"Hoy no hice nada": ¿por qué muchas mujeres tenemos esta sensación?
Ante la invisibilización de las tareas de cuidado, la sensación de nunca ser lo suficientemente productivas se agrava en las mujeres. Revalorizar las tareas de cuidado es vital para evitar cuadros de ansiedad y depresión. Conversamos con una especialista.
25 de marzo de 2024
¿Por qué tenemos la sensación de que no hacemos nada? - Créditos: Getty
Hacer lo suficiente y estar contentas de que “fuimos productivas” pareciera ser la meta –consciente o no- que la gran mayoría de nosotras tenemos presente a lo largo del día (¿y la vida?). Pero es una zanahoria ficticia a la que nunca llegamos. ¿Por qué? Porque como dice la psicóloga feminista Candela Mazzitelli, la medida con que se mide la eficiencia o la productividad es una trampa, ya que muchas de las tareas socialmente asignadas al género no son remuneradas y, por lo tanto, invisibles ante la lógica del mercado.
“Si estamos todo el día en casa, constantemente aparece la idea de "hoy no hice nada", insatisfechas con lo que logramos hacer durante el día. En una sociedad que valora la productividad y el evalua los éxitos basados en logros concretos, tangibles y remunerados es fácil caer en la trampa de compararnos y siempre salir perdiendo”, analiza.
Y cuestiona un concepto para nada menor: “La medida de la suficiencia”. Si tenemos presente que vivimos en un sistema desigual y patriarcal, donde las mujeres hemos sido históricamente responsabilizadas por el cuidado del hogar y la crianza de nuestros hijxs, sin tener presencia efectiva en la esfera pública, el área de desarrollo por excelencia es la vida privada, un espacio que todavía sigue siendo muy poco valorado a nivel social.
En este sentido, Candela se pregunta: “¿Fueron valoradas en algún momento todas estas tareas que nos fueron asignadas? ¿Se piensa en estas tareas cuando hablamos de productividad? De la mano de la lógica capitalista, la productividad está asociada a alcanzar el éxito económico. Y hoy las tareas de cuidado quedan por fuera de ese circuito. Entonces es constante la sensación de no ser productivas (¡sentimos que no estamos generando dinero!)”.
El rol de las redes sociales
Nuestra experta consultada también menciona el rol determinante que hoy juegan las redes sociales y los medios de comunicación en la tarea de perpetuar una “cultura de comparación constante”, haciendo que “aumente todavía más la sensación de insuficiencia al ver cómo otras personas parecen estar cumpliendo con todas sus responsabilidades de manera impecable”.
Algo que trabaja mucho en consultorio y que trae a esta conversación es “la sensación de las mujeres de nunca hacer lo suficiente no es necesariamente un reflejo de lo que en realidad damos”.
¿Qué hacer? “Practicar la autocompasión, establecer límites, ordenar prioridades, armar tribus y redes de contención, reconocer que actividades nos llevan al disfrute y al goce. Y, sumamente importante, comprender que delegar tareas (y soltar el control) puede ayudarnos a manejar mejor la sensación de insuficiencia, y descargar esa carga mental”, define.
Sentir que no somos productivas como espera el mercado nos puede generar ansiedad y depresión. - Créditos: Getty Images
¿Cómo queda nuestra mente y cuerpo al final del día?
La necesidad de validación externa sigue siendo una constante, por más autoestima que tengamos. En este sentido, Cande dice que es común sentir culpa por no cumplir con nuestras expectativas personales o profesionales, o incluso con expectativas de alguien más. "Terminamos frustradas por no haber alcanzado cierta meta u objetivo tangible. Esto puede generar también sentimientos de impotencia o desmotivación y hasta hacernos perder la confianza en nosotras."
¿Y la ansiedad?, introduce una pregunta para nada inocente. “Gran amiga de estos tiempos, en los que vemos por redes que la vida de todas las personas es impecable y nosotras estamos sentadas en el sillón súper agotadas, y encima no entendemos por qué si 'no hicimos nada'".
Para quienes además crían hijos e hijas, la sensación de nunca hacer lo suficiente puede ser aún más intensa: “Si no sos la ‘madre perfecta y abnegada’ directamente sos la ‘mala madre’. Las demandas son constantes durante la crianza. Por qué el padre puede llegar a ser ‘el padre del año’ si duerme con su bebé un par de siestas”, se pregunta con ironía. En nuestro caso, la combinación de responsabilidades laborales, domésticas y de crianza también termina resultando abrumadora y hace que nos sintamos agotadas y desbordadas”, reflexiona.
Y antes de finalizar resalta que “es urgente desafiar y desarmar las expectativas de género y promover una distribución más equitativa de las responsabilidades domésticas y de crianza para contribuir con la carga sobre las mujeres: la salida no es individual, la salida es colectiva”.
Botiquin de primeros auxilios
Es fundamental armar red, contar con tribu de confianza para delegar tareas y pedir ayuda cuando sea necesario.
Más políticas públicas enfocadas en visibilizar y valorar económicamente las tareas de cuidad.
Migrar a un paradigma de corresponsabilidad para que todos los miembros se involucren: en la familia y en la comunidad con las tareas de cuidado históricamente femeninas.
Pedir ayuda profesional si no estás pudiendo gestionar la sensación de desgano, depresión o ansiedad.