de Gutierre Tibon: “Las mujeres primitivas, al igual que muchas hembras de animales, fueron comedoras de placenta. Esta manifestación de medicina popular obedeció a una experiencia positiva de mil generaciones”.

En el mismo libro, Tibon menciona que “los yaquis dan a comer la placenta a la puérpera, considerando que le va a aumentar la leche- Asimismo cree que le proporciona cierto tipo de inmunización”. Otro ejemplo que cita el escritor italomexicano es el caso de Suecia, donde antiguamente la placenta se quemaba con el cordón umbilical y las cenizas disueltas en leche se daban al niño recién nacido contra los primeros dolores gástricos.

Otras culturas donde se practicó por miles de años fue en China. En el país oriental, la placenta es considerada un remedio contra la vejez y fue utilizada por más de dos mil años como ingrediente para incrementar la energía vital de la mujer que la ingiere.

Adriana Spinedi, licenciada en obstetricia y partera hogareña con más de 30 años de experiencia, cuenta a OHLALÁ! algo que aprendió estudiando acerca de los orígenes de la placentofagia: “Las mujeres primitivas, al igual que las hembras mamíferas, solían comerse la placenta luego de parir para no dejar rastros de su cría ante posibles predadores. El olor de la placenta en los espacios silvestres era rápidamente reconocible y podía poner en peligro a la cría recién nacida y a la mujer todavía convaleciente”. 

Muchas mujeres consumen su propia placenta luego de ser procesada y almacenada en cápsulas.

Muchas mujeres consumen su propia placenta luego de ser procesada y almacenada en cápsulas. - Créditos: Images Google

Qué dice la ciencia acerca de comer placenta

Pedimos la opinión experta al área de Obstetricia del Hospital de Clínicas, pero se disculparon y decidieron abstenerse ya que “no cuentan con información científica para poder hacer una evaluación”. También indicaron que “se trata de una práctica que, por el momento, no se realiza en el hospital”. 

Si bien hasta hoy no hay estudios científicos que certifiquen los beneficios medicinales de la placenta, son cada vez más las mujeres que buscan consumirla a través de licuados, homeopatía y cápsulas.

¿Sabemos qué es la placenta?

En el momento de la fecundación del óvulo y el espermatozoide, además de dar como resultado un bebé, también se crean los llamados anexos ovulares, que son la membrana amniótica, el cordón umbilical y, nuestra protagonista, la placenta. 

Adriana, que se siente muy cómoda cuando simplemente es nombrada como “partera”, explica que la placenta es “un órgano que se desarrolla en el útero de la mujer embarazada durante la gestión para nutrir y proteger al bebé en gestación”.

“Se trata de un tejido ´invasor´ que perfora el útero de la madre para tomar sangre y filtrarla para que su bebé reciba exclusivamente los nutrientes. Luego de parir al bebé, la mujer expulsa la placenta”, detalla.

Acompañar y respetar

En diálogo con OHLALÁ!, Alejandra Mazzeo, también licenciada en Obstetricia, comparte algo de sus experiencias vividas a lo largo de sus casi 20 años junto a mujeres que eligen consumir parte de su placenta luego de parir. Para ellas, suele ser una manera orgánica de “recuperar fuerzas" y sentirse "más seguras de la fortaleza de su propio cuerpo”, dice. 

“Luego de casi dos décadas de acompañar a mujeres y familias en partos en domicilio pude observar que, aquellas que piden su placenta (que cada vez son más) y se animan a tomar una partecita de ella en un licuado que yo misma les preparo, se sienten como si le volviera el alma al cuerpo: abren los ojos y pareciera que reconectan con el entorno externo. Hasta antes de consumirla, en general, suelen seguir en su propio “viaje” de parto, como si “se olvidaran” de que hay más personas presentes además de ellas y sus bebés”.  

En cuanto a los padres que están presentes en el momento de tomar esos licuados de placenta, solo “un 30 por ciento de ellos se anima a probarlos”.

Además de realizar partos en domicilio, Alejandra trabaja en distintos hospitales públicos y allí observa algo muy distinto: “En las instituciones, a la placenta no se le da mayor importancia luego de que la mujer parió a su bebé. De hecho, tras el parto, a la placenta se la acostumbraba a tirar. Ni siquiera se la suele mostrar a las mujeres. Muchas de ellas me han contado que ni sabían de su existencia, inclusive habiendo tenido hijos”. 

Sin embargo, en estos últimos años, percibe que cada vez hay más lugares donde la placenta es entregada a la madre para que se la lleve luego de parir, “siempre y cuando ella lo haya solicitado previamente”, aclara. 
 

Cómo se puede consumir la placenta

Existen tres maneras principales de consumir la placenta: en licuados cuando todavía la placenta está fresca, a través de homeopatía y en cápsulas.
 

  • El licuado puede prepararse con las frutas que más gusten a la madre y a quienes decidan consumirlo. Alejandra suele prepararlos con jugo de naranja, frutos rojos y banana. Del órgano solo se consume un pedacito (4x4 cm) al que se lo llama “cotiledón”.
     

  • Las cápsulas suelen ser realizadas por mujeres con conocimientos en medicina placentaria, generalmente son doulas quienes se encargan de disecar la placenta, convertirla en polvito, encapsularla y tenerla para poder consumirla a lo largo del tiempo. 
     

  • En homeopatía se la conoce como “Placentum”. Suelen estar a cargo de este proceso medicinal las doulas, una figura que tomó protagonismo en los últimos años como acompañante de partos, sobre todo, aquellos que no son en instituciones. Dicen que son ideales para tomar en procesos de separación entre madres e hijos, como por ejemplo en los momentos de destete.
     

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